El próximo domingo 30 de noviembre a las 16:15, la ciudad de Sevilla vivirá uno de sus eventos más intensos: el derbi entre Sevilla FC y Real Betis Balompié. Un choque entre dos vecinos que se cruzan de nuevo en un duelo que trasciende la clasificación, los estados de forma y cualquier análisis previo. El derbi sevillano no se juega: se vive, se sufre y, para el que gana, se recuerda para siempre.

Una edición que llega con cuentas pendientes y un contexto deportivo que añade presión. El Real Betis visitará el Ramón Sánchez-Pizjuán como quinto clasificado con 21 puntos en 13 jornadas, aferrado a la zona noble y buscando una victoria que le aporte mayor tranquilidad a la hora de asentarse en puestos europeos. El Sevilla, en cambio, navega en mitad de la tabla. El cuadro dirigido por Matías Almeyda no termina de encontrar regularidad, pero es consciente de que el partido vale mucho más que los 3 puntos. Para ambos, el derbi supone una fecha en rojo en el calendario: el que gane, despega y el que pierda deberá apagar un pequeño incendio interno. 

Bajas sensibles en ambos bandos

Sin embargo, la emoción del duelo llega empañada por la lista de ausencias que condicionarán los planes de uno y otro banquillo. En el Sevilla, a las dudas futbolísticas se suman las ausencias de Januzaj, Rubén Vargas y Gabriel Suazo, todos fuera por lesión. Un golpe especialmente sensible en los costados, obligando al entrenador a modificar su estructura ofensiva y defensiva. Aun así, en Nervión se aferran a una verdad eterna del derbi: da igual quién juegue, da igual quién llegue mejor… porque en esta cita todo se iguala.

Mientras tanto, el Betis sufre bajas muy sensibles en su frente ofensivo. Manuel Pellegrini no podrá contar con Antony, expulsado en el último encuentro; ni con Isco, que sufrió un fuerte golpe por una entrada accidental de su compañero Amrabat durante el partido ante el Utrecht en la Europa League. El propio Amrabat también será baja por la misma acción, ya que tiene un fuerte golpe en el tobillo, mientras que Giovani Lo Celso continúa recuperándose de sus problemas musculares. El técnico chileno deberá reconstruir su centro del campo sin dos de sus piezas más influyentes, lo que añade incertidumbre a su propuesta habitual.

Especialmente sensible es la ausencia de Antony. El Real Betis ha recurrido la cartulina roja que vio ante el Girona a todas las instancias posibles. El último paso dado es la solicitud de una cautelar al TAD, órgano que ha rechazado la misma. Al cuadro verdiblanco tan solo le queda la vía de la justicia ordinaria, a la que ya recurrió en su día por una sanción a Sergio Canales. 

Tras el duelo de Europa League ante el Utrecht, Antony se mostró visiblemente emocionado y triste por no poder estar presente en el derbi: “Para mí es un momento muy triste porque vengo de una expulsión donde no había intención de nada, pero bueno, esta semana fue muy dura. Sé que hay muchos partidos por delante, pero sé de la importancia de éste y salgo un poco triste, enfadado, porque quería estar el domingo, pero estaré con mis compañeros", afirmó ante los micrófonos de Movistar

El extremo brasileño añadió que “es el partido más importante del año y no poder jugarlo es muy duro. Va a ser muy difícil. Ha sido una semana muy dura. Esta expulsión me ha afectado por la importancia del próximo partido. Ya imaginaba jugar el derbi fuera de casa, pero voy a estar con ellos, transmitiéndoles energía para sumar los tres puntos”.

Un partido marcado por la alta tensión

La magnitud del encuentro obliga a un dispositivo extraordinario. La Subdelegación del Gobierno activará desde el sábado la Fase Precrítica, movilizando a 396 agentes de Policía Nacional, además de Policía Local, Bomberos, Protección Civil, Cruz Roja y servicios sanitarios.

El domingo, ya en Fase Crítica, la Unidad de Intervención Policial y la Unidad de Caballería blindarán los alrededores del Sánchez-Pizjuán, especialmente en las zonas de mayor concentración de aficionados y en los hoteles de los equipos y del trío arbitral. Durante el partido, la vigilancia será total en interior y exterior, y se mantendrá después del pitido final para evitar incidentes. Un operativo a la altura de un choque que, más que un partido, es un capítulo más en la historia emocional de Sevilla.

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