Mientras la Comunidad de Madrid redobla su cruzada mediática contra el cannabis y agita el fantasma del “apocalipsis” de la drogadicción, los datos del Ministerio de Sanidad pintan un escenario muy diferente —y preocupante— en el que el alcohol y los hipnosedantes sin receta se alzan como las verdaderas amenazas. El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, ha sido tajante este miércoles: el consumo diario de alcohol en Madrid “casi se ha duplicado” desde el año 2000, mientras que en el conjunto de España apenas ha variado.

Padilla, número dos del ministerio que encabeza Mónica García, no ha escatimado en críticas a la presidenta regional Isabel Díaz Ayuso, a quien ha acusado directamente de actuar como “poco menos que la delegada comercial de las empresas de venta de alcohol”. Una afirmación cargada de dureza, pero que encuentra respaldo en los propios datos oficiales: el porcentaje de personas que beben alcohol a diario en la Comunidad ha pasado del 8,6% en el año 2000 al 15,5% en 2024. En el resto del país, el aumento ha sido apenas perceptible.

La advertencia del Gobierno central apunta a una peligrosa singularidad madrileña: no solo se dispara el consumo de alcohol, también se incrementa el uso de hipnosedantes sin receta. Entre la población adolescente, uno de cada diez menores ha probado estos fármacos en algún momento. Si se desglosa por género, la cifra es aún más alarmante: una de cada siete chicas ha consumido hipnosedantes sin prescripción médica. “Esto es una barbaridad”, ha sentenciado Padilla.

Pero, lejos de hacer autocrítica o abordar con rigor estas cifras, el Ejecutivo de Ayuso ha preferido dirigir el foco hacia el cannabis. Una maniobra que Padilla ha calificado de “curiosa” y “paradójica”, ya que el propio Plan Regional contra las Drogas ignora por completo las palabras “alcohol” y “tabaco”, centrándose exclusivamente en sustancias como la marihuana, la cocaína o las drogas de diseño. “Estamos muy lejos de esa especie de apocalipsis de la drogadicción que parece intentar dibujar este Gobierno de la Comunidad de Madrid”, ha añadido el secretario de Estado, desmontando el relato catastrofista del Ejecutivo regional.

En contraste con el alarmismo madrileño, los datos nacionales revelan una realidad muy distinta: el consumo de cannabis entre adolescentes ha descendido casi a la mitad en los últimos 20 años. Lejos de aumentar, como sostienen desde el PP madrileño, los consumos de esta sustancia han mostrado una clara tendencia a la baja, especialmente en edades tempranas. Esta evolución pone en tela de juicio la necesidad de campañas punitivas o moralizantes, como las que impulsa el Gobierno de Ayuso, y abre el debate sobre la regulación.

Padilla ha dejado claro que regularizar determinadas sustancias “no incrementa el consumo en la población adolescente”, según apuntan experiencias internacionales como la del estado de Colorado (Estados Unidos), donde tras la legalización del cannabis el consumo entre jóvenes ha disminuido. Pese a ello, el Ministerio de Sanidad no tiene previsto avanzar por ahora en esta línea, aunque insiste en la necesidad de basar cualquier decisión en datos contrastados.

Mientras tanto, la presidenta de la Comunidad de Madrid continúa sin responder a los datos. Su falta de políticas eficaces para combatir el consumo excesivo de alcohol o el uso indebido de medicamentos en menores no solo evidencia una alarmante dejación de funciones, sino que pone en riesgo la salud pública. La banalización del consumo, los guiños constantes al sector hostelero y el silencio ante el auge del alcoholismo diario reflejan un modelo de gestión que prioriza el beneficio económico frente al bienestar de la ciudadanía.

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