2019 ha sido en buena medida el año de las grandes equivocaciones. Se equivocó Pedro Sánchez al forzar la repetición de las elecciones y se equivocó Pablo Iglesias al no aceptar el Gobierno de coalición que habría hecho innecesario el más bien funesto 10-N. Aun así, ambos han salido vivos de sus tropiezos: no ilesos, pero sí vivos.

No ha sucedido lo mismo con Albert Rivera: él sí que se equivocó como pocos lo habían hecho hasta ahora en la política española y a él sí que su equivocación lo condujo directamente al cementerio de hombres ilustres cuya inteligencia no supo ver lo que todo el mundo veía: que la estación término de su disparatado viaje era el abismo.

La sangría de Albert

Con respeto a las legislativas del 28 de abril, el 10-N Ciudadanos Andalucía perdió casi 10 puntos, equivalentes a 465.000 votos, una debacle de parecida envergadura a la sufrida por el partido en toda España (9 puntos y 2,5 millones de votos menos). Ciertamente, el culpable del cataclismo andaluz fue Albert Rivera, no Juan Marín, pero a este cabe reprocharle no haber anticipado el desastre que todos los observadores auguraban o, como mínimo, no haber alzado la voz para alertar del mismo a la ciega dirección nacional del partido.

2019 ha sido un año doblemente perdido para Marín: perdido por no haber amortiguado siquiera localmente el desastre nacional y perdido por no haber conseguido marcar un perfil propio y diferenciado del PP dentro del Gobierno andaluz. No es culpable Marín de la primera pérdida, pero sí de la segunda.

La ceguera de Inés

Cuando las cifras electorales de Ciudadanos eran buenas, y aun excepcionales como ocurrió el 28-A, Juan Marín no tenía de qué preocuparse: mientras al partido le fuera bien en España, a Marín le iría bien en Andalucía. Sin embargo, el 10-N lo cambió todo. El partido se está yendo a pique y Marín se irá con él si no es capaz de entender lo que la lideresa provisional Inés Arrimadas todavía no ha entendido: que la única manera de salvar lo que queda de Cs es distanciándolo nítidamente del bloque de la derecha donde lo empotró Albert Rivera.

¿Cómo hacerlo? Poniendo sus 10 diputados en el Congreso al servicio de la gobernabilidad del país, aunque Unidas Podemos forme parte de esa gobernabilidad. En principio, para Cs no debería ser difícil hacerlo; de hecho, si no lo hace sus días están contados.

El dilema de Juan

Más complicado resulta para Marín hacer efectivo ese distanciamiento del bloque de las derechas que está desangrando al partido naranja. Romper la mayoría parlamentaria que los naranjas forman hoy en la Cámara andaluza con el PP y Vox sería un ejercicio de funambulismo político que ni sus más fieles seguidores entenderían. ¿Qué hacer, entonces?

En realidad, la salvación del vicepresidente de la Junta está en dejar de serlo. Aunque personalmente dolorosa, la única maniobra políticamente deseable para Ciudadanos es salirse del Gobierno andaluz, si bien manteniendo, claro está, el apoyo externo a Juanma Moreno como en el pasado se lo mantuvo a Susana Díaz.

Parece, ciertamente, una jugada demasiado audaz para la prudencia de Marín, pero el líder naranja ya debería haber comprendido que gobernar la Junta de Andalucía con el PP no está siendo un buen negocio político. Lo sería estando fuera, como lo estuvo entre 2015 y 2018, cuando fue capaz de marcar ese perfil propio que lo diferenciaba del PSOE, pero también del PP.

Dentro, fuera

Desde dentro del Gobierno andaluz es mucho más difícil, si no imposible, hacer tal cosa sin incurrir en deslealtades imperdonables. Paradójicamente, Ciudadanos tenía más visibilidad política estando fuera del Gobierno de la que tiene estando dentro de él.

Un ejemplo: los consejeros naranjas no tienen la libertad de decirle a Vox las cuatro cosas que el partido ultra está pidiendo a gritos que se le digan: una libertad que sí tendría Cs estando fuera del Ejecutivo. ¿Que salirse de la Junta sería entregar todo el campo de juego al PP? ¡Es que el PP ya disfruta de todo el campo y ya capitaliza toda la acción de gobierno!

No quiere ello decir que el PP esté siendo desleal con Cs: simplemente, está siendo más listo y, además, el presidencialismo propio de todos los gobiernos autonómicos es una valiosísima baza contra la que nada puede hacer Ciudadanos... desde dentro.