Salvador Illa ha anunciado que el “PSC hará más que dirá” en el escenario de las inevitables negociaciones de Pedro Sánchez con ERC y Junts para asegurarse su permanencia en La Moncloa. El secretario general de los socialistas catalanes está estos días más lacónico de lo habitual, tal vez teniendo bien presente la fatalidad que suele amenazar al PSC cada vez que el PSOE tiene necesidad imperiosa de pactar con los nacionalistas catalanes, ahora autoproclamados independentistas. De hecho, en el ensayo general de la negociación con motivo de la constitución del Congreso, el PSC perdió su posición institucional más vistosa, la presidencia de la cámara baja.

La renuncia de Meritxell Batet a la presidencia del Congreso se explica por diferentes factores, entre ellos, el fleco judicial que tiene pendiente la expresidenta en el Constitucional por el caso de la retirada del escaño al diputado Alberto Rodríguez, de Unidas Podemos. El caso es que siendo el PSC el principal granero electoral del PSOE, no consiguió que la sustitución de Batet recayera en una diputado o diputado catalán. En su comparecencia, Illa se ha limitado a expresar su convicción de que Francina Armengol, mucho más querida por los independentistas que Batet, será una excelente presidenta.

El PSC ha aprendido a encomendarse al fatalismo cada vez que un presidente socialista del gobierno español ha necesitado de forma perentoria de los votos de Jordi Pujol, Josep Lluís Carod-Rovira, Artur Mas, Oriol Junqueras o Carles Puigdemont.  Desde los tiempos de Felipe González a Pedro Sánchez, pasando por la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero, siempre ha pagado la factura el PSC, siendo la más onerosa la del Estatuto de 2006. Seguramente, Salvador Illa cree firmemente que su relación con Pedro Sánchez le permitirá evitar la repetición de la jugada y que salvar el gobierno progresista del estado no le perjudicará en sus excelentes expectativas en la política catalana.

En una cosa fue rotundo Illa en su comparecencia. “Cataluña ha dicho nítidamente y de forma contundente que quiere que Pedro Sánchez vuelva a ser presidente” y para hacer esto posible, el primer secretario del PSC explicó que en estos tiempos de negociaciones hay que favorecer “el debate, la discreción, el diálogo y el trabajo metódico”. Y está en lo cierto, el PSC ganó las elecciones generales en Cataluña, consiguiendo 19 diputados frente a los 7 de ERC y los 7 de Junts. Con los 7 de Sumar, suponen 26 diputados de los 46 en juego en las cuatro circunscripciones catalanas.

El PSC ganó las elecciones con un discurso nítido: los socialistas somos la garantía para evitar un gobierno PP-Vox y salvaguardar los avances sociales del ejecutivo de Pedro Sánchez. También se pronunció con toda claridad contra la reclamación central de ERC y Junts: la amnistía para los protagonistas principales o secundarios del Procés, lo que según las entidades y partidos independentistas afectaría a más de 3.000 personas. El PSC, que impulsó y aplaudió los indultos, derrotó de forma inapelable a los partidos independentistas con un mensaje que redondeaba la negación de la amnistía con una fórmula que Illa tiene patentada: Cataluña lo que necesita es el diálogo para la reconciliación.

La aritmética parlamentaria ha situado a los 14 diputados defensores de la amnistía en el centro de la ecuación y aunque el PSOE les ofrece la conocida voluntad de desjudicializar la política catalana, los líderes de ERC y Junts se han conjurado (parece) a no rebajar su reclamación. Illa ha empezado a sortear en su comparecencia en la Seu d’Urgell la pregunta de rigor sobre el tema. Sánchez, después de ver al Rey para ofrecerse a intentar su investidura, preguntado sobre la misma cuestión se limitó a decir que el pacto para salirse con la suya debe hacerse con diálogo y Constitución.

Desde hace unos días, el debate académico sobre la posibilidad de aprobar una ley de amnistía sin saltarse la Constitución se ha equilibrado entre defensores y detractores de la iniciativa, tras varios años de cierto consenso sobre la dificultad de encajar una ley del olvido en el texto de la Carta Magna. La amnistía no es citada por su nombre en la Constitución, que tan solo recoge la prohibición de los indultos generales y todo el mundo parece estar de acuerdo en que son cosas diferentes. El movimiento de los expertos no ha pasado desapercibido a los independentistas que han redoblado su exigencia. También Salvador Illa con su silencio dio acuse de recibo al cambio ambiental detectado respecto de una de las seguridades electorales del PSC.