El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, lo repitió hasta la saciedad. Ni habría urnas, ni se podría votar en el referéndum ilegal de Cataluña. Llegada la hora de la verdad, las urnas han llegado a los colegios, algunas incluso en volandas, como en la Escolla Industrial del Treball, uno de los centros más importantes de votación de Barcelona.

 

Sobre la apertura de los colegios, el fracaso ha sido idéntico. Parejas de los Mossos d’Esquadra han acudido a los centros donde sólo han podido levantar acta informativa ante las concentraciones de ciudadanos que han ofrecido una resistencia pasiva.

Efectivamente, el Govern de la Generalitat tenía hasta un Plan C o más. El conseller de Presidencia, Jordi Turull, ha anunciado la existencia de un “censo universal” con el cualquier catalán podrá votar en cualquier punto electoral de Cataluña. Además, no hará falta votar con un sobre porque, si no los hubiera, se podría meter la papeleta doblada directamente en la urna.

Unos cambios de norma de última hora que ha valido al Gobierno de España para considerar que se ha "desbaratado" el referéndum, después de que el Gobierno catalán haya cambiado las reglas del juego 45 minutos antes de la votación, liquidando así "cualquier vestigio de respetabilidad democrática". Pero parece que en Cataluña se va a votar. De hecho, la ANC ha puesto el listón del "éxito" en un millón de votos. Una previsón modesta para sus deseos, pero un millón más de los votos que prometió Rajoy que habría.

Por su parte, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha celebrado que “todo el mundo que quiera votar podrá hacer”. “Todas las opciones son igual de legítimas”, ha señalado en Twitter.