Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, atravesará las puertas de la Casa Blanca este viernes para mantener una reunión con su inquilino, el presidente de los Estados Unidos. La líder de los Veintisiete mantendrá un encuentro con Joe Biden en el marco de una serie de visitas oficiales por Norteamérica que comenzó el pasado martes en Canadá, de donde emanó una Alianza Verde y compromisos para aumentar los impuestos al carbono. El trámite no será tan sencillo con el presidente estadounidense, con el que tendrá que abordar la política proteccionista aprobada por su ejecutivo y que daña a la economía europea.

La aprobación de la Ley de la Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) produjo un terremoto en la zona euro, temerosa de que la competencia desleal de un socio habitual produjese una fuga de empresas y capitales. Esta norma, que fue aprobada por el Ejecutivo de Biden en agosto del pasado año, contempla subsidios para la transición ecológica de las empresas por valor de unos 400.000 millones dólares. El problema no se sitúa en la apuesta por combatir el cambio climático, sino en las exigencias contempladas en la ley para poder acceder a las ayudas.

La apuesta del gigante estadounidense, que pretende incentivar la descarbonización de las empresas, establece la condición de que las empresas desarrollen sus actividades de producción en suelo estadounidense. Esto deja en una situación de desventaja al viejo continente, que puede ver como sus empresas cruzan el charco para percibir ayudas que las hagan más competitivas y adapten su producción a un futuro ya presente en muchas legislaciones. Este miedo ya se extendió entre los mandatarios europeosy, tras varias reuniones, consiguieron alcanzar un acuerdo para responder: el Plan Industrial Verde. En situación similar se encuentran otros socios de una de las principales economías mundiales, como Reino Unido o Japón.

Se están produciendo fugas de empresas o redirecciones de inversiones que iban a hacerse en la UE a EEUU, tanto con empresas energéticas grandes, y con otras no tan grandes, y soluciones innovadoras en la descarbonización que están teniendo ofertas para irse”, lamentaba Nicolás González, miembro de la Comisión de Energía europea, en una entrevista concedida a ElPlural.com. “Hay empresas que están dirigiendo sus inversiones a EEUU por la IRA y esto hay que pararlo”, sentenciaba el eurodiputado socialista. Ejemplo de ello es el de Volkswagen que se ha planteado cambiar la ubicación de su fábrica de baterías, trasladándola de Europa a EEUU.

Con esta tesitura, la presidenta de la Comisión Europea tendrá que abordar las espinosa problema con Biden, situación que ya tuvieron que asumir hace apenas un mes el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, y el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, que viajaron juntos a Washington, para plantearle al presidente estadounidense las dudas que albergan a las grandes economías europeas, descolocadas por un paso delante de un país que se presupone socio, tanto comercial como político.

Plan Industrial Verde

La manera que encontraron los Veintisiete para responder fue el diseño del Plan Industrial del Pacto Verde, estrategia basada en las deducciones fiscales y en la reubicación de fondos europeos (800.000 millones). Este plan se fundamente, básicamente, en la relajación de las ayudas de estado, es decir, dar libertad de respuesta a los diferentes Gobiernos para contrarrestar las ayudas estadounidenses emitiendo ayudas propias. Una idea que no fue acogida por la mayoría de países, capitaneados por España, por la competencia desleal que genera, a su vez, en el interior de Europa, al no contar la mayoría de países con la capacidad de dar una respuesta individual.

El Gobierno español continúa proponiendo una actuación conjunta fruto de las escucha y el entendimiento, algo muy complejo al tener que poner de acuerdo a casi treinta países. España renuncia a plantear un fondo común que posibilite una respuesta conjunta frente a EEUU, dado que no contaría con el apoyo de los frugales y ortodoxos económicos de ninguna de las maneras. Tampoco tiene la intención de permitir, o por lo menos no va a apoyar, una línea de actuación basada en la libre competencia, que no es otra cosa que un ‘sálvese quien pueda’ y que cada Estado responda como pueda, fragmentando el mercado europeo por completo.

No es suficiente lo acordado hasta ahora para dar respuesta al gigante norteamericano, a pesar de la permisividad para hacer contraofertas a aquellas empresas que pretendan irse. Por este motivo, von der Leyen intentará conseguir que Biden realice alguna concesión, por leve que sea, aunque no existe mucho optimismo. Para ver el siguiente movimiento significativo de Bruselas habrá que esperar al 14 de mayo, cuando presentará el Acta Industrial de Cero Neto, estrategia para unificar normas y acelerar proyectos.