El presidente quiere conquistar para el PP el poder de las ocho capitales de Andalucía. Huelva, que fue veinte años popular con mayorías absolutas, es su primer objetivo, al que seguirán Sevilla, Granada o Jaén.

“Juega la apertura como un libro, el medio juego como un mago y el final como una máquina”, dijo el ajedrecista Rudolph Spielmann. Así es el juego. Así es la política. Uno arranca con prudencia, apoyándose en lo que aprendió. Cuando ya están todas las piezas en juego, da rienda suelta a tu imaginación, déjate llevar por su talento, por tu intuición… pero cuando la partida va tocando a su fin, cuando ya sólo queda acabar con la partida, hay que dejarse de trucos y machacar sin piedad. No sé si Juanma Moreno es aficionado al tablero blanquinegro, pero tengo claro que, cuando da salida a su peón, ya está pensando en cazar a la reina enemiga. En su primer movimiento ya está implícito el quinto. En el quinto, el décimo. En su juego no hay maderas sacrificadas ni torres inutilizadas. Con el confeti aún manchando el suelo de la sede de San Fernando, Juanma ya tiene la cabeza en el siguiente gran duelo con el Partido Socialista Obrero Español: las elecciones municipales de mayo de 2023 en Andalucía.

Aznar tenía una libreta azul, Moreno tiene la suya, pero va a tener menos suspense. La tiene rellena desde antes de las elecciones, con dos paisajes posibles. Uno con Vox y otro sin Vox. Tras la mayoría, sólo tiene que pasar las páginas hacia la segunda opción. Todo está escrito ya ahí. Cuando en los mentideros periodísticos se están fijando en si Patricia del Pozo va a ser presidenta del Parlamento, si Beltrán Pérez va a ser consejero de Cultura, o si la consejería de Presidencia recaerá en Tomás Burgos o Antonio Sanz, Juanma despliega un mapa sobre la mesa pensando no en lo que fue, sino en lo que será. Y no son consejerías, sino ayuntamientos. La jugada arrancó el lunes. El municipalismo es la sangre de los partidos. Las mayorías se ganan y se pierden, pero lo que sucede cerca de casa puede a uno cambiarle el voto para siempre. El episodio que está por llegar lo llamaremos Operación Puerto. La anécdota que contaré a continuación es ilustrativa Pedro Rodríguez perdió la alcaldía de Huelva en favor del socialista Gabriel Cruz. El popular, hasta ese día, había logrado cinco victorias y cuatro mayorías absolutas. Huelva es una de las ciudades con su nombre subrayado en el mapa. En la campaña electoral, Juanma fue a la ciudad atlántica y le dijo a María del Pilar Miranda, presidenta del Puerto de Huelva: “Pilar, te veo aquí y es que pareces la alcaldesa”. Se lo decía con una sonrisa en la cara, con la complicidad del que ya tiene la decisión tomada. Ella será la encargada de recuperar una plaza histórica.

“Después de ser concejal de servicios sociales durante veinte años con Perico, la cara social de su gobierno, Pilar ha aplicado lo mismo en el Puerto. Ella es la relaciones públicas del puerto de Huelva, dejando libertad a los técnicos para que pongan en marcha todos los proyectos posibles. En una ciudad como esta, con déficit de iniciativas, ella ha sabido impulsar Ciudad del Marisco, Nueva Lonja, la rehabilitación de monumentos como Colón o muelle de Tharsis, el Hub de la innovación, el Hub del frio, la Zona de Actividades Logística, la marina en el centro de Huelva en el Muelle de Levante... Ha sido toda una revolución”, dice otro de los miembros del equipo del exalcalde Rodríguez.

Ahora sí que Moreno se siente libre, merecidamente tras su apabullante victoria, de tomar decisiones de calado en Andalucía. Sin injerencias. Sin ocurrencias, como la de meter a Juan José Cortés de número uno por Huelva a las Generales de 2019. Sin compromisos. Sólo con la convicción de que el movimiento le llevará a una nueva victoria. Sin circunloquios. Sin prendas. Cuando Aznar fue presidente en 1996, las ocho capitales andaluzas eran azules. Alberto Núñez Feijóo sabe a lo que está jugando Juanma Moreno. El presidente andaluz empezó como un aprendiz, jugó con brillantez y quiere rematar con contundencia, garantizando un apoyo mayoritario a Feijóo en Andalucía. En su Andalucía. Las llaves de Moncloa están enterradas en el sur.

No sólo hay que aprender a ganar, también hay que saber cómo detentar el poder. Sin perder la llaneza, sin dejarse llevar por las lisonjas mesetarias. Ni barón de barones ni califa, presidente de la Junta de Andalucía. Qué más. Esto no se para. En Sevilla tendrá que lidiar con la elección de José Luis Sanz, que no era la suya. Son las piezas que les ha tocado mover. Ya contamos aquí la frialdad que recibió Sanz en el congreso de entronización de Feijóo. Sólo lo nombró Beatriz Fanjul. Después de aquel episodio, las cosas cambiaron, y en esta campaña hemos podido ver a Feijóo, a Moreno y a Sanz paseando por Sevilla. Juanma sabe qué Sanz querría haber sido él. Pero eso ya es pasado y cada uno está enfocado en su presente. Sabe Juanma que necesita que Sevilla vuelva a ser azul como lo fue con Soledad Becerril y posteriormente Juan Ignacio Zoido.

El presidente es leal con quien siente el partido como propio, aunque no hubieran sido sus predilectos. Ocho ciudades y ocho alcaldías para terminar de sellar el mapa de añil. Málaga, Almería y Córdoba como ejemplos a seguir. Cádiz en el corazón. Granada, ya cercana. Sevilla y Jaén ya no parecen tan imposibles. Y Huelva. La Operación Puerto. La conquista sureña desde el océano. El tablero ya está dispuesto. El PSOE dormita, perdido en sus propias excusas, desasistiendo a sus agrupaciones, con su rey en jaque. Pedro Sánchez piensa más en Bruselas que en Morón de la Frontera. Juan Espadas aclimatándose a su nuevo puesto en la oposición figurativa. Es el momento de los municipios. De crecer, como el césped, en horizontal. De preparar la llegada de Feijoo de abajo arriba. De marcar el ritmo político de este país.