Mientras la totalidad de los líderes políticos desfilan por el Palacio de la Zarzuela -con excepción de Esquerra Republicana de Catalunya y EH Bildu-, el foco mediático no quita ojo al independentismo y especialmente a Carles Puigdemont, uno de los hombres más buscados del momento. En sus manos tiene las llaves del país entero, con Junts de nuevo siendo decisivo. Este pasado lunes fue el protagonista del acto de la 55 edición de la Universidad Catalana de Verano. Los objetivos de las cámaras le apuntaban en su primera salida de Bélgica tras perder la inmunidad por su condición eurodiputado, pero también porque en la foto final saldría junto al actual president de la Generalitat, Pere Aragonès. Un homenaje al compositor Pau Casals en el 50 aniversario de su fallecimiento y en el que también se personaron otros ex jefes del Ejecutivo regional como Jordi Pujol, José Montilla o Quim Torra. Una estampa que no es accesoria, pues exhibe una sincronía de las dos fuerzas soberanistas.

ERC ha demandado a sus socios de Junts que el momento presente requiere de una acción conjunta; una suerte de frente común independentista para presionar tanto a Partido Socialista como a Sumar en las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez. Este pasado lunes, los dos resortes catalanistas así lo exhibieron en un acto de la Universidad Catalana de Verano. Un evento que ha dejado una imagen de aparente unidad en esa facción, respondiendo, al menos sobre el papel, a las demandas de los republicanos. Tanto Aragonès, como Pujol, Torra y el propio Puigdemont tomaron parte activa en el homenaje a Pau Casals, aunque el expresident fugado mostró sus habilidades para regatear a los medios de comunicación y mantener viva la estrategia de silencio total que impera entre los neoconvergentes mientras se mantengan las conversaciones con el PSOE.

Puigdemont fue el más aclamado, como una estrella del rock. Centenares de simpatizantes independentistas recibieron al expresident entre gritos de “nuestro presidente” o de “independencia”. Quien aún corta el bacalao en Junts -aunque sea en la distancia- reventó el aplausómetro frente al tímido apoyo a Aragonès y, por supuesto, los abucheos y cánticos que se llegó el socialista José Montilla. La delegación neoconvergente, por fin, respondió a las exigencias de sus socios republicanos en materia de unidad. Escenificaron la sincronía que en los fueros de ERC creen necesaria para forzar al tándem Sánchez-Díaz a cumplir con todas sus condiciones, especialmente las más comprometidas para las dos formaciones progresistas: amnistía y referéndum de autodeterminación. Ya no vale potenciar el uso del catalán en el Congreso u otras medianías. El independentismo ha subido el precio. A su juicio, de hecho, bien lo vale su respaldo en una investidura.

¿Frente común?

Cierto es que la totalidad de las referencias discursivas se las llevó el homenajeado, pero también el escenario político actual en España. En menor medida, eso sí. Ninguna de las dos formaciones pierde el ojo a la posible investidura de Pedro Sánchez, aún en el aire. Nada se ha movido de momento. De hecho, ni el propio jefe del Ejecutivo en funciones ni Alberto Núñez Feijóo trasladarán este martes a Felipe VI los apoyos necesarios para ser ungidos como presidente del Gobierno. Puigdemont aprovechó la figura de Casals para, principalmente, elogiarle al buscar una “salida por el país” y no a título personal. “Tenemos derecho a hacer lo mismo por el país, la lengua y su gente”, deslizó el expresident, al tiempo que proyectaba al músico como un “punto de apoyo” para redimensionar Cataluña y el catalán porque son “patrimonio del mundo”.

Con el catalán como hilo conductor, abordó la exigencia de los independentistas para hacer del éste una “lengua de Europa”; un idioma “vivo al lado de las otras” y siguiendo el ejemplo de las generaciones que les precedieron. Asimismo, Puigdemont resaltó la magnanimidad de Casals, equiparándola a la labor de los líderes secesionistas, que no han buscado una “salida personal”, sino que han antepuesto al “pueblo de Cataluña” frente a sus intereses personales. Momento en el que Aragonès recogió el testigo del dirigente de Junts para subrayar que es más necesario que nunca reclamar “amnistía y autodeterminación”, pues entiende que el “conflicto catalán está aún por resolver”. “No es por represión, sino por la negativa del Estado de permitir a Cataluña decidir libremente su futuro”, deslizó el máximo mandatario catalán, al tiempo que lamentaba la excepcionalidad que comporta este cónclave de los presidentes de la Generalitat fuera del territorio español, aludiendo expresamente al proceso que aún pende sobre Puigdemont.

Por ello, el president Aragonès remarcó que es “imprescindible” encontrar una “solución democrática” para resolver el conflicto y que este acto “pase a ser una normalidad”. Sí admitió, por el contrario, que en Cataluña no se puede hablar de “plenitud nacional”, reivindicando medidas concretas para fomentar el uso del catalán y “ejercer plenamente los derechos y libertades” que les competen como nación, trazando “caminos amplios”.