La puesta en marcha de la legislatura más incierta ha sido posible porque el PSOE ha accedido a desempolvar viejos asuntos pendientes para obtener el apoyo de ERC y Junts en la elección de la nueva presidencia y la Mesa del Congreso. Exactamente han sido tres promesas concretas (uso del catalán, eusquera y gallego en la cámara baja, comisiones de investigación para el atentado terrorista del 17-A y el caso Pegasus) y una demostración de buena voluntad al subrayar, de nuevo, la urgencia de desjudicializar los efectos del Procés. Para ERC y Junts esto significa que la amnistía se abre paso lentamente, sin embargo, para el PSOE no es otra cosa que la primacía de la política por encima de la judicialización del conflicto. El ensayo general le ha salido estupendamente a Pedro Sánchez y habrá que dejar pasar algunos días para saber cómo les irá a los independentistas su reencuentro en el pragmatismo.

La negociación de la investidura entre PSOE e independentistas catalanes depende en buena parte de las reacciones que vayan a producirse a partir de ahora, especialmente durante la celebración de la Diada. La primera en manifestar su desacuerdo con las posiciones conciliadoras y parecidas de ERC y Junts ha sido, precisamente, la ANC, organizadora de la tradicional manifestación soberanista del 11 de Septembre. Para la Assemblea Nacional Catalana lo vivido en el Congreso no fue otra cosa que “el blanqueamiento del estado opresor” por parte de los partidos independentistas. Carles Puigdemont expresó su satisfacción por la petición del gobierno español a la Eurocámara para que puedan utilizarse en el Parlamento europeo los idiomas cooficiales en España.

La primera tanda de negociaciones entre el PSOE y Sumar con el independentismo se ha saldado con relativa facilidad. El más relevante y significativo de los acuerdos es el de la modificación del reglamento del Congreso para que sus señorías puedan hablar libremente en gallego, catalán o eusquera. De hecho, la nueva presidenta de la cámara, Francina Armengol, ha avanzado que el cambio será efectivo de forman inmediata. El uso de las lenguas cooficiales en la cámara baja es una vieja reivindicación que se ha visto frustrada siempre (2011 y 2022) por los votos del PSOE y el PP. De materializarse en esta ocasión, supondrá un avance substancial en el reconocimiento de la pluralidad nacional de España.

La paradoja de este acuerdo es que los partidos separatistas catalanes pueden apuntarse el éxito de haber dado el empujón definitivo a una medida que no va en el sentido de la ruptura de España, sino todo lo contrario, en el de la confirmación que es posible reconocer la pluralidad lingüística sin mermar la unidad del estado. La digestión de esta negociación pragmática puede ser algo larga y complicada.

De entrada, los focos de la crónica política buscaron enseguida la cita de la amnistía en los acuerdos anunciados. No la hay, pero para ERC y Junts la habrá, porque detrás del concepto de la desjudicialización ellos ven una ley de amnistía. Una ley que el PSOE se apresuró a negar. El siguiente paso será el aceptar como terreno común del lenguaje político la búsqueda de medidas diversas cuyas consecuencias puedan asimilarse a los efectos de la amnistía. Al menos, aparentarlo.

La investidura no está cerrada. Lo han repetido todos los socios del PSOE menos Sumar. Lo que sí parece innegable es que, de momento, ERC ha ganado la partida, arrastrado a Junts (¿y a Puigdemont?) al escenario del posibilismo. De confirmarse esta evolución, ERC y Junts estarían en una situación semejante a la de Bildu y PNV, compitiendo ante sus electores para capitalizar las concesiones arrancadas al PSOE, siempre necesitado de sus votos. Los socialistas tienen cierta experiencia en moverse en este pantano y para la política catalana este desembarco en la tierra firme del partido de Puigdemont es una magnífica noticia, aunque pendiente de confirmación en las próximas semanas.

En la primera ronda, el PSOE y Sumar han evitado ceder ni una sola silla en la Mesa del Congreso a ninguno de sus socios y ahora, las nuevas negociaciones empezarán con la urgencia de ERC y Junts de disponer de un grupo parlamentario propio, el sumun del materialismo para todas las diputadas y todos los diputados. La segunda ronda se aventura más compleja, pero Pedro Sánchez viene ganando.