El Ayuntamiento de Madrid, presidido por José Luis Martínez-Almeida ha inaugurado en el distrito de Latina la primera de las siete fuentes ornamentales que conformarán un recorrido simbólico inspirado en la constelación de la Osa Mayor. La fuente, llamada Benetnasch, se sitúa junto a la estación de metro Colonia Jardín y forma parte de un proyecto ambicioso que, según el consistorio, busca “rendir homenaje a las estrellas del escudo de Madrid” mediante arte urbano, memoria histórica y regeneración paisajística.

Sin embargo, apenas horas después de su inauguración, el proyecto ha sido objeto de críticas y burlas por un detalle que no es precisamente menor: la estrella de hormigón que corona el diseño tiene cinco puntas, cuando las estrellas del escudo de la ciudad de Madrid —al que supuestamente se rinde homenaje— son, en realidad, de seis.

El delegado de Urbanismo, Borja Carabante, responsable del proyecto, aseguró que las fuentes representan las siete estrellas del escudo municipal. No obstante, lo que se ha representado es otro símbolo diferente: las estrellas de cinco puntas de la bandera de la Comunidad de Madrid, confundiendo dos iconografías institucionales que, aunque similares, tienen significados y usos distintos. El error, ya materializado en hormigón blanco pulido y con sistema hidráulico incorporado, ha sido confirmado por el propio Ayuntamiento.


Se trata de una confusión que, más allá de lo anecdótico, tiene implicaciones políticas y económicas. Tal como ha explicado el Ayuntamiento, estas siete fuentes forman parte de un proyecto más amplio de intervención paisajística con una inversión total de 108 millones de euros en 124 actuaciones desde 2019. El coste específico del conjunto de fuentes no ha sido detallado aún por el consistorio, aunque se estima que su fabricación, instalación y adecuación del entorno conlleva una inversión significativa. Un coste que ahora muchos ciudadanos cuestionan a la luz del error simbólico.

Desde la oposición y distintos colectivos vecinales no han tardado en expresar su malestar por lo que consideran un ejemplo más de “urbanismo espectáculo”, desconectado de las necesidades reales de la población. En redes sociales, varios usuarios han ironizado con que “al menos el agua es real”, mientras otros recuerdan que en muchos barrios de la capital, especialmente del sur, las prioridades son otras: servicios públicos insuficientes, problemas de acceso a la vivienda, transporte público saturado o zonas verdes abandonadas.

En este sentido, la instalación de siete fuentes idénticas —heptagonales, de cinco metros de diámetro, con una estrella errónea en el centro— corre el riesgo de convertirse en símbolo involuntario de la desconexión entre los discursos institucionales y la gestión práctica de lo cotidiano. Porque más allá del diseño o de la voluntad estética del proyecto, lo que muchos madrileños ven es la inversión de recursos públicos en una ornamentación errónea, que no solo no representa lo que se prometió, sino que lo hace de forma incorrecta.

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