No es común en estos tiempos poder decir que alguna organización política tenga motivos para sentirse orgullosa. Parece imposible afirmar una cosa de este calado en las derechas que nos gobiernan. El PP no tiene motivos, ni como organización, dada la “ensalada” en la que está sumergido, ni cómo gobierno de la Sociedad, dadas las penurias que provoca y los castigos que nos infringe, ni como organización política, ya que el futuro no figura incluido en sus preocupaciones, sino solo el pasado y, por cierto, el más oscuro entre los que puede seleccionar. Por otro lado, ciertamente, una organización política que alberga a las derechas, algunas recalcitrantes, tiene la servidumbre de que las prioridades las tiene establecidas desde siempre y son, relativamente simples: maximizar el individualismo. Y una ideología de este tipo, no es posible que requiera renovar objetivos. Genéticamente, trata de que unos pocos (las individualidades) acaparan lo de otros muchos (los restantes, es decir casi todos). El mecanismo requiere la existencia de estos muchos. Pero los únicos que pueden tener “ideales” son los del conjunto de los pocos, porque los muchos si los tuvieran, no podrían facilitar que los pocos disfrutaran del trofeo. En suma, no puede haber ideales.

Tan cierto es lo narrado anteriormente, que nadie de ustedes conocerá de alguna conferencia política de la derecha, donde se haya propuesto de forma creíble una oferta para la Sanidad, la Educación, el Empleo, que pueda satisfacer a las personas que conforman la Sociedad, a la que supuestamente gobiernan. Y, siendo esto así, mucho menos cabe esperar que hayan pronunciamientos sobre aspectos de fondo, como la igualdad, la libertad de las personas, las garantías de los servicios sociales, la limitación de los salarios para que no haya desequilibrios, en que unos perciben salarios varias decenas de veces los de otros, o las mujeres tienen que trabajar un 20%-30% más que los hombres, para percibir el mismo salario. Incluso, sería imposible que hubiera un pronunciamiento sobre la separación, clara, entre las esferas de influencia de la Iglesia y del Estado, atendiendo una a la conciencia y otra a la vida de las personas, pero sin dejar que ninguna se inmiscuya en el ámbito de la otra. De muchas de estas cuestiones no cabe esperar nada o cabe esperar propuestas que nunca cumplirán o tergiversarán o evitarán cumplir. Ya hemos comprobado, ampliamente, que si se trata de promesas, simplemente se incumplen por los gobernantes del PP y nada se explica. Así, desde la altanería del que se siente “sobrao” se ve con displicencia a los exigentes gobernados y s se les miente, nio pasa nada, no merecen nada mejor.

Pero, si pensamos en una reflexión colectiva, de un elevado número de personas debatiendo, intercambiando opiniones, discutiendo, elaborando propuestas para que se vean discutidas por los demás, sancionadas por un colectivo diverso, plural, con criterio, con la audacia de los que se saben depositarios de la responsabilidad de encontrar salidas para una sociedad que reclama soluciones que no supongan retrocesos de derechos, sino impulsos de mejora para la convivencia y bienestar social, entonces, es imposible que pueda tener lugar en ámbitos conservadores. Igual de imposible sería mantener ámbitos conservadores un debate constructivo sobre la territorialidad, la laicidad o la naturaleza del Estado, sin estridencias, sin alarmas, sin descontrol de las emociones. Son aspectos insustanciales para las derechas, tradicionalmente. Ventilan las cuestiones con imposición vertical, sin opciones a la disensión, ni mucho menos cabida a propuestas racionales, consensuadas y tolerantes.

Afortunadamente, hay un partido político cuya estructura, genética e historia le acreditan para encauzar las inquietudes de los españoles. No es un descubrimiento reciente la coincidencia en intenciones, objetivos y fines de la Sociedad española, mayoritariamente socialdemócrata y los sentimientos, sensibilidades y propuestas del Partido Socialista. Este fin de semana, se ha reunido un amplio número de personas relacionadas con el PSOE, unos militantes y otros no, para concebir una propuesta que recogiera las inquietudes de los españoles, sus problemas y sus anhelos y se ordenaran dentro de un compromiso político capaz de articular gobierno o acuerdo, donde sea necesario.

Los socialistas han vuelto. El PSOE de la mano de su Secretario General y con el concurso de muchos socialistas y muchos no socialistas, han dicho hasta aquí hemos llegado. Al igual que en otros momentos históricos impulsaron a este país hacia la modernidad, ahora son la alternativa, única alternativa, creíble alternativa, potente alternativa, de una izquierda capaz de articular un proyecto que devuelva la dignidad a un país y a unos ciudadanos que requieren un trato como personas, como centros de atención y como referencia para las medidas y políticas que se emprendan. Los socialistas pueden sentirse orgullosos de su dedicación, su entrega y su compromiso. Los ciudadanos españoles se pueden sentir orgullosos al tener a una organización como el PSOE que piensa en ellos, un colectivo de personas como el que concita el Partido Socialista, que están dispuestas a encontrar soluciones que no sean atentados contra las personas; una organización que está dispuesta para articular que la sociedad, junto a los miembros del Partido, sean los que implementen las propuestas y que las soluciones sean las consensuadas y optimizadas, técnica, conceptual y mayoritariamente.

La caverna no está contenta con que se esté articulando una alternativa para una España que dice basta a disparates orales, escritos y ejecutados por el PP. Si no faltaran a la verdad, dirían que el Partido Socialista, este fin de semana, ha vuelto. Con ganas, renovado, desprovisto de los lastres, errores y desaciertos pasados. Dispuesto a todo. Con ideas, con impulso y con ganas. Con compromiso de todos y cada uno de los militantes y de todas aquellas personas de buena voluntad, dispuestas a sacar a este país, del pozo de miseria, desigualdad y derechos laminados en que nos ha sumergido la política ultraliberal de un PP que tendrá que abandonar por incompetente. Ha vuelto el Partido Socialista. Y es para quedarse. Esa es la novedad.