África ha sido la cuna de varios jugadores de fútbol históricos. Pese a las dificultades que se afrontan en muchos países del continente como guerras, hambrunas o pandemias, el talento ha terminado aflorando. No son pocos los futbolistas que emigran a Europa buscando un futuro en el balompié. Incluso algunos se convierten en verdaderas leyendas no solo en sus clubes, si no también defendiendo la camiseta de su país de origen. Camerún tuvo a Samuel Eto’o, Liberia a George Weah, Nigeria a Jay-Jay Okocha y Costa de Marfil, a Didier Drogba.

Existe un denominador común entre aquellos que, aún pudiendo jugar en una selección de mayor envergadura, se mantuvieron fieles a su tierra: nunca le dieron la espalda a su país. Weah, con mayor o menor acierto, se convirtió en presidente de Liberia, Eto’o dirige la Federación de Fútbol de Camerún, además de haber realizado un gran número de donativos, Okocha es ministro de Deportes de Nigeria y Drogba, además de crear una fundación para mejorar la salud y la educación en Costa de Marfil, frenó un conflicto bélico en el país.

Uno de los mejores jugadores africanos de la historia

‘Didi’ era el líder indiscutible de aquella selección costamarfileña. Un jugador de élite que se caracterizaba por su fuerza, potencia y olfato goleador. Un nueve de los que ya no quedan. Llegó a Francia con tan solo 15 años para estar junto a sus padres en la capital, y un club local, el Lavallois, le abrió sus puertas. Estuvo allí hasta los 18 años y después, dio el salto al Le Mans, equipo de segunda división. Pasó por el Guingamp antes de recalar en el Olympique de Marsella, donde se hizo un nombre.

El Chelsea de Mourinho decidió realizar un gran desembolso por el costamarfileño en 2004, siendo el técnico portugués su principal valedor. Allí se convirtió en una leyenda blue, ganando copas, ligas, y la joya de la corona: la UEFA Champions League en 2012, eliminando al Barça de Guardiola en semifinales y marcando el gol del empate frente al Bayern de Münich en la final. El delantero se marchó de Londres siendo el máximo goleador africano de la historia de la Champions con 44 goles, pasó por el Shengai Shensua, el Galatasaray, tuvo un último baile con el Chelsea en la temporada 14/15 y puso rumbo a Estados Unidos, donde se retiraría en 2018.

El día que Drogba detuvo la guerra

En el año 2005, Costa de Marfil se encontraba sumido en una terrible guerra civil que llevaba vigente cuatro años. Tras un golpe de estado que se impuso en varias ciudades, el territorio se dividió entre la zona sur, cuya población era partidaria del gobierno, y el norte, que promovía una revolución. La situación era crítica. La guerra había dejado más de 4.000 muertos tras de sí.

Paralelamente a este suceso, en octubre de ese mismo año, la selección de Costa de Marfil haría historia. Una generación dorada, que contaba con jugadores como el propio Drogba, Touré, Eboué o Romaric, consiguió clasificar al país africano a un Mundial por primera vez. Una victoria por 3-1 ante Sudán y un empate inesperado de Camerún contra Egipto, dejaron sin billete a ‘Los Leones Indomables’ en favor de ’Los Elefantes’.

Al término del encuentro, Drogba, arrodillado con sus compañeros alrededor, quiso mandar un mensaje ante las cámaras: "Ciudadanos de Costa de Marfil, del norte, sur, este y oeste. Os pedimos de rodillas que os perdonéis los unos a los otros. Perdonad. Somos un gran país y no podemos caer en el caos. Dejad las armas y organicemos unas elecciones libres". El mensaje caló hondo. Solo una semana después, ambos bandos pactaron una tregua e intentaron acordar una solución al conflicto.

El delantero costamarfileño continuó abogando por la paz. Al año siguiente, recibió el premio al ‘Mejor Jugador Africano del Año’ y viajó a Bouaké, donde se encontraba el cuartel general de los rebeldes, para ofrecer el galardón a los suyos. En 2007, Drogba medió para que la selección jugase un partido allí, consiguiéndolo. En aquel encuentro contra Madagascar, acudieron al estadio algunos miembros del gobierno y los líderes del bando contrario. Ambas partes fueron unidas por el fútbol, cantando al unísono el himno nacional y celebrando cada uno de los cinco tantos que anotó Costa de Marfil.

Jorge Valdano defiende que “el fútbol es la cosa más importante de las menos importantes”, y no solo acierta en su afirmación, si no que hechos como el que protagonizaron Drogba y sus compañeros de selección demuestran que, en ocasiones, el deporte rey puede convertirse en una herramienta que cambia vidas, logra avances y ayuda a detener algo tan crudo y sanguinario como una guerra.

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