Por primera vez en décadas, la ciudadanía de A Coruña ha podido atravesar las puertas de la Casa Cornide, un palacete barroco del siglo XVIII hasta ahora en manos de la familia Franco. El acto, simbólico y reivindicativo, es mucho más que una simple visita guiada, pues representa una victoria parcial en la larga batalla por la recuperación del patrimonio expoliado durante la dictadura.
Un edificio cargado de historia, pero también de cicatrices
Situada en pleno corazón de la Ciudad Vieja, la Casa Cornide es una joya arquitectónica promovida por el ilustrado Diego Cornide y considerada uno de los ejemplos más notables del barroco francés en Galicia. En su fachada de piedra y en sus estancias, ahora parcialmente deterioradas por la falta de mantenimiento, se cruzan siglos de historia desde sus orígenes como vivienda de una ilustre familia coruñesa hasta su apropiación por el régimen franquista en 1962, mediante una operación llena de sombras.
Aquel año, el banquero Pedro Barrié de la Maza adquirió el inmueble en una subasta y lo regaló a Carmen Polo, esposa del dictador Francisco Franco. Lo que había sido patrimonio del Ministerio de Educación y, antes, del Ayuntamiento de A Coruña, pasó de pronto a formar parte del legado privado de la dictadura.
Una apertura con sabor a justicia
La apertura responde a la declaración del inmueble como Bien de Interés Cultural (BIC) en 2023, lo que obliga legalmente a permitir visitas, al menos cuatro veces al mes. La familia Franco se había negado reiteradamente a cumplir con esta obligación, lo que les valió una sanción de 3.000 euros por parte de la Xunta, finalmente firme tras su recurso.
Un recorrido por lo oculto por las huellas de un expolio: Piezas desaparecidas
En las habitaciones, hoy parcialmente abandonadas, se apilan periódicos recientes, lámparas de cristal, muebles de los años 60 y objetos personales de los Franco, desde fotografías, discursos, cartas serigrafiadas con los títulos del dictador hasta un cenicero conmemorativo del descenso del Miño. En la biblioteca, vacía, ya no quedan los libros originales de los Cornide; fueron donados o embargados para saldar deudas.
La presencia de documentos oficiales con membretes de la "Casa Civil de S.E. el Jefe del Estado" revelan el uso propagandístico y personal que se le dio al edificio, como si fuera una extensión del poder omnímodo del dictador.
Protestas en la calle y lucha en los tribunales
Mientras las primeras visitas avanzaban en su recorrido, frente a la fachada de la Casa Cornide se concentraba una treintena de personas convocadas por la Comisión en Defensa do Común. “Los Franco son personas non gratas”, recordaron, citando el acuerdo plenario del Concello de 2017. Con pancartas como “Que devuelvan todo lo robado” o “Franquismo nunca máis”, exigieron una apertura más amplia —también en fines de semana— y, sobre todo, el regreso del edificio al patrimonio municipal.
Desde 2019, el Ayuntamiento de A Coruña ha promovido una vía judicial para recuperar la titularidad pública del inmueble. A ese frente legal se sumó la declaración BIC y las presiones políticas y sociales, que finalmente han logrado romper parcialmente el cerrojo franquista.
De Cornide a Polo: la ruta del expolio
La historia de la Casa Cornide es la de una apropiación, disfrazada de legalidad, al servicio del régimen. Tras la cesión de Barrié de la Maza a Carmen Polo, los Franco alegan haber sido "propietarios de buena fe" durante más de seis décadas. Pero la documentación archivada y los testimonios históricos desmontan esa versión. El edificio, aseguran desde el BNG y la Comisión de Memoria, fue “robado al pueblo de A Coruña”.
Lo mismo ocurrió con el Pazo de Meirás —ya recuperado judicialmente— y con varias estatuas del Pórtico da Gloria, también reclamadas. La Casa Cornide es, pues, otro capítulo en el largo inventario del expolio franquista.