Han pasado más de seis meses desde la noche en la que el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, se encontraba en paradero desconocido mientras miles de valencianos se enfrentaban a las horas más críticas de la DANA. Durante estos meses, Mazón se ha escondido tras su escritorio, aferrándose al cargo pese a todas las adversidades y las exigencias de un pueblo que clama su dimisión. Cada semana, el nombre de Mazón ha ocupado los titulares de toda la prensa nacional, ya sea por sus numerosas versiones sobre donde estaba la noche del 29 de octubre -cada una contradiciendo la anterior-, o sus momentos de bajeza política al acercarse a Vox para poder mantener su cargo.
“Evidentemente, las 20:28 son después de las siete y media. ¿Cuándo he mentido?”, decía Mazón al ser preguntado por la jueza de Catarroja sobre sí estaba en el Cecopi antes de las 20:11, el momento en el que -ya tarde para muchos- se lanzaba la infame alerta. Esta es tan solo una de las muchas versiones que ha ofrecido el jefe del Consell para justificar su paradero la trágica tarde. La situación ya alcanza un punto de insostenibilidad. Una persona no puede estar salpicado por la responsabilidad de la muerte de cientos de personas y mantener un Gobierno estable, ni mucho menos una mente fría. “Está en sus horas más bajas”, afirman personas de su entorno cercano citadas por elDiario.es. “Ya no sabe si aguantará hasta final de legislatura y medita todas las opciones”, añaden las mismas fuentes.
Ahora, los cimientos del Gobierno de Mazón tiemblan más que nunca en toda su legislatura. El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo convocó a comienzos de mayo un congreso para los días 5 y 6 de julio en el que, según se prevé, Feijóo podría tomar una decisión sobre la continuación de Mazón al frente del Consell. Una cosa está clara, si el objetivo final del líder popular es llegar a la Moncloa, Mazón supone una pesada carga que podría complicar el camino.
La tensión entre Génova y Mazón queda más que clara con el resurgimiento de una prominente figura dentro de los conservadores. Hace pocos días, el expresident Francisco Camps se postulaba como una alternativa a Mazón como líder del PPCV. Esta sustitución podría apagar los fuegos del PP valenciano y poder soltar así algo de peso muerto.
El anuncio de este cónclave popular no ha sido la única mala noticia a la que Mazón se ha tenido que enfrentar este mes. La llegada de las víctimas de la DANA a Bruselas para una reunión con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, supone un duro revés al PP español. La presencia incomoda de Mazón ante los conservadores europeos ya se materializó por completo con la celebración del congreso del PPE celebrado a finales de abril en Valencia, donde el president de la Generalitat no tuvo más opción que agachar la cabeza y tratar de pasar desapercibido.
El Congreso, otro dolor de cabeza
Tras la crisis de la DANA, el líder del PP y Mazón acordaron centrar la dirección de la Generalitat en la reconstrucción de las zonas afectadas, fijando como fecha límite febrero de 2026. Sin embargo, esta incomodidad que supone Mazón puede hacer que Feijóo decida adelantar esta fecha y lavarse las manos de su carga.
Por su parte, Carlos Mazón siente esta presión. Sabe que si un día decide presentarse en Génova no seria recibido con los brazos abiertos. Por ello, ha pasado los últimos meses maniobrando para poder asegurarse el liderazgo del Consell. Algo que, quizá, no habría necesitado hacer si hubiera centrado todos esos esfuerzos en gestionar de forma eficiente las zonas damnificadas por la catástrofe.
En su estrategia para ganar apoyos, Mazón no ha dudado a penas un segundo en acercase a la formación de Santiago Abascal. Con unos presupuestos autonómicos aprobados tras un pacto con los ultraderechistas, el popular valenciano ha decidido sacar pecho y cargar reiteradamente contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Para sus más allegados, la desaparición de Mazón tras una comida de varias horas en el Ventorro mientras la gente se ahogaba parece ser un factor que muy poco tiene que ver con las desastrosas consecuencias de la tragedia.
Sin embargo, este pacto con Vox puede ser el factor que haya condenado a Mazón. Feijóo podría gestionar la salida del valenciano bajo un argumento de distanciamiento con la ultraderecha, sustituyéndolo de esta manera por una figura menos controvertida.
No se debe olvidar el procedimiento judicial que continua en curso para determinar las responsabilidades políticas de la DANA. Una supuesta imputación contra el líder valenciano supondría el clímax de sus problemas y el fin de su carrera como político. Por el momento tan solo queda esperar a ver cómo se desarrollan las cosas dentro de Génova, pronto, Mazón podría pasar de ser el presidente autonómico más polémico a ser un expolítico más imputado en una causa judicial.