La tensión con Moncloa no cesa. El Gobierno de Isabel Díaz Ayuso confirma el veto al desfile del Dos de Mayo de los miembros del Gobierno, pero personificándolo sobre la figura del titular de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres. “No es bienvenido”, afirman desde el Ejecutivo de la baronesa conservadora, que cargan contra el ministro socialista por encabezar una batalla cultura por la resignificación de la sede de la Administración madrileña, ubicada en la Real Casa de Correos, antiguo centro de tortura franquista.

"Y si está, tenemos servicios de protocolo para decirle que no ha sido invitado y que, por tanto, no es bienvenido a esos actos". Así de contundente se ha expresado el portavoz del Gobierno autonómico, Miguel Ángel García Martín, en los Desayunos Madrid organizados por Europa Press. El también consejero de Presidencia, Justicia y Administración Local ha apostillado a continuación que Moncloa en su conjunto “ha desertado de esos actos”, responsabilizando al Ejecutivo central de la guerra abierta por Sol.

El consejero ha trasladado que la Comunidad hará un acto del Dos de Mayo “a la altura”, pese a que el Ejecutivo nacional no vaya a realizar la tradicional parada militar. Al ser interrogado por la invitación al ministro de Política Territorial, García Martín ha indicado que no estará en la festividad madrileña por querer “meter sus manos” en la Real Casa de Correos y “vincularla con el Franquismo”.

"En su política de confrontación, insisto, no han entendido que es mejor la cooperación y la responsabilidad institucional que estar buscando siempre la confrontación, siempre tratar de perjudicar y siempre tratar de agraviar (...) Tienen la oportunidad de cambiar su forma de entender la política, su forma de relacionarse con la Comunidad de Madrid", ha precisado el consejero.

Ubicación franquista

El edificio sitado en el centro de la capital ha desempeñado diversos roles a lo largo de los siglos y durante “más de 250 años”, como esgrimía la lideresa de la región en una carta remitida al Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática.

Sin embargo, la política conservadora obvia el pasado franquista del lugar, que fue testigo de torturas bajo el nombre de la Dirección General de Seguridad (DGS) sobre personas que se oponían al régimen. Existe muchísima documentación a todos los niveles sobre ello, como libros o largometrajes. Ahora, para rememorar ese pasado y rendir homenaje a las víctimas que sufrieron la represión, desde Moncloa exigen al equipo de Ayuso que coloque una placa con este distintivo, algo a lo que ella se niega.

La Real Casa de Correos fue construida en el siglo XVIII bajo el reinado de Carlos III. En un primer momento, su objetivo fue el de centralizar el servicio postal de Madrid, pero éste fue cambiando con el paso del tiempo, hasta la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), cuando albergó la DGS. En la teoría, el régimen franquista lo vendió como una herramienta para mantener el orden público, pero en la práctica se convirtió en epicentro de la represión franquista.

Hay personas que todavía viven y pueden contar de primera mano lo acontecido en aquella época, no tan lejana. Una de ellas es Julio Pacheco, detenido a la edad de 19 años y ahora primera persona que hablará ante una jueza para poder relatar esos episodios que todavía mantiene en mente y retina. ElPlural.com tuvo la oportunidad de hablar con él.

Él y muchas otras personas que pelearon por la libertad de un país vieron privada la suya propia en los sótanos de la ahora sede de la Comunidad de Madrid. Figuras como la de Antonio González Pacheco, alias “Billy el Niño”, se hicieron célebres por ser algunos de los máximos artífices de los interrogatorios de las víctimas.

Una vez llegó la transición democrática que empezó en 1975, la Real Casa de Correos siguió empleándose como centro de detención durante algunos años más. Así las cosas, no fue hasta la década de 1980 cuando el edificio adquiere el significado actual, coincidiendo con la creación de la Comunidad de Madrid. Pese a ello, algunas dependencias policiales continuaron operando en su interior.

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