La cultura se presenta como uno de los principales atractivos turisticos de Quesada (Jaén) y municipios del entorno serrano, cuyos nombres se vieron este verano ocasionalmente vinculados a un pavoroso incendio cuyos ecos informativos todavía persisten en la memoria colectiva, hasta el punto de haber hecho olvidar que lo más valioso culturalmente y lo más espectacular medioambientalmente permanece intacto y vale la pena conocerse. Fagocitados en alguna medida por la omnipresente denominación 'Carzorla' que encabeza el nombre oficial del Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas, los pueblos de Quesada, Huesa, Larva o Cabra del Santo Cristo intentan abrirse paso en el mercado turístico y cultural de la provincia de Jaén con oferta muy atractiva, pero que pocos conocen bien. El Museo de Quesada está acaparando el interés del viajero al conseguir aunar la obra y el legado de dos figuras de la cultura española del siglo veinte: el pintor Rafael Zabaleta y el poeta Miguel Hernández. Su apertura ha contribuido a añadir un valor más a un enclave que destaca por la belleza de su patrimonio natural, no en vano la localidad quesadeña es la puerta de entrada al Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas. Este espacio museístico se ha consolidado como una imagen de marca de Quesada y como un factor estratégico para potenciar el turismo en la comarca del Alto Guadalquivir. Ambos artistas han conformado un excelente tándem para erigirse en un foco de atracción para los amantes del arte y las letras. Esta realidad cultural es ya una de las señas de identidad más importantes de Quesada,  cuyo consistorio reconoce en la cultura parte esencial de su proyección al exterior. UNA COLECCIÓN EXCEPCIONAL El singular edificio, inaugurado en diciembre de 2008,  alberga la excepcional colección de piezas que la familia del insigne pintor Rafael Zabaleta legó a su pueblo natal. La antología del pintor se expone en dos grandes salas e incluye en su último apartado el dedicado a los Amigos de Zabaleta, entre los que destacan cuadros de artistas de la talla de Picasso, Miró, Manolo Hugué, Solana, o Canogar, lo que pone de manifiesto la repercusión que en su tiempo alcanzó su pintura, así como las amistades y las relaciones que mantuvo con otros artistas coetáneos de primer nivel. Su obra pictórica es un singular viaje al universo plástico de un artista fundamental en el panorama creativo andaluz del siglo pasado, recoge desde escenarios lejanos donde captó la esencia de las vanguardias internacionales hasta el cielo y las miradas de los campesinos y cazadores de su tierra natal. UN SITIO PARA MIGUEL (Y JOSEFINA) A final del primer trimestre de este año, el Museo Zabaleta habilitó un espacio para dar cabida a la figura del insigne escritor alicantino Miguel Hernández, cuyo legado, que ha catalogado y custodia el Instituto de Estudios Giennenses (IEG) de la Diputación, llega a Jaén gracias a una quesadeña: la mujer del poeta, Josefina Manresa. El nuevo espacio recoge objetos personales que forman parte de este legado adquirido por la institución provincial a la familia: la máquina de escribir y su maleta, tan características, así como otros enseres personales. Este material se encuentra distribuido en cinco salas que se identifican con sus obras literarias y los poemas más significativos del poeta. Para ello se vale de paneles expositivos que reproducen algunas de sus composiciones más importantes; fotografías de gran tamaño del escritor; archivos sonoros de su voz y un rincón musical para los cantautores que han puesto voz y música a sus textos (Silvio Rodríguez, Serrat o Miguel Poveda, entre otros); elementos de atrezzo que recrean una trinchera, la cárcel o su casa de Orihuela; y audiovisuales sobre la vida, la obra y el contexto social en el que se desenvolvió este genio universal de las letras españolas. El propio presidente de la Diputación de Jaén, Francisco Reyes, señaló en la inauguración que Miguel Hernández y Rafael Zabaleta conformarían "un binomio  entre pintura y literatura" para convertirse en un nuevo recurso turístico para la provincia de Jaén”. "El legado de Miguel Hernández y su museo en Quesada, añadió, son ya una nueva bandera cultural y turística de nuestra provincia”. HUESA, LARVA, CABRA... A esta ruta por el patrimonio cultural de la provincia se suman las localidades de Huesa, Larva y Cabra del Santo Cristo, estas dos últimas se encuentran en Sierra Mágina y se caracterizan por el blanco de la cal de sus casas, por su gastronomía y costumbres populares. En los últimos años, Cabra del Santo Cristo se ha transformado en un lugar de referencia para los amantes de la fotografía. En este pequeño pueblo de Mágina se encuentra la casa en la que residió Arturo Cerdá i Rico, uno de los fotógrafos pioneros a finales de siglo XIX y principios del XX y cuyo legado (que también custodia el IEG) permite profundizar en la forma de vida y costumbres de la época. Con su vieja cámara, el artista consiguió retratar al pueblo llano durante sus quehaceres más cotidianos: oficios, trabajos, fiestas, acontecimientos meteorológicos, consiguiendo componer verdaderos cuadros impresionistas, costumbristas, y otras veces escenas de un finísimo humor. UN LIENZO LEGENDARIO En el año 1637, la llegada de una copia en lienzo del Santo Cristo de Burgos dará a Cabra una gran popularidad y una amplia proyección religiosa, convirtiéndose en un centro de peregrinación para toda Andalucía Oriental. El célebre cuadro se encuentra en la iglesia parroquial que data del siglo XVII. El templo es desde 1985 monumento histórico. Otro edificio representativo es la denominada Casa Grande, hospedería construida en el siglo XVIII de estilo mudéjar y barroco, para acoger a los peregrinos. El edificio fue declarado bien de interés cultural (BIC) en 1979. El municipio cuenta además con un rico pasado histórico, en el que destacan sus cuevas neolíticas, restos romanos y el hallazgo de un pequeño tesoro de monedas visigóticas. POBLADOS IBÉRICOS Por su parte, Larva, uno de los pueblos más pequeños de la provincia, es un ejemplo del rico patrimonio etnográfico de Mágina. Su casco urbano, que se asienta en una suave ladera, destaca por sus sinuosas y estrechas calles  y viviendas de marcado carácter rural. Su patrimonio cultural reside en su Museo de Arte y Costumbres Populares, el asentamiento íbérico de Cerro del Castellón, situado a un kilómetro del casco urbano, o el castillejo de El Tejar de los Moros, una fortificación del periodo almohade. En Huesa sobresale la Iglesia parroquial Nuestra Señora de la Cabeza, cuya torre, de mediados de siglo XVI, se divisa desde muy lejos anunciando al viajero que se está acercando a un lugar donde vale la pena detenerse. Pero Huesa también es lugar de referencia del pasado ibérico de la provincia de Jaén. Allí está el poblado ibérico de los Castellones de Ceal, descubierto en los años 50. Los expertos lo has descrito así: “Los Castellones de Ceal es un poblado fortificado y dispuesto en las pendientes que la topografía del cerro ofrece. Presenta estructuras de habitación de distintas fases constructivas, con muros lineales y espacios de planta rectangular”. Cuatro municipios unidos por su olivo milenario, estandarte de la provincia de Jaén. Cuatro localidades que destacan por su historia, por su patrimonio, su gastronomía y su naturaleza;  ubicadas en enclaves estratégicos de un paraíso interior que es la provincia de Jaén: los parques naturales de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas y el de Sierra Mágina.