Un año ha transcurrido desde que diera comienzo una nueva guerra en suelo europeo, doce meses de batallas que no han parado de sucederse, 365 días de sufrimiento que, como en todas las guerras, golpea con mayor fuerza al pueblo. 8.000 ciudadanos, atendiendo a las cifras oficiales, han fallecido durante este periodo muy lejos de nuestras fronteras, mientras, más de 120.000 ucranianos han desembarcado en España como refugiados. Sin embargo, los aspectos más crueles e implícitos de una guerra no son los que han zarandeado los cimientos de los hogares españoles, principalmente afectados por las consecuencias económicas de una contienda que afecta a la estructura económica mundial.

Inflación

La rápida caída experimentada en el segundo semestre de 2022, cinco puntos en cinco meses, parece haber condenado al olvido un dato histórico que golpeo la economía española en pleno verano. Casi siete meses han transcurrido desde aquel mes de julio en el que el Índice de Precios de Consumo (IPC) se disparó hasta el 10,8%, culminado una escalada que durante varios meses superó valores inconcebibles. Desde aquel momento, el descalabro de la inflación ha sido insólito y ha colocado a España como el país con un crecimiento del precio de la vida más bajo de toda la zona euro.

No obstante, el país aún se encuentra muy lejos de los valores deseados. Es imposible no señalar el conflicto ucraniano como una de las principales causas que dispararon los valores de la inflación. Si bien la tendencia ya era ascendente desde comienzos de 2021, debido a la recuperación de la actividad económica y de relativa normalidad postpandémica, lo cierto es que en enero de 2022, último mes antes de la guerra, el dato se situaba en el 6,1%.

Febrero se cerró ya en un 7,6% y marzo confirmó esta dinámica con un incremento meteórico hasta el 9,8%. Abril y mayo parecieron cambiar la tendencia, dando un respiro y marcando valores por debajo de los nueve puntos, pero la llegada del 10,2% de junio mantuvo la inflación en las dos cifras durante tres meses. La caída llegó de la mano del otoño y ha sobrevivido durante el invierno. El valor más bajo desde noviembre de 2021 se marcó a cierre de 2022 y, a pesar de la leve subida de dos décimas, el IPC parece haberse estabilizado y se sitúa en enero en el 5,9%.

Combustible

Los datos del IPC general son una brocha gorda que no consigue dibujar la realidad de determinados productos, vitales para los hogares, y su viaje en la curva de precios. Lo cierto es que, si existe un grupo de productos especialmente golpeados por la guerra son los combustibles. Además, su afectación al resto de productos, al ser necesarios para todos los niveles de la cadena de consumo (producción, distribución, climatización, etc.), han convertido a los carburantes en el producto estrella del estallido de la guerra. Que Rusia sea uno de los contendientes de la guerra, siendo a la para uno de los mayores productores y distribuidores de gas, no ha ayudado en esta cuestión.

No obstante, centrándonos únicamente en los carburantes propiamente dichos, el encarecimiento es también grosero. La octava semana de 2022 llegó la guerra con un precio de la gasolina situado en 1,575 euros/litro y un diésel un poco por debajo (1,462 euros/litro). No han vuelto a conocerse unos valores medios tales desde entonces, aunque durante la primera semana de 2023 la gasolina estuvo cerca (1,583 euros/litro). El máximo de la gasolina se alcanzó a finales de junio, con un precio del litro situado en los 2,141 euros. Mismo valor marcó el diésel en la misma época. Por aquel entonces, por suerte para el bolsillo de los españoles, ya estaba en vigencia la bonificación de veinte céntimos por litro de los combustibles, medida aprobada por el Gobierno que entró en vigor el 1 de abril de 2022.

En ese momento, ambos carburantes superaban ya los 1,8 euros/litro, situación que propició el Ejecutivo asumiese una de las medidas más costosas para las arcas públicas por dirigirse al conjunto de la población, sin diferenciar por poder adquisitivo ni otra variable. Hasta finalizar el año aguantó el descuento, pero la llegada de 2023 imposibilitó mantener más una medida genérica y muy costosa, que se ha mantenido únicamente para los sectores más afectados (transporte, agricultura, pesca, etc.). Ahora los precios se encuentran en una senda descendente, con ambos carburantes en torno a los 1,60 euros/litro, valor que, al haber finalizado ya la bonificación, aún resulta muy elevado para la amplia mayoría de los ciudadanos que tienen que utilizar el transporte ineludiblemente.

