Con más tráfico que ánimo, atravesamos la tierra andaluza de oeste a este perseguidos por los peces en el río que mira cómo beben y la virgen que se está peinando entre cortina y cortina. No hay colmado de pueblo ni gasolinera de carretera que no obsequie al cliente con el hilo musical a Belén iba una buarra rin rin. 

Algunos lo han intentado, dice mi altocargo manejando una conocida mezcla de solemne ironía que se conoce también como malafollá: algunos lo han intentado, aislarse, vivirlo de otra forma, criar a sus cachorros fuera del establo pero ha sido peor. Tuve un colega que le decía a sus chaveas que las vírgenes y los santos y los angeles y los arcángeles eran maniquíes publicitarios. Y lo que pasó cuando aquellas criaturas tuvieron los trece y los catorce años es que les entró un morbo por la religión tan colosal que tuvo que bautizarlos y comulgarlos, como diría el gran Lopera, el mismo día y a la misma vez.           

Así que es más llevadero acoplarse al bucle de la vida, dejando que los villancicos, los mantecados y los décimos de lotería hagan su trabajo seminal y acabes con el wassap felicitando al personal de todos los contactos, eso sí, que se note que somos rojillos comprometidos, con una tarjeta de unicef.

Una breve enumeración, amorcillo: Susana entrevistada por Tom, otro de los grandes clásicos del bucle andaluz. Y Susana fiel al guión (¿Cervera, tal vez), del me voy pero me quedo porque soy cien por cien andaluza. Qué bonito y que reconocible todo, tan familiar, tan navideño podríamos decir.

También tenemos el debate andaluz de los presupuestos, que es un incunable de más de treinta y cinco años. Los periódicos podrían copiarse los titulares de hace dos décadas y no hallaríamos una mica de cambio en los discursos: sanidad, educación, rodillo, trasnochados… Los gobiernos pasan, la política queda, dice el sabio y sobre campanas una.

No falta a la cita del bucle el ya entrañable Alaya versus Bolaños, las dos andalucías de las puñetas judiciales y sus terminales mediáticas, bien es verdad que las derechas usan misiles y drones y toda la artillería tecnológica de estos tiempos mientras los sociatas apenas si encuentran consuelo en algunos articulillos de aventuras digitales que zozobran en el ciberespacio.

Estamos alcanzado los límites del Levante andaluz, yo me remendaba yo me remendé, suena en la panadería donde hemos parado a comprar unos polvorones que quitan el habla, cuando dicen por la radio que una empleada de comisiones obreras le ha ganado un juicio al sindicato, que tendrá la obligación de hacerla fija después de apenas nueve años de contratos temporales.

Bien, sostiene mi altocargo, este es el que más, es el clásico de los clásicos: ocurre cuando a alguien le dan un carguillo o un uniforme o una toga o cuando un sindicato hace de empleador: ahí le revientan las costuras de las perores contradicciones. Sindicalistas convertidos en miserables empresarios cuando tiran de la ley que protestan teatralmente en las calles y las manis… Fun, fun, fun.