El mar se asocia con la “morriña” gallega, cántabra o asturiana. Quienes lo ven cada día lo perciben como un “amor primerizo”, el “ADN”, una “forma de vida”… Tanto da, la idea que quiere transmitir el responsable de la Plataforma en Defensa del Sector Marítimo Pesquero de Galicia (Pladesemapesga), Miguel Delgado, es clara.

Al mensaje, eso sí, le pone música una voz triste cuando su emisor habla de la crisis de los pellets, pero también denota rabia a la hora de denunciar la inacción de la Xunta. Una mezcla de sentimientos perfecta para la literatura, pero dura para alguien que ha dedicado buena parte de su vida a luchar por mantener el patrimonio natural.

Y en todo este baile de emociones frente a una realidad que es la que es, el protagonista de la presente conversación y sus compañeros tienen claro quiénes son los culpables -a menos dos de ellos- de la situación de las últimas semanas. Evidentemente, no de la caída de microplásticos en el mar, pero sí de la forma de afrontar una nueva crisis en Galicia que recuerda a la del Prestige (2002), no tanto en dimensión del problema -que lo hay- como en la respuesta institucional.

“Tenemos claro que la principal responsable es Paloma Rueda, la tía de Alfonso Rueda. Está cobrando 60.000 euros al mes de la Xunta dirigiendo una fundación, en teoría dedicada en exclusiva a prevenir las contaminaciones marinas, y a día de hoy está desaparecida. Solo se conoce que pasó a dirigir un comité de expertos en contaminación orquestado por el candidato del PP a la Xunta”, expone Delgado desde la emblemática playa de Riazor haciendo alusión a unas informaciones publicadas por este medio.

La principal responsable es Paloma Rueda

La persona al frente de Pladesemapesga y su plataforma exigen que se “denuncie a Paloma Rueda desde la Fiscalía”, que “se la impute”, se “abran diligencias” y “se lleven las investigaciones hasta las últimas consecuencias”. “No sólo se defiende la costa, sino el futuro de las siguientes generaciones, y se lucha contra una corrupción institucionalizada de las administraciones”, resuelve.

La esperanza es lo último que se pierde, aunque Delgado y, como él, muchos gallegos, aseguran que ésta pasa por un cambio en Galicia el próximo 18 de febrero. No es fácil, las matemáticas juegan en su contra y las evidencias de una hegemonía popular durante cinco mandatos -si se tiene en cuenta el de Rueda- parecen insuficientes para voltear el tablero.

Con todo y eso, ¿por qué no? Desde luego, llamadas de socorro no faltan por parte de nuestro protagonista, quien, aunque deja claro que “desde que entraron el PP y Feijóo” son “absolutamente pesimistas", la esperanza de los gallegos "es que haya un cambio de Gobierno, porque Galicia lo merece”. Y le aporta un toque literario: “La Xunta es una madre que no está atendiendo a sus hijos. Nos tiene abandonados y queremos una madre que sepa velar por sus hijos”.

Desde que Feijóo y el PP entraron, somos absolutamente pesimistas. Necesitamos un cambio de Gobierno

Pero no solo duelen los hechos, también las palabras, y todavía en Galicia recuerdan aquellas del expresidente Mariano Rajoy cuando definió los vertidos de hace 12 años como unos “hilillos”. “Y Manuel Fraga estaba de caza”, recuerda Delgado: “En fin, nadie se preocupaba por los puertos del litoral gallego”.

Ahora, desde que los pellets invadieron el norte del país empezando por la costa gallega las salidas de tono han sido la tónica habitual en la Xunta, mentiras o incoherencias aparte. Quién sabe si pasarán también a la historia las declaraciones del conselleiro de Mar, Alfonso Villares, diciendo que nadie se come “el aparato digestivo de los peces” y que los plásticos en estos animales “entran por donde entran y salen por donde salen”.

El tiempo dirá. Lo que está claro es que sentaron muy mal: “Las salidas de tono de los responsables políticos del PP y de la Xunta no son nuevos. Quien le escucha sabe que no es un hombre de mar (…), pero duelen, no por nosotros, que ya estamos acostumbrados y lo asumimos con facilidad, pero las generaciones que vienen detrás se van a encontrar con un panorama indigno, más cerca de la Torre de Babel que de una democracia del siglo XXI”, expresa. “En Europa damos risa”.

Pese a todo, la consiga es clara: no van a dar ni un paso atrás en defensa de su identidad. Lo han respaldado en las últimas semanas saliendo a la calle y lo evidenciaron desde el primer día, cuando los voluntarios se lanzaron a la arena desprotegidos. “Si un vecino va a tu casa a echarte la basura en la sala de estar, saltas. Pues esto es lo mismo”, identifica Delgado, que lanza también un dardo a la Xunta en este sentido, recordando que para recoger este elemento -tóxico- hay que hacerlo “con guantes”, después “entregarlos en las administraciones municipales…”, etc.

No es ajeno a la realidad ni, con ello, a la posibilidad -incluso certeza- de que la costa atlántica sufra otro episodio de este tipo: “Hay muchos barcos en Finisterre, a la deriva… la siniestrabilidad está ahí. De hecho, se han vertido o caído y los medios no se han hecho eco”. Pero sí hay cosas que se pueden hacer en favor de la “cultura del medio ambiente”, la “prevención de accidentes” y la “protección del hábitat”.

“Nosotros estamos acostumbrados a este entorno y no lo podemos identificar como el que lo ve por primera vez, pero eso es la ciudad de cristal, es una ciudad acogedora (…) Hay que cuidarlo, pueden contar con nosotros para ello; y vamos a seguir, porque nosotros somos todos”, concluye visiblemente emocionado.

La tía de Alfonso Rueda cobra 60.000 euros y lidera un proyecto contra los microplásticos por valor de 1,3 millones

Las informaciones reveladas por ElPlural.com reflejan que Paloma Rueda ejerce como directora-gerente del Centro Tecnológico del Mar-Fundación CETMAR, una fundación adjunta a la Xunta en la que cobra 60.000 euros anuales.

Tal y como añadía este medio, se conoció que la tía de Alfonso Rueda lidera una iniciativa de 1,3 millones de euros contra los microplásticos en plena crisis de los pellets. La Xunta anunció a bombo y platillo la iniciativa ocho días después del primer aviso por la llegada de pellets.