El president de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha comparecido ante el pleno  las 19:00 pm, una hora más tarde de lo que estaba previsto. Retrasado por desavenencias en torno al discurso y el lenguaje empleado con sus socios de la CUP, que reclamaban mayor dureza y severidad, Puigdemont ha pronunciado un relato light y ha sido ambigüo: ha declarado la independencia, pero no. En otras palabras, tal y como publicó Angélica Rubio en este diario, pone sobre la mesa una propuesta semejante al modelo esloveno.

“El conflicto entre Cataluña y el Estado español se puede resolver de forma serena y acordada. Por nosotros no va a quedar porque queremos ser fieles a nuestra historia”, ha asegurado el president. Puigdemont ha comenzado su discurso explicando que comparece a petición propia tras los resultados del referéndum del 1-O para “explicarles las consecuencias políticas que se derivan”.

“De mi comparecencia no esperen ni amenazas ni chantajes, el momento es muy serio como para que todos asumamos la responsabilidad con la necesidad imperiosa de reducir la tensión”, ha matizado. Y es que, de la ambigüedad del discurso se desprende que Puigdemont ha declarado la independencia de Catalunya pero insta al Parlament a retirar la DUI y pide mediación internacional y abrir una etapa de diálogo.

“Soy consciente de que hoy también comparezco ante el pueblo de Cataluña y de mucha otra gente que ha fijado su atención en lo que hoy puede pasar en esta cámara”, ha dicho. “Vivimos un momento excepcional y sus consecuencias y efectos van mucho más allá de su país” porque para el Presidente “no es un tema doméstico e interno”, es un asunto europeo.

De esta manera, Carles Puigdemont pone la pelota en el tejado del Gobierno de Mariano Rajoy. El president de la Generalitat asume “el mandato del pueblo para que Catalunya se convierta en un estado independiente en forma de república” y de que hay “un consenso amplísimo y transversal” y ha criticado la “negativa radical y absoluta” del Ejecutivo central, que ha “perseguido a las instituciones catalanas”.

“De mi comparecencia no esperen ni amenazas ni chantajes, el momento es muy serio como para que todos asumamos la responsabilidad con la necesidad imperiosa de reducir la tensión”, ha sentenciado. En consecuencia, el president cree que es tiempo de abrirse al diálogo.