El Banco Central Europea (BCE) ha aprobado nueve subidas de los tipos de interés consecutivas. Desde que comenzara en julio de 2022, el organismo presidido por Christine Lagarde ha acometido un nuevo incremento cada vez que se ha reunido para tomar una decisión sobre política económica. El próximo 14 de septiembre, el Consejo de Gobierno vuelve a verse las caras y, muy previsiblemente, elevará los tipos otros 25 puntos básicos, situando el precio del dinero en el 4,5%, valor más alto de la historia del euro.

La presidenta del organismo no se ha mojado sobre las decisiones que se tomarán pasado septiembre; sin embargo, si vicepresidente se ha desmarcado. Luis de Guindos ha apuntado a que las subidas de tipos se encuentran ya en su “recta final”. No obstantes, el exministro de Economía español se ha guardado de dar una fecha concreta, advirtiendo de los posibles efectos de segunda ronda y de las expectativas de inflación. En ese sentido, ha asegurado que la decisión que se tomará dentro de dos semanas aún está “abierta”.

Sobre la toma de decisiones, el vicepresidente ha reconocido que "No siempre es fácil cuando tienes 20 Estados miembro porque también sigues teniendo intereses nacionales y sigues teniendo divergencias desde el punto de vista nacional", ha elaborado. Además, ha calificado de "curiosa" la gobernanza del BCE, pues en su consejo de Gobierno cada miembro posee un voto. "El voto del gobernador español es idéntico al voto del gobernador de Malta", ha ejemplificado De Guindos, que ha calificado este sistema de "extremadamente democrático" y pensado para salvaguardar los "intereses generales".

De guindos confía en los efectos del rally alcista del BCE y señala que sus efectos de endurecimiento se están notando en la caída de demanda de crédito, pese a que ha apuntado que las consecuencias de las decisiones restrictivas asumidas se plasman con un “retardo” de entre 12 y 24 meses. El foco del BCE sigue puesto en la inflación, pese a su descenso, al ser esta un "mal absoluto para la vida económica y social", que golpea especialmente a las rentas más bajas.

"Es una medicina amarga, pero una medicina necesaria", ha valorado las subidas que están disparando el Euríbor y, como consecuencia, las hipotecas y préstamos variables. "La mejor contribución que puede hacer, sin duda, un banco central al futuro de la actividad económica es reducir la inflación", ha justificado. Continuando con el ensalzamiento de las acciones del organismo, ha puesto en valor la intervención expansiva del BCE durante la pandemia, señalando que el respaldo a la liquidez evitó que "el derrumbe (del sistema) fuera muy superior".

No obstantes, Guindos ha reconocido, como hiciera en anteriores ocasiones, que el BCE infravaloró la situación. Los economistas se equivocaron al apuntar que los valores de la inflación responderían a un crecimiento “temporal”, error que propició, vuelve a justificar, que el BCE se viese obligado a acometer un endurecimiento monetario.

Potenciales riesgos a futuro

El exministro ha señalado que los potenciales riesgos a la baja para el crecimiento "se han ido concretando", ya que los indicadores de julio, de agosto y los adelantados "apuntan a una desaceleración" en el tercer trimestre y, "seguramente", también durante el cuarto. Guindos ha sostenido que, en estos momentos, es más "visible" la ralentización de la economía que la de la inflación, que podría llevar a una situación de estanflación.

Aludiendo a este contexto, el vicepresidente del BCE ha pedido prudencia de cara a recuperar las normas fiscales europeas. Así, ha considerado poco "realista" el anterior objetivo del 60% de deuda pública por la divergencia entre los niveles de deuda de los distintos Estados de la Unión Europea, por lo que se ha mostrado favorable a una revisión de los objetivos que supongan un "punto medio" en el que "todos tengan que ceder". En resumen, el español ha considerado "importante" usar el "sentido común" a la hora de retomar los planes de ajuste y de reducción del endeudamiento a través de la contención del déficit público.

Por último, ha advertido sobre los peligros de no contar con una línea de actuación común y que cada país asuma medidas individuales. "Los países más poderosos" y que tienen mayores márgenes fiscales no pueden invertir en sus empresas y conceder "ventajas competitivas" que otros países no puedan igualar al carecer de posiciones fiscales más saneadas. El dirigente ha abogado por la vuelta de las políticas públicas a su espíritu original y porque haya en Europa un "mercado competitivo" en el que "todos tengan las mismas posibilidades".