Tampoco este jueves ha tenido suerte la socialista Susana Díaz para conseguir que el presidente de la Junta le contestara a un par de preguntas o tres no especialmente difíciles:

1) ¿Pagará la Junta una extra a los 100.000 sanitarios andaluces, tal como le ha ordenado el Parlamento? 2) ¿Bajará la Consejería de Educación la ratio de alumnos por aula en el regreso al cole tras la pandemia? Y 3) ¿Los 6.300 docentes que han prometido contratar son adicionales a los que entrarán para cubrir sustituciones y bajas o van a estar contratados durante todo el curso?

Moreno tampoco le contestó a la presidenta de Adelante, Teresa Rodríguez, pero esta vez la excursión presidencial por los cerros de Úbeda estaba más justificada porque la líder exmorada se mostró más interesada en armar un discurso propio de denuncia general de las políticas de Moreno que en formularle preguntas precisas sobre su gestión.

Aun así, el presidente oyó como quien oye llover argumentos de Rodríguez bastante bien traídos, como el que recordaba que los 6.300 docentes extra que la Junta contratará en septiembre apenas equivalen a “un profesor más por centro” o que los 1.500 contratos para reforzar los servicios de limpieza equivalen a “un cuarto” más de trabajador por centro.

Los votos de Vox

El presidente se limitó a recordarle a la diputada por Cádiz lo bien, lo rápido y lo anticipadamente que ha venido actuando el Gobierno que él preside. Por supuesto, tampoco se molestó en replicar al reproche de Rodríguez de que la única pega de la Junta a los fondos de contingencia habilitados por el Gobierno central para reforzar la educación ha sido que se ha excluido de ellos a la concertada, en la que "tiene intereses el consejero de Educación"

Para lo que sí le sobró tiempo a Moreno fue para afear tanto a Teresa Rodríguez como a Susana Díaz que acogieran tan de buen grado los votos de Vox cuando el partido ultra apoyaba sus iniciativas y, al mismo tiempo, boicotearan la comisión de reconstrucción post Covid-19 solo porque la presidía un diputado de Vox: "¡Todo por un sillón!".

Olvidaba el presidente el detalle de que Vox siempre se opuso a esa comisión, que planeaba boicotear dejando en minoría a PP y Cs, un sombrío horizonte que Moreno despejó entregando la presidencia de la comisión al partido ultra.

A Susana Díaz en particular le espetó lo siguiente Moreno: “Usted debe ir a esa comisión porque nos pagan para eso, ese es su trabajo y es el foro que usted sugirió crear y yo propulsé a petición suya”.

El control del pasado

Pero donde el presidente se empleó más a fondo fue en el control retrospectivo del pasado: le recordó a Díaz lo mal que su Gobierno trató a los sanitarios, “con precariedad, malos salarios y la expulsión de 7.000 de ellos del sistema público”. Y además, continuó, ella nunca superó los 10.000 millones de inversión anual en sanidad, mientras que él andaba ya por los 11.000 e iba camino de los 12.000.

Tras ofertarle, en tono algo gallito y más bien de cara a la galería, cuantas reuniones semanales deseara con sus consejeros de Salud y Educación para que estos le fueran explicando todas las medidas que iban tomando, terminó Moreno su réplica final a Díaz con una constatación que la expresidenta dificilmente podría contrarrestar: “Usted ha estado mucho tiempo en el Gobierno y poco en la oposición, eso la lastra a usted”.

Tanto monta, monta tanto

Los portavoces de Ciudadanos y el PP, Sergio Romero y José Antonio Nieto –o, si se prefiere, José Antonio Nieto y Sergio Romero, pues tanto monta, monta tanto– también cargaron con brío contra la expresidenta socialista, uno porque Díaz no iba a la comisión de reconstrucción y el otro porque le atribuía el boicot a la ‘tarjeta monedero’ para cubrir necesidades básicas de las familias más vulnerables. Si Díaz pensaba que había ido a una sesión de control, se equivocaba: la controlada era de nuevo ella.

Adornó, en fin, Romero su intervención con unas sesudas pero algo extemporáneas consideraciones sobre la naturaleza de la verdad (propia) y los males de la propaganda (ajena) que probablemente sus señorías no acabaron de entender del todo.

El portavoz naranja con tonalidades preocupantemente azules remató su faena con un enaltecimiento tan impúdicamente cortesano de la titular de Asuntos Sociales, Rocío Ruiz, que los peor pensados relacionaron el hiperbólico elogio con el ruido de sables que viene sonando en el patio de armas de Ciudadanos, a cuyo comandante en jefe Juan Marín se le atribuye la pretensión de destituir próximamente a Ruiz para poner en su lugar a alguien más de su cuerda…

No me llames Nieto, llámame Hobbes

El portavoz popular, José Antonio Nieto, también tuvo una intervención tirando a metafísica: no en vano comenzó el diputado cordobés aludiendo a cómo el hombre en sus momentos difíciles se pregunta "quién es, de dónde viene y adónde va".

Con ese arranque, sus señorías debieron temerse lo peor; unos temores que se vieron incrementados cuando Nieto mencionó a continuación “los orígenes del Estado moderno en la baja Edad Media”, aunque ya había indicios de él, puntualizó, en “la sociedad griega, romana o asiria”. Para una tórrida mañana de julio quizá era demasiado.

Los temores de la feligresía parlamentaria debieron ir a más cuando el portavoz vestido de Hobbes se hizo a sí mismo la “pregunta trascendente de para qué sirve un Gobierno”, pero afortunadamente menguaron cuando Nieto bajó la pelota al césped y todo vino a parar en que un Gobierno servía para dar seguridad, proteger la vida y ayudar a los débiles, que era precisamente lo que venía haciendo Juanma Moreno.

Filosofía y propaganda

La Cámara seguramente suspiró con alivio: lo que había comenzado como una chapa sobre filosofía de la historia acababa, a Dios gracias, como un discurso propagandístico de la toda la vida. 

Del estadista Moreno, el pensador Nieto elogió no solo “su talante y su estilo”, sino también su humildad y modestia: “Podría usted, presidente, haber asumido todo el protagonismo en esta crisis, pero prefirió que el Parlamento tuviera un papel importante y por eso impulsó la comisión de reconstrucción”, una comisión que por desgracia la pérfida oposición estaba boicoteando, y por qué: “Dígannos –clamó Nieto mirando a la bancada de los soberbios– algo que hayamos hecho para que ustedes no estén ahí; por favor, recapaciten, no escurran el bulto”.

El presidente no podrá, pues, tener queja de su portavoz; en realidad, de sus portavoces: tiene dos por el precio de uno.