El virus federalista se ha apoderado de la derecha española. El ‘mando único de la lucha antiterrorista’ les parece algo menos que un delito pero mucho más que un error. Lo que valía contra ETA no vale contra el Covid-19.

Cuando federalistas –y aun confederalistas– de toda vida se han convertido temporalmente y por razones de fuerza mayor al centralismo porque entienden que es la manera más eficaz de combatir la pandemia, las derechas están apostando por 19 desescaladas, las de las 17 comunidades autónomas más Ceuta y Melilla.

En realidad, lo que les irrita no es el mando único, sino el nombre y la filiación política de quien lo ostenta.

No sería, por cierto, la primera vez que la derecha española vota en contra o se pone de perfil en asuntos de gran trascendencia nacional con los que está básicamente de acuerdo: ya sucedió con la célebre abstención activa de Alianza Popular en el referéndum de permanencia en la OTAN.

Atlantista convencido, Fraga estaba de acuerdo en seguir en la alianza militar, pero pensó que le traía más cuenta desgastar a Felipe González aunque fuera a costa de traicionarse a sí mismo.

Poco pecado para tanta penitencia

En una cosa sí tienen razón tanto el PP como las autonomías que andan enfadadas con Pedro Sánchez, y es que solo muy tardíamente el presidente del Gobierno ha empezado a poner verdadero interés en buscar la complicidad de líderes de la oposición y presidentes territoriales.

Pecado grave sin duda el cometido por el Gobierno, pero no de tanta gravedad como imponérsele una penitencia que tendríamos que cumplir todos y con serio riesgo para nuestra salud.

Los constitucionalistas parecen coincidir no tanto en que la supresión del estado de alarma conllevaría el caos, que es lo que sostiene el Gobierno, como en que la lucha contra el virus sería mucho más problemática y seguramente muchísimo menos eficaz.

Entienden no pocos expertos que quedarían sin cobertura jurídica muchas de las medidas ahora protegidas bajo el paraguas del estado de alarma, como las severas restricciones impuestas a la libertad de circulación, de residencia, de reunión, de manifestación o de culto.

La paradoja de los forofos

Suprimir el estado de alarma sería adentrarnos como país en un territorio minado de incertidumbres. Sin mando único, sería precisa una coordinación de las comunidades autónomas que todos adivinamos poco menos que imposible al no existir un órgano institucional de coordinación territorial.

Lo llamativo –tal vez sea más correcto decir lo escandaloso– del debate que mañana resolverá el Congreso es que, justo cuando la selección iba ganando el partido, los más forofos de ella –los 'Manolo el del bombo'– proponen destituir al seleccionador nacional y que cada jugador siga las indicaciones del entrenador del equipo del que proviene.

¿Sacará adelante el Gobierno esta nueva prórroga? Casi con toda seguridad que sí. Y ello a pesar de que su socio de ERC ya haya dicho que votará en contra, no sea que la gente de Puigdemont se les adelante en la galopada confederal.

Aun así, la clave de la votación de mañana está en el Partido Popular; si vota no, la prórroga sí que puede efectivamente fracasar, pero si se abstiene, como es casi seguro que hará, tendremos estado de alarma dos semanas más. Una de las claves será Cs.

Una oportunidad para Cs

En efecto, la aritmética del Congreso apunta que la posición de Ciudadanos sería clave en el resultado final si el PP opta por el no en vez de hacerlo por la abstención. De nuevo el partido naranja tendría la ocasión de redimirse de sus errores del pasado recuperando la transversalidad y moderación que tantas esperanzas suscitaron muchos de sus electores hoy decepcionados.

Las derechas españolistas y los partidos nacionalistas siguen empeñados en hacer una interpretación política de medidas gubernamentales cuya interpretación debería ser más bien técnica.

En realidad, el Gobierno está adoptando medidas llamémoslas militares en una situación de emergencia nacional creada por un enemigo invisible pero mucho más peligroso que cualquier banda terrorista: trocear el alto estado mayor en 19 estados menores es una temeridad cuando el enemigo aún no ha sido derrotado.