En estos tiempos que corren en los que, como si de otras épocas se tratara, vuelven a ponerse en tela de juicio algunos derechos civiles que amparan a personas o colectivos diversos, no pueden faltar las alusiones a la diferencia entre hombres y mujeres por razón de género.

Por desgracia, es un tema recurrente el de la desigualdad, en particular para representantes de ideologías extremas. Su empecinamiento basado en datos tergiversados que solo persiguen el desprestigio o restar importancia a esa brecha, por ejemplo, en el apartado laboral, roza en ocasiones el ridículo, cuando no choca contra él de manera abrupta.

Lo mejor para que la realidad rompa los argumentos ideológicos extremistas es recurrir a estudios que, basándose en datos, son capaces de arrojar luz sobre esta u otras materias.

Esta es la intención de ‘¿Participar o ganar? Mujeres, hombres y competitividad’ publicado por el Observatorio Social de “la Caixa”.

“Los hombres todavía tienen mejores salarios, ocupan más puestos directivos que las mujeres y sufren una tasa de desempleo más baja”. Así de contundente arranca el trabajo elaborado por Nagore Iriberri, Ikerbasque Research Profesor en la Universidad del País Vasco; y Pedro Rey Biel, profesor de Economía del Comportamiento en ESADE y editor del blog de economía ‘Nada es gratis’.

Este último, en conversación con ELPLURAL.COM, aclara que dicho análisis “habla de diferencias de género en competencia”, partiendo de la base de entender el laboral “como un mercado en el que se compite en materia de puestos y sueldos”.

La brecha "no existe"

Hace unos días la consejera andaluza de Igualdad, Rocío Ruiz (de Ciudadanos), aseguraba que, es muy “importante” apoyarse en evidencias científicas porque, según sus palabras, las “guerras de cifras no benefician a nadie” y solo conducen a que la ciudadanía no sepa “quién dice la verdad”. Se refería a la diferencia de sueldos entre hombres y mujeres, en ese caso en la propia administración andaluza. “Necesitamos estudios de investigación serios y rigurosos”, para concluir con una aseveración contundente: “La brecha salarial en el empleo público no existe”.

Al margen de ser corregida por otros dirigentes del bipartito que preside Moreno Bonilla, este trabajo publicado por el Observatorio Social de “la Caixa” se enmarca en uno de esos estudios con evidencias científicas, que reclama Ruiz. Cuestionado sobre estas manifestaciones Pedro Rey Biel es rotundo al calificarlas como “una sandez” que, desde luego,  “no ayuda a superar esta situación”.

‘¿Participar o ganar? Mujeres, hombres y competitividad’ destaca que en el último siglo la situación de las mujeres en el mercado laboral ha mejorado de forma notable. Esto, no obstante, no significa que ya no exista una diferencia destacada, por ejemplo, en los salarios o los cargos a ocupar, ni mucho menos.

En palabras de su autor, “las razones por las que sigue existiendo una brecha de género o techo de cristal por las que las mujeres no pueden optar a según qué puestos, son muchas y variadas”, calificando algunas ellas como “muy rancias y tristes que tienen que ver, probablemente, con temas culturales y discriminación”.

Competir laboralmente

Lo que ocurre es que, atendiendo al análisis, “asociado a eso y como causa de esas razones sociales”, hay que mencionar el problema de la competencia que se da en cualquier mercado, incluido el del trabajo. A su juicio “si se tiene una actitud distinta hacia la competición o una capacidad distinta a la hora de competir, esto también podría explicar esas diferencias”.

Por lo tanto, lo siguiente es determinar el origen de esa actitud y capacidad para competir. En palabras de Rey Biel “probablemente venga de que las mujeres han tenido menos oportunidades históricamente para poder competir".

La desigualdad está siempre presente en las manifestaciones del 8 de Marzo, en la imagen la última celebrada en Bilbao (Foto: Europa Press).

También recuerda que existen estudios que tratan de constatar que si a las mujeres se les plantea competir o no competir, optan por no hacerlo. “Esa actitud y aptitud para competir podría explicar también que si de verdad el mercado laboral es competitivo es una desventaja adicional", cuestión que, a la vista de esto, no les ayuda.

Y entonces toca hablar de los estereotipos, reflejados de manera interesante en este trabajo. “Nosotros ponemos a competir a hombres y mujeres en dos tareas distintas. En una existe el estereotipo en que la mujer lo va a hacer mejor que el hombre y otra el contrario”. Lo curioso de esto es que la diferencia competidora se encuentra “donde existe el estereotipo de que los hombres son mejores que las mujeres en esa tarea, independientemente, y esto es lo interesante, de que de verdad lo sean”.

La conclusión es que es muy difícil hallar trabajos, labores o tareas en las que un género esté por encima del otro, pero "sí existe el estereotipo de que un género es mejor que otro”. Por ello, según indica Pedro Rey Biel a ELPLURAL.COM, a lo que apunta este informe es que “cuando existe ese estereotipo de que la mujer es peor, y encima se refuerza diciendo ‘oye, es que estás compitiendo contra un hombre que es mejor que tú’ y la mujer se lo cree, es entonces cuando realmente ese resultado se refuerza”.

Eres peor y te lo digo

Vendría a ser algo así como la unión de todas las señales culturales e informativas en una afirmación del estilo ‘eres peor, creemos que eres peor y tú te crees que eres peor y, encima, te lo digo’.

Sin duda alguna, a superar esto no ayudan las afirmaciones como las pronunciadas por la consejera andaluza de Igualdad o algunos dirigentes de partidos de derecha o extrema derecha. Negar que no existen diferencias salariales no contribuye a cambiar las cosas desde la realidad.

Sin embargo, “hay otras muchas cosas que no ayudan”, dice el autor de este análisis del Observatorio Social de “la Caixa”. “En este informe señalamos que, incluso, las buenas intenciones como pueden ser las políticas de cuotas o la discriminación positiva pueden ir en contra si no se lanzan con el mensaje correcto”, añade.

Llama la atención sobre esto agregando que, por mucho que una medida de estas características “les ayude a estar ahí”, hay que analizar cómo se justifica esa cuota. “Puede crear un estereotipo negativo, porque si me estás poniendo ahí simplemente porque soy mujer y no porque soy mejor... si me justificas la cuota porque sí, es decir, solo por ser mujer, es que puedes estar forzando es estereotipo”, lo que se traduciría en un darle carta de naturaleza.

A su juicio “cuotas sí pero viendo muy bien por qué se necesitan y qué efectos tienen esas cuotas”, pero siempre con “un mensaje muy sutil que hay que manejar con cuidado porque puede ayudar a reforzar el estereotipo”, recalca.