La ultraderecha de Vox ejerció ayer de ‘ultraderechita’ amable y consentidora con la ‘derechita’ del PP a la que en el pasado tildaba despectivamente de cobarde. Los 14 diputados ultras se abstuvieron en la votación de investidura de Juan Manuel Moreno como presidente de la Junta de Andalucía. Fue, en palabras de su portavoz Macarena Olona, una “abstención afectuosa”.

Aunque no necesita a los ultras para gobernar, Moreno también está interesado en preservar los lazos con quienes sí pueden serle imprescindibles a Alberto Núñez Feijóo para desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa. El perfil político de Moreno es, ciertamente, moderado pero siempre dentro de un orden y nunca tanto como para renunciar al entendimiento y la colaboración con la misma extrema derecha que formaciones conservadoras europeas homologadas con el PP rechazan de plano.

El buen rollo entre las dos derechas con presencia en el Parlamento autonómico había comenzado días atrás con la conformación de la Mesa del Parlamento, donde sin contraprestaciones explícitas o conocidas el PP cedió a Vox una de sus vicepresidencias en el órgano de gobierno de la Cámara, un gesto que los de Santiago Abascal han devuelto ahora con su abstención, que Moreno no necesitaba para ser investido al contar con una holgada mayoría absoluta de 58 escaños.

Para el futuro inmediato queda la negociación de los nombres que se sentarán en el Consejo Audiovisual de Andalucía y el Consejo de Administración de la RTVA, dos instituciones de extracción parlamentaria cuya irrelevancia los aproxima peligrosamente a lo que Vox siempre ha denominado “chiringuitos”, aunque ello no le haya impedido reclamar y hacer efectiva su cuota de representación en ellas.

En su intervención de ayer en la Cámara, Olona volvió a mencionar los dichosos chiringuitos, cuya autoría atribuyó unas vez más en exclusiva al Partido Socialista y que, de hecho, Vox circunscribe únicamente a Andalucía, pues al parecer nunca ha detectado la existencia de ninguno en Madrid, Murcia o Castilla y León.

Concebidos inicialmente como órganos de extracción parlamentaria e integrados por miembros elegidos por una mayoría reforzada en los que debía pesar más el perfil profesional que el ideológico, el Consejo Audiovisual y el de Administración de la RTVA han acabado convertidos en Parlamentos en miniatura guiados por una lógica descarnadamente partidista que los ha alejado del propósito fiscalizador para el que fueron creados.

Sin que Vox haya alzado la voz para expresar una indignación que debería ir pareja a su enérgico rechazo a los ‘chiringuitos’, el resto de partidos estudian ampliar el número de miembros de ambos organismos, lo que permitiría a Por Andalucía conservar la representación que ha venido teniendo hasta ahora. Tras los titubeos iniciales de Olona, Vox ya ha dejado claro que rechazará la ampliación a 11 de los 9 integrantes actuales, aunque por ahora no cuestiona la existencia misma de ambas instituciones.