Lo cierto es que con la prima de riesgo arriba, casi etérea volando al infinito, deambulamos como primos llenando las calles con nuestras protestas, jodidos y desarmados como los ejércitos de la incertidumbre. Mientras, el gobierno de don Mariano sigue con su mantra maligno de acusar al adversario, en un conclave ministerial que no cesa de hurgar en todo lo que hiera moral y económicamente a los ciudadanos, vengan de donde vengan, que no hay que fiarse de nadie, menos de los muy queridos defraudadores.
El último de la fila, bueno el primero, porque el buen señor Gallardón tomó los juramentos de sus compañeros ministeriales, por lo mismo de lo que es o por ignorancia, que con la ley en la mano no le exime de cumplimiento, quiere condenar al nasciturus a ser una criatura desvalida y sumida en la tristeza y a la familia a una tragedia de por vida. Para muchos el Ministro de Justicia era como la lucecita incómoda en la siniestra caverna de lo reaccionario ¡qué error! Él sólo tiene problemas de esos que se llaman de poder entre los suyos, siempre daba una imagen más esperanzadora que doña Esperanza Aguirre, patrona de la mamandurria liberal, aunque eso sí era excesivamente pródigo con el dinero ajeno como alcalde de Madrid, mal aval en los tiempos que corren ¡el Ministerio ha puesto en evidencia sus creencias ideológicas!
Se nos fue Gregorio Peces Barba, nos quedará su magisterio y recuerdo. El autor de la consignas de los miembros del Partido Popular ante el fallecimiento de unos de los padres de la Constitución, consignó como argumento de replicantes destacar los valores democráticos de Gregorio, su bondad, y sus diferencias ideológicas ¡faltaría más!