Finalmente, cuando en toda España llevamos ya quince largos y penosos días de estado de alarma, el Gobierno de la Generalitat presidido aún por Quim Torra ha decidido aceptar la oferta hecha por el Gobierno de España desde el primer momento y ha solicitado la ayuda de la Unidad Militar de Emergencia (UME) para que colabore en la lucha común contra el coronavirus. Lo ha hecho, como casi todo en esta grave crisis sanitaria, tarde y mal, a regañadientes, como si al final se viese obligado a tragarse un indeseable sapo, como sin duda lo es, para los separatistas catalanes más extremistas, tener que aceptar la ayuda de lo que para muchos de ellos solo es “un Ejército de ocupación”. Esta parecía ser la opinión, el pasado 18 de marzo, del consejero de Interior, Miquel Buch, que entonces se refería a la UME con estas palabras: “En Cataluña no la necesitamos”, aunque pocos días después matizaba su oposición a la ayuda militar: “Si la necesitamos, ya le llamaremos”. El propio presidente Torra se había manifestado en este mismo sentido: “Si necesitamos ayuda del Ejército, la pediremos, porque también lo pagamos”.

Por suerte para la ciudadanía de Cataluña, con anterioridad ya lo habían hecho otras administraciones públicas; en especial el Ayuntamiento de Barcelona y también otros consistorios catalanes, entre otros los de L’Hospitalet de Llobregat, Badalona, Santa Coloma de Gramenet, Sant Boi de Llobregat, Arenys de Mar, Lleida, Barberà del Vallès, Sant Andreu de la Barca... Gracias a estas intervenciones de la UME y de la Guardia Civil se han podido realizar en todas estas poblaciones catalanas actuaciones importantes que contribuyen a paliar los devastadores efectos de esta crisis sanitaria.

Por el momento, la única petición de ayuda que el Gobierno de la Generalitat le ha hecho a la UME se refiere solo a las labores de desinfección especial de uno de sus centros de menores acogidos, la residencia La Dida de Badalona, que acoge a 25 menores desamparados o en riesgo de exclusión social, de hasta 12 años de edad. En este centro se habían detectado 4 casos de positivos de coronavirus. Previa una petición del Ayuntamiento de Badalona tramitada por la Diputación de Barcelona a la Delegación del Gobierno, el Departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias de la Generalitat, del que depende la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA), por fin se solicitó la intervención de fuerzas de la UME en el citado centro.

Desde el pasado 19 de marzo la UME está actuando en Cataluña. Comenzó ya a hacerlo con la desinfección especializada e intensiva del aeropuerto del Prat y del puerto de Barcelona, así como mediante la instalación, en unos terrenos de la Fira de Barcelona, de un gran centro de acogida donde puedan vivir durante estas semanas muchas de las personas que hasta ahora vivían y dormían en las calles de la capital catalana. Tras estas primeras actuaciones de miembros de la UME destacados en Cataluña, muy mal vistas desde un principio por parte del Gobierno de la Generalitat y de las formaciones políticas y sociales que le apoyan, las solicitudes de colaboración llegadas a la UME no han dejado de aumentar. Diversas instituciones públicas y numerosas entidades privadas, en especial empresas gestoras de residencias de ancianos, han pedido a la UME que realizase también en sus instalaciones tareas de desinfección intensiva. La UME ha llevado a cabo ya muchas de estas actuaciones, y lo ha hecho asimismo en gran número de mercados municipales.

Aunque sea tan mínima la petición de ayuda que la UME ha recibido hasta este momento del Gobierno de la Generalitat, la respuesta que esta solicitud ha tenido por parte de los grupos más extremistas del secesionismo catalán ha sido monumental. Desde el desabrido “¡Largáos!” (“Foteu el camp!”) que uno de los principales productores y presentadores de programas de TV3, Toni Soler, ha dedicado a la UME hasta todo tipo de despropósitos, descalificaciones, chanzas e insultos se han sucedido en las redes sociales.

Todas estas reacciones tienen siempre un denominador común: el odio, la rabia, el fanatismo más irracional contra todo lo que tenga o pueda tener algo que ver con España, y en primerísimo lugar, claro está, con el Ejército español, considerado siempre desde estos sectores como “Ejército de ocupación”.

En su ignorancia supina, muchos de estos extremistas siguen citando que las tropas franquistas se definieron como “Ejército de ocupación” en Cataluña, una vez lograda su victoria militar. Pero olvidan, o simplemente desconocen, que esta misma definición como “Ejército de ocupación” y de “territorio ocupado” se hizo extensiva al conjunto del territorio español. Y resulta que el último de todos estos “territorios ocupados” por el “Ejército de ocupación” no fue otro que Madrid. Reconocer esta obviedad histórica requeriría esfuerzos mentales difíciles de realizar por supuestos historiadores como Quin Torra o Toni Soler...