Factura de la luz

El mayor golpe que la crisis energética devenida de la guerra de Ucrania asestó a las familias españolas se reflejó en su factura de la luz. En los días previos al estallido de la guerra, debido a la tensión que ya se arrastraba desde principios de año, los precios de la luz se situaban ya por encima de los 100 euros el megavatio hora (MWh). El mismo día del estallido, el valor rozaba ya los 250 euros/MWh, un precio disparado que se convertiría en una utopía poco después cuando, en tan solo un par de semanas, alcanzó el pico de 545 eurosMWh. Pasaron meses con facturas de la luz que pusieron en jaque a los hogares más vulnerables, obligando a muchos a tener que elegir entre comer y pagar la luz o calefacción, pero el 15 de junio, tras mucha lucha en Bruselas, España se desmarcó.

La ya de sobra conocida excepción ibérica, un tope al precio de gas para la generación de electricidad, llegó a la península el 15 de junio. La isla energética que representan España y Portugal, unido al plantón de los presidentes del Gobierno de ambos países frente a una Unión Europea rígida, posibilitó la implantación de la medida que, de lejos, más ha favorecido al conjunto del país, desde empresas hasta hogares. Un mecanismo que, mientras en Alemania o Francia se pagaba el MWh a 400 euros, estableció un tope de 40 euros/MWh en los seis meses iniciales, hasta el 15 de diciembre, y posteriormente, un incremento mensual de cinco euros/MWh hasta la finalización de la medida.

Timo ibérico fue calificado al principio por la oposición, que tuvo que retroceder en su argumentario rápidamente, al constatarse el efecto de la medida. En torno a los 215 euros/MWh se situaba el precio el 14 de junio de 2022. Un mes después ya estaba casi 100 euros por debajo y el temido invierno fue acogido en España con las reservas de gas a rebosar y los precios más bajos del continente. Por debajo de los 100 euros, llegando a caer hasta los 50 en alguna ocasión, se situó el MWh en los momentos más fríos. En los 2,65 euros/MWh cerró el año.

Alimentos

Otro de los principales grupos de productos más afectados, sobre todo con el transcurso del tiempo, no tanto con el estallido inicial de la guerra, son los alimentos. Y es que, el encarecimiento de la cesta de la compra atraviesa ahora su momento álgido, ejemplo de ello es las guerras internas que está produciendo en el seno de la coalición. Desde el ministerio de Agricultura aseguran que los precio han tocado ya techo, pero lo cierto es que su inflación se sitúa según el último dato en el entorno del 15,4%, después del récord histórico del 15,7% con el que se cerró 2022.

La reacción de los alimentos ha sido tardía, por acción de responsabilidad de los supermercados aseguran ellos mismos. Pero lo cierto es que la razón es la complejidad de la cadena, misma argumentación que ahora usan las propias distribuidoras para justificar los elevados precios a pesar de la caída del IPC general, al trasladarse a ella las variaciones de forma más tardía, por tener tantos eslabones. Desde febrero de 2022, la inflación de los alimentos no ha parado de subir ni un mes. En el mes del estallido de la guerra se situaba en el 5,57% y ya en abril situaba su valor en el 10,1%, por encima del IPC medio, pedestal del que no se ha vuelto a bajar.

Fueron los valores del último trimestre del año, todos por encima del 15%, los que llevaron al Ejecutivo de coalición a tomar cartas en el asunto. Aunque con discrepancias, finalmente el Consejo de Ministros contempló en el sexto paquete de medidas anticrisis, aprobado el 27 de diciembre, dos medidas para aliviar la cesta de la compra: un cheque de 200 euros para las familias vulnerables y la eliminación del IVA de algunos productos básicos, reducción el caso del aceite y la pasta (del 10 al 5%). Los datos presentados por el INE muestran un leve alivio por la supresión del impuesto, pero lo cierto es que la cartera de los consumidores no lo nota en gran medida. La parte socialista del Gobierno pide tiempo para que se note más. La parte morada exige topar los precios y abordar el mercado.