Los andaluces tan inteligentes votaron para que obtuviera la mayoría Rajoy; los andaluces tan simples, ignorantes y catetos no votaron al PP. para que tuviera  mayoría absoluta  Arenas. La verdad es que tardamos menos en volvernos que el calcetín con el gobierna  don Mariano. Unos atacan mandando, otros se defienden no votándolos.

Siempre se ha dicho que nunca llueve a gusto de todos, salvo para Mikoyán, el famoso líder de procedencia Armenia maestro de la perdurabilidad en la antigua  nomenclatura soviética, capaz de desfilar entre gota y gota bajo el diluvio universal  de Stalin y sus sucesores, sin mojarse, ni perder su puesto en el politburó. Arenas aspira a la misma eternidad del armenio en el aparato popular, pero le faltan los votos donde el otro manejaba el dogal y su historial de revolucionario del Cáucaso, y no de póster de Don Guido idílico.

Desde el Sur nos hemos puesto de uñas por los ataques verbales contra el andaluz por la llamada caverna mediática, y algunos políticos ultrapopulares,  que se han lanzado a degüello usando las viejas tarabitas tribales contra todo lo que apeste a andaluz, con esas formas energúmenas de graderíos y  tabernas que les caracteriza.

Amén de  tener mal perder, nunca se preparan  los populares para ganar. Más que un encuentro con el votante de Andalucía, sus arrebatos verbales suenan a desafío o reconquista. La verdad es que es muy difícil salir del dilema del perdedor,  y más si uno se mueve entre el victimismo y la megalomanía.

No es cuestión de sacar pecho tribal, pero por la derecha o por la izquierda en los doscientos últimos años de nuestra historia, Cánovas y Felipe González, nacidos por estos pagos, son incuestionablemente los presidentes de gobierno más prominentes de España. Y eso no es para enorgullecerse, ni para ofenderse, simplemente es para verse como una parte más dela Españade los ciudadanos con libertad, como electores o elegidos. Sin más apego o desapego, sin más derechos o menos, sin más capacidad o menos, pero con la misma responsabilidad y decoro que cualquier otro español.

El vociferante  presentador de Intereconomía, Xavier Horcajo, desde el altar de su impotencia, ha proclamado en virtud de los resultados electorales autonómicos que no va a pisar a Andalucía durante cuatro años. Vela al Nazareno, y crespón  negro en las cisternas de los bares de carretera, estaciones de AVE, aeropuertos, por tan sensible ausencia. Seguimos overbooking, a su pesar, porque la tribu andaluza es tan hospitalaria como libre, y tan “xabia” que  le dio  hasta un  presidente a su tribu catalana.

¿Xavier Arenas es el error de los populares, para tanto despropósito de la derecha tribal?