El Festival Viña Rock, que cada año se celebra en la localidad albaceteña de Villarrobledo, se ha convertido en uno de los escenarios más controvertidos del panorama musical español tras salir a la luz la participación del fondo de inversión estadounidense KKR en la plataforma internacional Superstruct Entertainment (SSE), propietaria de la cita albaceteña y otros festivales de relevancia nacional como Resurrection Fest, Sónar o FIB.
La polémica saltó tras conocerse que el fondo KKR mantiene inversiones en empresas israelíes ligadas a la ciberseguridad, centros de datos y un conglomerado mediático que opera en territorios palestinos ocupados, lo que para muchos supone una vinculación con la ocupación y la violencia en Palestina.
Esta situación ha provocado que numerosos artistas, entre ellos grupos con fuerte compromiso social como La Raíz, Porretas, Boikot, Reincidentes y un largo etcétera, hayan anunciado su retirada de estos festivales en señal de protesta y como ejercicio de una clara «objeción de conciencia», denunciando que participar en eventos financiados por este tipo de fondos implicaría traicionar sus valores.
Ante el creciente malestar, Viña Rock ha emitido un comunicado en el que condena «sin matices la masacre que está sufriendo el pueblo palestino» y rechaza las acusaciones que califican su financiación como vinculada a la violencia, calificándolas de «falsas» y «profundamente injustas».
Por respeto al público y en defensa de lo que somos ✊🏽
— ViñaRock (@VinaRockOficial) May 19, 2025
Gracias a los que formáis parte de la familia Viña Rock. Nos vemos como siempre: en los escenarios, con la música y con vosotros. pic.twitter.com/gHvdmCsrTQ
La organización afirma que KKR no tiene ninguna influencia sobre la programación ni los valores del festival, y asegura mantener una total independencia artística y de gestión. Además, ha anunciado que emprenderá acciones legales contra quienes, según su criterio, están detrás de una campaña de difamación movida por intereses económicos.
Sin embargo, estas declaraciones no han conseguido aplacar la crisis. Muchos artistas y sectores críticos mantienen que la presencia de un fondo de capital riesgo con inversiones controvertidas compromete la credibilidad y los valores éticos que históricamente han definido al Viña Rock, conocido por su carácter reivindicativo y su compromiso social desde sus orígenes en 1996.
La polémica salpica a otros festivales
El fenómeno afecta también a otros festivales asociados a Superstruct, como Resurrection Fest, que ha emitido un comunicado similar defendiendo su autonomía y desligándose de las inversiones de KKR. Pese a ello, la sombra de la polémica se extiende a todo un modelo de gestión cultural que combina la globalización financiera con eventos que nacieron como espacios alternativos y de resistencia.
La tensión entre la necesidad de asegurar la viabilidad económica mediante la participación de grandes inversores y el mantenimiento de unos valores artísticos y sociales coherentes se ha convertido en un debate abierto, cuya resolución aún parece lejana y estando en el aire la próxima edición de Viña Rock y otros tantos festivales.
Mientras tanto, Viña Rock sigue adelante con la organización de su próxima edición del 2026, pero con la incógnita de cómo afectará este conflicto a su cartel, su público y la imagen de un festival que ha sido referencia del rock y la música alternativa en España durante más de dos décadas.