El presidente del Gobierno y líder del PP, Mariano Rajoy (c), junto a la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal (i), y la presidenta del PPC, alicia Sánchez Camacho (d), a su llegada hoy a la clausura de las jornadas sobre buen gobierno en los ayuntamientos organizadas por el PP en Barcelona. EFE El presidente del Gobierno y líder del PP, Mariano Rajoy (c), junto a la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal (i), y la presidenta del PPC, alicia Sánchez Camacho (d), a su llegada hoy a la clausura de las jornadas sobre buen gobierno en los ayuntamientos organizadas por el PP en Barcelona. EFE



Después de unos días anunciando una esperada y necesaria visita del Presidente del gobierno a Cataluña, y una vez se ha producido, la desesperanza y el desamparo de aquellos que aún creemos en una solución para la relación entre Cataluña y el resto de España ha aumentado un nivel más.

El gobierno del PP lleva tiempo sin entender nada, pero las iniciativas "políticas" de las últimas semanas rozan la torpeza más absoluta, la irresponsabilidad total y el autismo de un gobierno encerrado entre la incapacidad de su presidente y la inexistencia de una sola voz sosegada, sensata y moderada que en vez de dejarse arrastrar por la voluntad de sangre y conflicto del ala más dura del PP, sea capaz de guiarse por la senda de la propuesta política y la búsqueda de soluciones.

Que Artur Mas no podía convocar la consulta del 9N con la ley de consultas no referendarias era una evidencia jurídica, que le había recordado en reiteradas ocasiones incluso el PSC, quien votó favorablemente a la ley aprobada por el Parlament, avisando, repito, de esa imposibilidad, día sí y día también. El gobierno catalán sabía de la citada imposibilidad y trabajaba desde el primer día en la alternativa a un decreto que con toda seguridad iba a ser suspendido por el Tribunal Constitucional.

Empezaron, tras la suspensión, unos días para enmarcar, en los que Mas anuncia que su objetivo es engañar al Estado y el gobierno de España, sin necesidad aparente, pero con una torpeza considerable, decide recurrir lo que había sido bautizado como proceso participativo o "nuevo 9N". Sí, lo de Mas es de traca, pero lo de Rajoy no le va a la zaga. ¿Por qué recurrir aquello que has estado días diciendo que no existe, que no tiene validez y que es ridículo?

No contentos con ello, unos días después, en una de las declaraciones políticas más bochornosas que se recuerdan, Alicia Sánchez Camacho anuncia a bombo y platillo que la fiscalía actuará. Desacreditando así la futura decisión y lo que es peor, demostrando que lo peor estaba por venir. Y llegó la querella contra el president de la Generalitat, su Vicepresidenta y la Consellera de Educación, y con ello la peor de las noticias para los partidarios de una tercera vía: Rajoy no tiene una sola propuesta para solucionar el conflicto, pero tiene litros de gasolina y cerillas suficientes para empeorarlo.

Lo decía antes, el Partido Popular no ha entendido nada. Y la visita de Rajoy a Catalunya ha sido la última y clara demostración de ello. Ni una sola propuesta, ni un solo camino abierto, ni una sola alternativa. Generalidades, algún que otro exabrupto y un discurso para tener satisfechos y contentos a aquellos que, errróneamente, consideran que esto se debe resolver con mano dura. Creo que la visita no ha dado ni una sola razón para pensar que hay una posible solución y en cambio ha dado unas cuántas a los que se quieren ir de España cuanto antes. ¡Bravo por el Presidente!

Pero para decirlo todo, el Partido Popular no cambiará de postura si el PSOE no tiene una posición aún más contundente, sin fisuras y determinada. Mientras Alfonso Guerra, Bono u otros sigan diciendo algunas cosas que tienen que ver mucho con el proyecto de Rajoy para Cataluña y no con lo que los socialistas españoles dijeron en Granada en julio de 2013. O mientras esa propuesta de reforma constitucional no sea defendida por todos los socialistas como el único camino posible hacia el acuerdo con plena convicción y no con la boca pequeña de algunos, porque si no es así, el PP se verá plenamente avalado para seguir intentando ganar votos en el resto de España, sacrificando una vez más su proyecto en Cataluña. Pedro Sánchez debe desautorizar a esas voces del PSOE que trabajan en este tema para el PP, de lo contrario, sin los votos progresistas de Cataluña, será difícil que vuelva a llevar al PSOE a la Moncloa.

En definitiva, aquellos que no quieren la independencia no han construido una alternativa clara ni un proyecto esperanzador. Unos -el PP- porque no lo quieren, y otros -el PSOE- porque siempre han tenido un excesivo complejo con los temas de la patria respecto a los conservadores.

El independentismo catalán ha construído durante años una hegemonía política, y sólo se le podrá rebatir desde otra que sea capaz de convencer a más gente. Y digo convencer, no vencer.

La crisis económica, un proyecto socialista débil en Cataluña y en España estos últimos años y la mayoría abosulta del PP, en manos de un bombero pirómano, son los tres factores que nos han traído hasta aquí. Sinceramente no veo en Rajoy la capacidad, la calma ni el margen de maniobra dentro de su partido para afrontar esta situación. Sin embargo, haga o no lo correcto el gobierno de España, el proceso en Cataluña sigue, y los catalanes y españoles que no vemos a nadie poner encima de la mesa una solución seguimos con cara de circunstancias, profundamente preocupados y huérfanos de propuestas por parte de un gobierno de España, incapaz también en este tema.