Dentro del Gobierno se ha abierto una grieta que ciertamente no amenaza su estabilidad, pero que resulta demasiado visible como para negar su existencia: mientras que el presidente, el vicepresidente, el consejero de Hacienda o el portavoz se mantienen en sus trece de que Andalucía está intervenida por el Ministerio de Hacienda, el consejero de Economía e Innovación, Rogelio Velasco, declaró con todas sus letras y sin atenuantes argumentales que “Andalucía no está intervenida”.

Ayer mismo, en declaraciones a los medios tras reunirse con la vicepresidenta de Murcia, el número dos del Gobierno andaluz y presidente de Ciudadanos, Juan Marín, volvía a hablar explícitamente de “intervención”, apelando a que su pronunciamiento no iba de “demagogia ni de enfrentamiento en los medios de comunicación, sino del futuro de una tierra con ocho millones de personas”.

La posición de Marín, en contraste con la del consejero Velasco, pone una vez más en evidencia la falta de cohesión en los equipos nombrados por Ciudadanos. El consejero y prestigioso catedrático de Teoría Económica entró en el Gobierno andaluz a propuesta de Ciudadanos, aunque quien sugirió su nombre no fue Marín, sino el dirigente nacional y economista de referencia del partido Luis Garicano. Tras la ‘crisis de la intervención’ se cruzan a puestas sobre la permanencia de Velasco en la Junta hasta que concluya el mandato de esta.

Aunque, además de un buen puñado de ceses y dimisiones, en el seno del Gobierno andaluz ha habido en estos meses alguna discrepancia importante, sobre todo relacionada con las políticas de igualdad a las que Vox viene demonizando desde el principio, la controversia interna sobre si las cuentas de la Junta están o no está intervenidas puede convertirse en una carga de profundidad con posibilidades de estallar cuando menos se espere.

A ello se suma que las relaciones del vicepresidente Marín con su consejera de Igualdad Rocío Ruiz no son las mejores, y de hecho ha sido en el departamento de Ruiz donde en estos meses se han producido las dimisiones más sonadas. 

Velasco entró en la Junta de la mano de Garicano y, a su vez, el futuro de este en la organización naranja está en aire tras las crisis desencadenada por la dimisión de Albert Rivera. El reconocido economista está integrado en la gestora que dirigirá el partido hasta la celebración de su congreso en primavera, pero desde hace tiempo se alineaba en el sector crítico con Rivera.

Si su virtual sucesora, Inés Arrimadas, mantiene una línea continuista y, por tanto, alejada del perfil inicialmente mestizo y transversal del partido, el propio futuro de Garicano podría estar en el aire. En ese escenario, no sería inverosímil que Velasco dejara un cargo en el que no parece que se haya sentido nunca del todo cómodo.