Ibiza ha vuelto a situarse en el mapa de la innovación global con la celebración del HIC Summit 2025, foro pionero en turismo, sostenibilidad y cultura regenerativa. Después de una primera jornada dedicada a la gastronomía, la segunda de las citas se centró en la economía azul, congregando a científicos, inversores, startups y líderes institucionales para debatir sobre el futuro de los mares y océanos y sobre cómo la inversión tecnológica puede convertirse en una herramienta decisiva para su regeneración.

La cita fue inaugurada por Carmen Ferrer, alcaldesa de Santa Eulària, quien alertó sobre el estado crítico de los acuíferos de la isla y reivindicó una gestión sostenible del agua. “Queremos un sistema en el que seamos responsables todos y que nos haga sentirnos orgullosos del uso que hacemos de ella”, afirmó. La jornada también rindió homenaje al fotógrafo submarino Joan Pereyra Tur, galardonado a título póstumo con el Premio HIC Talentum 2025 por su compromiso con la conservación marina.

La urgencia de una economía azul real

Los datos que se compartieron durante el encuentro fueron contundentes: el 70% del planeta es agua y la mitad del oxígeno que respiramos procede de los océanos, pero el 61% de las especies marinas están explotadas al máximo, según la FAO. Estas cifras, repetidas en el hub, sirvieron como recordatorio de la magnitud del desafío global que plantea la regeneración marina.

En este contexto, el HIC Summit propuso unir ciencia, tecnología y economía como tres pilares inseparables para impulsar una “oportunidad estratégica” de desarrollo sostenible, especialmente en territorios insulares. “El movimiento es imparable”, subrayó Clara Arpa, presidenta del Pacto Mundial de la ONU en España y cofundadora de SHiE, empresa dedicada al almacenamiento de energías renovables mediante hidrógeno.

Inversores y startups: apostar por el mar

El primer panel de la jornada, conducido por Miguel de Ros, fundador de Oceans Investor, reunió a figuras clave del sector como Jorge Juttner (Seven Seas Capital), Marta Costa (Maze Impact) e Iñigo Doria, cofundador de Arrecife Energy System, una empresa que genera energía a partir del movimiento de las olas. “El mar no tiene sequías ni incendios: si sabes trabajar, puedes obtener muchos réditos”, defendió De Ros, en un mensaje de optimismo frente a los retos económicos y legales que afronta la economía azul.

primer panel

Los ponentes coincidieron en que la innovación avanza, pero aún queda camino por recorrer. “La innovación cuesta mucho venderla, pero no hay que tenerle miedo a la tecnología ni a dar el salto”, afirmó Arpa, advirtiendo que en España “todavía hay pocos proyectos activos de regeneración e impacto positivo”.

Los obstáculos son evidentes: altos costes de operación en el mar, largos plazos de desarrollo, falta de financiación escalable y legislación cruzada. “El mar no es de nadie y es de todos; intervienen los estados y el derecho internacional”, recordó Doria. A estos factores se suma, como apuntó Juttner, “la batalla cultural para convencer a los consumidores de que exijan a las empresas procesos sostenibles, no solo buenos precios”.

Regeneración azul: de Costa Rica a Ibiza

La segunda parte del encuentro se centró en la regeneración marina. Se presentaron casos de éxito como el de Costa Rica, país pionero en políticas oceánicas, o el de la Healthy Seas Foundation, que ha logrado limpiar playas y fondos marinos de plástico en la isla griega de Ítaca. En el ámbito local, la Fundación Blue Life compartió su trabajo de sensibilización sobre la conservación de la posidonia en las Pitiusas.

panel dos

Entre los ponentes destacaron Gustavo Alvarado, director de Sostenibilidad de Costa Rica; Samara Croci, portavoz de Healthy Seas; Marc Rigau, consejero de Blue Life; y nuevamente Marta Costa, de Maze Impact. Todos coincidieron en que la educación y la implicación empresarial son esenciales para introducir productos sostenibles en las cadenas de valor.

Regenerar los océanos, según cálculos de la ONU, requeriría una inversión global de 175.000 millones de dólares, una cifra que, para Alvarado, “solo cobra sentido si logramos formar voluntades”. “Lo que pasa en el océano afecta a la costa y a nuestras comunidades. Necesitamos una mejor planificación de los espacios costeros, en nuestro país y a nivel mundial”, añadió. El oceanógrafo Francisco López, conductor del panel, cerró con una reflexión que resonó en la sala: “La Tierra sin océano no existiría; sería un planeta deshabitado”.

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