En demasiadas ocasiones incurrimos en el error de identificar las necesidades y demandas de la sociedad catalana con las reivindicaciones del nacionalismo catalán, para regocijo de sus dirigentes. Muchos catalanes consideran que no se respeta suficientemente su identidad, que su autogobierno no está bien resuelto, y que su encaje con el resto de España y de Europa requiere de una revisión profunda. Debemos atender este reto con inteligencia.

El desafío nacionalista es cosa bien distinta. La ideología nacionalista es cuestionable y peligrosa. Busca la autoafirmación nacional por exclusión de los demás. Antepone esta afirmación propia sobre cualquier principio de solidaridad o justicia. Traduce siempre los problemas o las faltas de entendimiento como falsos agravios o discriminaciones. Simplifica las identidades múltiples propias de nuestro tiempo en la sola identidad nacional, y convierte esta identificación en un sentimiento de rechazo al extranjero y al diferente.

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