Hizo doblete el lunes el Gobierno de España para colocarnos en el marco de la recuperación económica. El Presidente, Mariano Rajoy, visitaba en Washington a Barack Obama para contarle el milagro español y obtener las bendiciones del hombre más poderoso del mundo. Y en Madrid, Luis de Guindos, Ministro de Economía y Competitividad, comparecía en el Congreso de los Diputados -por primera vez desde julio del año pasado, esta vez a petición propia- para colocar en los titulares de prensa la ansiada palabra, “recuperación”.

De la visita del Presidente a Washington poco ha transcendido, ya que se ha tratado de uno de esos viajes con fines propagandísticos y resultados intranscendentes. Lo que más ha circulado por las redes sociales es una simpática foto de ambos mandatarios en el famoso despacho oval, en la que Obama es cazado en un aparente gesto de cansancio. Hay que decir que se trata de una fotografía antigua, del año 2012, y que no corresponde a esta visita. Alrededor de una hora duró la reunión, que en España se vende como un triunfo y que en los Estados Unidos apenas dio para un breve en alguna columna perdida en página par.

Mucha más enjundia tuvo la intervención de Luis de Guindos en el Congreso. He logrado conseguir la transcripción taquigráfica de la misma gracias a la amabilidad del propio Gabinete de Prensa del Ministro, al que se la pedí por escrito y que con eficaz amabilidad me la ha hecho llegar de inmediato. Se trataba, decía antes, de colocar la palabra “recuperación” en titulares y en los argumentarios partidistas y distribuidos a los tertulianos. Pues bien, hasta 57 veces se repite la palabra en la totalidad de la comparecencia del Ministro y su posterior debate, 10 de ellas en el primer folio de su intervención. No se pude decir que Luis de Guindos se anduviera por las ramas.

Lo malo del caso es que hay muy poca credibilidad en ambas actuaciones. Ni Rajoy en América ni de Guindos en España lograron hacer cambiar a la opinión pública -no así a la publicada-, que sufre día a día las consecuencias de la crisis económica, de la absoluta ausencia de creación de empleo, que llega a fin de mes con muchas dificultades y que ve la cuesta de enero como una de esas etapas míticas de montaña que en las vueltas ciclistas se suben a golpe de riñón, ahora que se ha erradicado el dopaje.

Ni los ciudadanos perciben mejoras en sus vidas, ni el horizonte de nuestros jóvenes ha cambiado, ni las expectativas de los seis millones de desempleados son muy diferentes, ni los emprendedores y pequeños empresarios notan el más mínimo efecto de las acciones del Gobierno. Todo lo contrario. Un nuevo Decreto aprobado por la puerta de atrás ha subido de hecho las cotizaciones sociales, lo que supone un nuevo incumplimiento de la palabra dada y un golpe a esa incipiente recuperación económica tan cacareada en los círculos del poder gubernamental.

Desde hace años se sabe que en España, para crear empleo, hay que conseguir que el PIB crezca al menos un 2%. Lo dicen los estudios econométricos y todos los institutos de investigación. Posiblemente sea cierto que tras la reforma laboral y la brutal devaluación salarial que ha sufrido este país se pueda crear empleo creciendo menos, pero no será menos cierto que por el camino se habrá producido un gigantesco sacrificio social y colectivo, pues la destrucción de empleo estable y bien pagado no se puede sustituir por un nuevo tipo de empleo inestable, precario, mal pagado y de escasa cualificación. Como decía Alejandro Sanz, "no es lo mismo".

De la comparecencia de Luis de Guindos me quedo con algunos otros datos significativos. Por ejemplo con aquellos que reconocen el fracaso de las medidas puestas en marcha para frenar los desahucios. O con la novedad de que el rescate de la Caja de Ahorros del Mediterráneo –el espejo valenciano de la desastrosa Cajamadrid- nos va a costar a todos los españoles aproximadamente 15.000 millones de euros adicionales a lo que ya nos ha costado el rescate bancario. Para los ciudadanos, todo es miseria, todo se discute, todo se recorta, pero la millonaria barra libre de euros para el desastroso sector financiero sigue abierta, por lo visto hasta el amanecer.

Ojalá que los deseos y vaticinios de nuestros dirigentes pudieran cumplirse. Este país no se merece que sus estadísticas mejoren gracias a la huida al extranjero de sus profesionales más cualificados o de sus jóvenes con más iniciativa. Sin embargo, es más que probable que el discurso oficial de la “recuperación” no llegue ni siquiera a fin de mes. El cansancio ciudadano es realmente intenso. Los datos del paro del mes de enero no parece que vayan a ir por el camino deseado. Acaban las prestaciones y aumentan la desesperación y la desesperanza en miles de familias. No sólo son las organizaciones benéficas: los propios organismos oficiales son conscientes de la aguda crisis que afecta a miles de familias y a millones de españoles.

La recuperación no se la creen ni ellos. La prueba más evidente es que los elegidos para acudir representando a España al influyente y elitista Foro de Davos son el fallido Ministro de Energía, José Manuel Soria, y la Alcaldesa de Madrid, Ana Botella. Parece una broma de mal gusto. Al menos Mariano Rajoy y Luis de Guindos lo han intentado hacer lo mejor posible en su diestro ejercicio de propaganda sincronizada. Con Soria y Ana Botella nadie sabe a qué podemos aspirar. Como mucho a una foto simpática, a un vídeo divertido. Atentos.

 

* Enrique Benítez es diputado socialista por Málaga en el Parlamento andaluz