Nadie sabe pelearse mejor que los partidos de izquierdas. Lo hacen además con la particularidad de que sus peleas no suelen ser por el reparto del poder en su versión más grosera, sino por sutiles diferencias ideológicas que demasiadas veces recuerdan a las diatribas teológicas del Bizancio medieval.

Las enconadas divisiones en el seno de la denominada izquierda transformadora recuerda a aquellos compadres de ‘La corte de los milagros’ que “peleaban una noche por quién echaría a la olla un tordo que habían visto en el aire aquella mañana”.

A la izquierda del Partido Socialista, que todavía se está recuperando de sus propias y encarnizadas guerras internas que se saldaron con la victoria de Pedro Sánchez, los votantes andaluces, que siempre tuvieron la opción única de Izquierda Unida, se encuentran ahora con tres marcas a elegir: Unidas Podemos por Andalucía, Más País (escisión de Podemos) y Adelante Andalucía (escisión de la versión andaluza de Unidas Podemos).

Todos andalucistas

Las tres formaciones parecen haber tomado conciencia de que si no unen fuerzas, el desastre electoral está garantizado. En UPporA y en Más País ya hablan abiertamente de tejer alianzas; también lo viene haciendo Teresa Rodríguez como líder de Adelante, pero en principio circunscribiendo sus posibles acercamientos a Más País, Compromís o los Comunes catalanes, no a UPporA: las heridas por la dolorosa ruptura de la confluencia aún siguen sangrando.

El pasado fin de semana, la II Asamblea de Más País Andalucía decidía que su candidata a la Junta de Andalucía si hubiera elecciones será su actual coordinadora, Esperanza Gómez, quien se juramentó para “construir una mayoría social amplia" con una oferta política “muy transversal, abierta y plural dentro del progresismo” y, muy importante, decidida a "poner a Andalucía en el centro”.

El líder nacional del partido, Íñigo Errejón, incidía en lo mismo: “Ya está bien de que la política se hace y se dicta desde Madrid; las decisiones las toman los compañeros andaluces y yo acompañaré; en mi opinión, hay un incipiente andalucismo que hay que llenar de contenido verde, de justicia social y de radicalidad democrática”.

También UPporA ha celebrado este fin de semana, en Mollina, un encuentro que han bautizado como 'Tejiendo organización’ y donde han analizado necesidades del partido tan urgentes como estas: conseguir más militancia y estructurarla mejor orgánicamente, ampliar alianzas y tender puentes frente a la derecha. El coordinador regional de IU, Toni Valero, también abogaba por “la construcción de un nuevo país que se construya desde Andalucía y para Andalucía".

Pero quien con más determinación y modo más inflexible está enarbolando la bandera andalucista es el nuevo Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez, que apuesta por un andalucismo soberanista y de izquierdas que, si bien rehúye el término nacionalismo, resulta difícil separarlo de este como ideología que sitúa la identidad territorial como principal inspiración de su acción política.

Militancia 'low cost'

Las tres organizaciones tienen en mente la necesidad de unir fuerzas, pero no saben cómo hacerlo. El modelo de confluencia ensayado con Adelante Andalucía no sirve porque ha sido una experiencia política no solamente fallida, ha sido también traumática. Restañar las heridas llevará tiempo. Como lo llevará idear y darle forma a una federación, confederación o alianza de tres partidos cuyo capital en militantes e implantación territorial es muy desigual: UPporA es con diferencia quien parte con ventaja porque Izquierda Unida gobierna en 81 municipios de la comunidad y cuenta con una militancia tradicionalmente muy comprometida y experimentada… pero escasa.

Sin tapujos, el propio Toni Valero hablaba de ello en Mollina este fin de semana: “Nos hace falta mucha militancia no solo en lo cuantitativo si no en el ejercicio práctico de la misma, se requieren personas no solo que militen, sino que se metan hasta las trancas, que se embarren”.

Y es que el talón de Aquiles de las tres formaciones situadas a la izquierda del Partido Socialista es justamente la debilidad de su músculo orgánico. Podemos quiso superar el modelo organizativo del partido clásico para sustituirlo por lo que sus promotores llamaron ‘movimiento’, pero a la postre ha sido un experimento fallido.

Los denominados inscritos no son la superación del militante de toda la vida: son más bien militantes light, afiliados low cost a los que resulta vano exigirles que “se metan hasta las trancas”. Y es que a los partidos políticos parece ocurrirles lo que al libro o la cuchara: que todavía no se ha inventado nada mejor para cumplir las funciones para las que fueron ideados.

Por lo demás, también existen entre los tres partidos divergencias estratégicas de tanto alcance como esta: mientras que a UPporA y Más País no les incomoda aliarse con los socialistas, para Teresa Rodríguez realmente estos no se diferencian en el fondo de la derecha. De hecho, el Gobierno español de coalición que sentó juntos a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias fue una de las razones por las que Rodríguez rompió con Podemos.