Hay silencios estruendosos y pequeños gestos que encierran más información que una declaración jurada. El pasado 13 de marzo, en mi primer artículo en ElPlural.com, hablaba sobre el regreso del popular Ángel González a la primera línea y los pequeños detalles que solo pueden verse bajo el microscopio de la política. Aunque a veces este juego parece tosco y pasional, los partidos están llenos de matices imperceptibles y decisiones quirúrgicas. El XX Congreso del Partido Popular, que recién se ha celebrado en Sevilla, dejó algunos de esos fragmentos y destellos que uno está obligado a mirar con el aumento suficiente. González, aquel político de Antequera que vuelve a las posiciones de poder, fue el encargado de poner el discurso de Alberto Núñez Feijóo en el atril. El verdadero albacea de las palabras del gallego.

Pero no sólo ése, porque el Congreso ha dejado una larga listas de gestos, matices, guiños y confidencias: Javier Arenas sentando en la primera fila, Elías Bendodo y Miguel Tellado en un visible puesto de mando... Cuando Feijóo enumeró a su equipo volvieron a resonar aquellas palabras citadas aquí mismo el 27 de marzo: “Aquí las putadas las gastan dos: Bendodo y Tellado”. Pues bien, la primera putada se materializó en esa nómina de convocados al más puro estilo Luis Enrique: Beltrán Pérez y Juan Ávila en la boca del nuevo mesías.

El Congreso del PP coincidió con los días álgidos de la Cuaresma sevillana, y para uno de los asistentes al cónclave de FIBES, el encuentro se convirtió en un Vía Crucis en toda regla. José Luis Sanz, candidato a la alcaldía de Sevilla, llevó este fin de semana la procesión por dentro. A 400 días para las municipales, nadie, excepto Bea Fanjul, la presidenta de Nuevas Generaciones, tuvo a bien pronunciar su nombre. Al igual que uno sabe cuando le manifiestan apoyo, el mutismo es una gimnasia esclarecedora. Las dudas comienzan a tocar a la puerta del que es invisible a las cámaras y a los discursos.

Ese no pronunciamiento, y la aparición en la lista de Pérez y Ávila, significaban la primera de las reyertas internas que se ha dirimido en el nuevo PP, el primer ajuste de cuentas de Elías Bendodo al frente de su nueva ocupación. Hace relativamente poco, cuando la dupla Casado-Egea mandaba en Génova, 13, se celebró el Congreso provincial del PP en Sevilla. La candidata de Egea era Virginia Pérez, mientras que el elegido de Bendodo era Juan Ávila. En aquel Congreso estaba en juego la candidatura a la alcaldía de Sevilla. García Egea ganó, y puso como candidato a José Luis Sanz. La derrota de los de San Telmo supuso la destitución de Beltrán Pérez como alcaldable.

Así, quizás, queda más claro el nuevo rumbo que va a tomar la dirección del partido con el nuevo número 3, así podemos apreciar el poder que se le ha otorgado a ese “cocodrilo taimado”. En la lista de asignaturas pendientes para este recién estrenado Partido Popular está recuperar la alcaldía de dos de las ciudades capitales en el mapa político español: Valencia y Sevilla. La primera no tiene aún candidato designado, pero con Sevilla se hizo una excepción. Sin embargo, el mesías gallego, en su coronación en esa tierra, no regaló al candidato a la alcaldía un gran retrato de complicidad frente a un paso, ni siquiera un paseo tranquilizador. Sanz se hizo una foto como cualquier afiliado de a pie.

Tal vez en la cabeza del exalcalde de Tomares han renacido algunos fantasmas del pasado. Aunque a José Luis Sanz lo salva, de momento, un paseo que sí se dio, aquel que ratificaba su designación como candidato, aquella escenificación en la que el morador de San Telmo, Juanma Moreno, le dio su bendición compartiendo una cerveza en una mañana soleada en una céntrica plaza sevillana.

El pésimo resultado electoral cosechado por Beltrán Pérez tampoco animaba a Moreno y Bendodo a dar esa batalla y entendieron que Sanz era la mejor opción, aunque no fuera la de ellos. Con aquel brindis simbólico en la plaza del Salvador a los ojos de todos se pactaba una tregua entre Sanz y Moreno. Durante los meses posteriores, y a los ojos del gran público, todo estaba en orden, salvo algún “pellizco de monja”. Alguna tirantez con el proyecto de las nuevas líneas del metro y las fotos “regaladas” al flamante alcalde del PSOE y candidato a la alcaldía, Antonio Muñoz, después de tomar el relevo de un Juan Espadas que ha emprendido el camino para enfrentarse con Juanma por el Gobierno andaluz.  

José Luis Sanz no es un recién llegado a la política. Sabe mejor que nadie lo que es un Congreso. Criado y moldeado en sus inicios políticos por Javier Arenas, aprendió todo al lado de Juanjo Matarí en aquellos años en los que Javier no tenía todo el pelo blanco. Compartió planta noble en la sede del PP andaluz con “el otro Sanz”, Antonio. Este último siempre al lado de Javier, mientras que el primero, decidido a salir de esa zona de confort de vicesecretario de organización, marcó su propio camino. Se enfrentó a las urnas por primera vez en 2007 y hasta hace unos meses era alcalde de Tomares, la localidad más rica de la cornisa del Aljarafe sevillano, que ha gobernado durante catorce años a fuerza de mayoría absoluta. 

Sanz es un político sólido, con triunfos electorales indiscutibles a sus espaldas, y un acreditado buen gestor. Sin duda, la mejor carta que tenía el PP para intentar recuperar la alcaldía de Sevilla, en manos socialistas desde 2015 gracias a un pacto con IU y Participa Sevilla, plataforma de Podemos, pese a la tercera victoria consecutiva en las urnas de Juan Ignacio Zoido, entre ellas una mayoría absolutísima con 20 concejales de 33, la mayor de la historia de la ciudad.

Después de esa victoria histórica de Zoido, Mariano Rajoy fue presidente del Gobierno en plena ola de ascenso popular. Y lo que pase dentro de 400 días en las municipales en Sevilla sí que necesita de “política para adultos”, como diría el líder gallego. Y más después de que su paisano Feijóo haya marcado la primera línea: sumar todos para el objetivo común.

Lo más probable es que Juanma y Bendodo no se desdigan, y que Sanz siga siendo el candidato, pero este vuelco del aparato le ha pillado a contrapié. Porque, ahora, Bendodo redactará la lista electoral del 1 al 20. La única manera que tiene Sanz de salir de este callejón sin salida interno es fajarse como los buenos costaleros y comenzar a andar. Centrarse en la carrera a la alcaldía como hizo aquel Zoido de 2006. Ojalá le siga sirviendo como ejemplo.

Y aún está a tiempo el tándem Tellado-Bendodo de montar una visita a Feijóo en Semana Santa para que acompañe junto a Juanma Moreno al candidato José Luis Sanz a su Hermandad de San Isidoro. Que, por cierto, también es la de Juan Ignacio Zoido.