La sede de Compromís per Picanya, en la Comunidad Valenciana, ha amanecido con amenazantes mensajes de odio pintados en la puerta de su sede. Frases como “traidores a la patria” o “Picanya fascista y anticatalanista” aparecieron durante la pasada noche, en un acto que el grupo valenciano ha puesto en conocimiento de la Policía y denunciará ante la Guardia Civil por delito de odio. La localidad que ha sido atacada fue una de las afectadas por la DANA, expresando en las redes sociales de Compromís que "seguiremos, como siempre, trabajando por el pueblo valenciano, y con la cabeza todavía más alta".

Guillem Gil, concejal de Compromís en Picanya, ha sido contundente también en sus redes sociales: “Ningún fascista hará callar a nuestro pueblo. La extrema derecha no tiene cabida en Picanya. ¡Os plantaremos cara!” Desde la formación, insisten en que no cederán ante las amenazas: “Cuando la derecha y la extrema derecha se instalan en los discursos de odio, los radicales responden.”

Finalmente, el síndic en Les Corts, Joan Baldoví, también mostró su apoyo: “A los que intenten amedrentarnos, una cosita les digo: con Compromís habéis pinchado en hueso. ¡Nunca nos harán bajar la cabeza!”.

Cuando el odio político sale a la calle

Esta agresión indefendible no es un caso aislado, sino parte de lo que viven diariamente las sedes políticas, con amenazas antidemocráticas. Y es que, hace menos de un mes, la sede del PSOE de León fue vandalizada no solo con pintadas, sino también con cristales rotos, sumándose a una oleada de 170 agresiones en los últimos meses, escalando un odio político protagonizado por ciertos sectores de la derecha.

Mientras tanto, el silencio del Partido Popular ante estos hechos solo añade más leña al fuego. Callar ante una agresión política es, como advierte el PSOE, una forma de ampararla. No hay neutralidad posible frente al odio: “Se condena o se ampara”, han insistido en repetidas ocasiones desde el colectivo.

Las palabras hieren, las amenazas dejan huella, pero las pintadas, los hechos y los ataques organizados dejan una marca más profunda, no solo en las sedes, sino en la salud de nuestra democracia. Y es que, en estos tiempos donde la crispación lidera las calles del país, el compromiso progresista se demuestra con firmeza, con condena clara y con valentía para frenar a los que quieren imponer el miedo.

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