Lo que suceda en Madrid el próximo 4 de mayo, el resultado que salga de las urnas, no solo no será definitivo para la primera región de España, sino para que lo ocurra a nivel estatal.

Las cuentas están echadas y alguien se verá afectado, para bien o para mal, dependiendo del resultado de ese martes de comicios. Y ese no será otro que Alberto Núñez Feijóo.

Su compañera de partido, Isabel Díaz Ayuso, si las cosas salen como su súper asesor MAR espera y para lo que ha diseñado esta vorágine trumpista, puede convertirse no solo en presidenta regional de la Comunidad Autónoma de Madrid, sino en aspirante a hacerse con el mando de su partido a nivel nacional.

Y claro, en medio, este sainete político-electoral de laboratorio de la madrileña que, si no fuera por su trascendencia, podría responder perfectamente al guion de un episodio de La Que Se Avecina, con gags de humor surrealista incluidos. Pero las consecuencias pueden ser mucho más graves.

El principal perjudicado de todo esto es el presidente gallego. Aunque lo siga negando, quiere ser el salvador de un Partido Popular venido a menos, capaz, no solo de sostenerse desde fuera en gobierno regionales con el respaldo de la ultra derecha, sino también dejándose apoyar sin esconderlo. Ahora mismo es difícil olvidar las reverencias del aún líder Pablo Casado a los ex VOX de Murcia - que no renuncian a las ideas extremistas- en señal de agradecimiento y a los que no descarta 'regalar' algún que otro cargo.

Feijóo sabe que una cosa es defender lo de Andalucía o, hasta ahora, Madrid, y dejarse querer por los ultras; otra bien distinta es echarse en sus brazos y aparecer juntos cada semana en sus reuniones de Gobierno. Eso es difícil de tragar y es contra lo que se manifestó el propio Feijóo, por ejemplo, con los arrebatos de Cayetana Álvarez de Toledo.

El líder gallego es visto por muchos, también por barones regionales, como la alternativa perfecta y moderada a los aires bélicos que salen de la capital. Con un Casado abrazado a las deriva ideológica de Ayuso y el súper asesor que quiere volver a mandar, no son pocos los que observan a Feijóo como uno de los pocos que puede 'devolver' la normalidad al PP.

Una victoria con presidencia de Ayuso en Madrid con los ultras de VOX es una losa muy pesada para quien, entre otras cosas, presume dentro y fuera de su partido de haber paralizado las ansias de Abascal y sus acólitos en Galicia. Por ello, si el de Os Peares pudiera votar en Madrid lo haría a Ángel Gabilondo, incluso con Pablo Iglesias mediante y con posibilidades de entrar en un futuro ejecutivo (aunque esto, de poder gobernar el candidato del PSOE ya se verá).

Feijóo y su entorno (y otros dirigentes regionales 'populares') son muy conscientes de que abrir las puertas de los ejecutivos autonómicos a la ultra derecha puede ser una copia de lo que está sucediendo con Iglesias en el central, pero con la diferencia de que mientras Unidas Podemos está en tendencia descendente de apoyos, los de VOX siguen al alza.

Del mismo modo, también existe la convicción de que el objetivo último de Ayuso (y Miguel Ángel Rodríguez) no se queda en Madrid, sino que quiere ir más allá. Y esto, aunque su estrategia trumpista no tendría, a priori, un reflejo similar en Galicia, Cataluña, Extremadura, Canarias o Asturias. Feijóo, los suyos y quienes le animan a dar el paso saben que tratar de gobernar en España siendo residuales en Cataluña y Euskadi, y sin recuperar en Andalucía, es imposible, aunque en Madrid se suba.

Mientras, Pablo Casado podría haber empezado a enviar CV a empresas inmobiliarias como experto en la venta de grandes inmuebles y especialista en tirar por la borda la carrera política propia. Se comenta ya que un ex líder centrista le ha 'colado' su hoja de vida laboral en el bufete en el que entró a trabajar hace no mucho. Al fin y al cabo, ambos, aunque licenciados en Derecho, coinciden en su escasa experiencia laboral previa a su dedicación pública.