Mucho se ha escrito en contra el alquiler turístico, todo el mundo ha dado a conocer su postura, en la mayoría de casos demonizando esta actividad. Hoteleros, políticos de todos los colores, asociaciones de vecinos, de empresarios…. Todos han manifestado su posición, algunos hasta con manifestaciones o con pintadas en algunas paredes del centro de Palma donde se puede leer que los turistas no son bienvenidos.

Pero pocas veces hay quien se manifiesta abiertamente a favor de esta actividad y  que nos muestra una realidad que hay detrás de ella en muchos casos.

Teresa tiene 51 años, era administrativa de una empresa de construcción que quebró en los años duros de la crisis, después de muchos meses de cobrar media nómina, cobrar con retraso o simplemente algunos meses ni eso, pero “me aferraba a la ilusión que toda la empresa era una familia y si trabajábamos todos juntos podríamos aguantar lo más duro. Pero los bancos reclamaron pagos, no entraban nuevos trabajos y después de casi 20 años todo terminó”.

Tantos meses de crisis y angustias hicieron mella en su matrimonio que finalizó, con el resultado que su pareja se fue a trabajar al extranjero y se desentendió completamente de ella,  de su hija adolescente, y de su hipoteca. “Nos quedaban más de 50.000 euros para  pagar,  llevaba meses haciendo verdaderos malabares para poder pagar hipoteca, gastos comunes de casa, recibos, comida y  todo con 850 euros del paro que se iba acabando así como los ahorros, siempre rezando para que no se rompiera nada porque los imprevistos podían descuadrarme el mes, vamos que algunos meses hemos comido solo pasta con tomate porque era eso o comprar una gafas para la niña” afirma Teresa.

“Fue mi hija, la que me animó para que arregláramos una de las tres habitaciones de la casa para alquilar. Yo no sabía ni  que era, porque la verdad es que Internet me venía grande, pero la desesperación hace milagros, así que me puse a investigar, y vi que los pisos en mi barrio estaban bastante demandados al ser un barrio que se ha puesto  “de moda” en la ciudad. Así que me arme de valor y con la ayuda de varios amigos, pintamos y cambiamos un poco la decoración de la habitación principal que tiene baño, le hicimos unas fotos y la colgamos en internet”, explica Teresa, al tiempo que asegura que “sin muchas esperanzas de que sirviera y con algunos recelos de quien íbamos a meter en casa”.

“A la semana, recibimos nuestra primera petición, una pareja sueca muy correcta que eran expertos en recorrer media Europa de esta manera y que hablaban bastante castellano. Sorpresivamente, fueron ellos los que durante esa semana nos ayudaron  y nos explicaron muchas cosas de este mundo del alquiler vacacional” detalla Teresa, al tiempo que asegura  “Desde el primer día  declaro a Hacienda, que quede muy claro, porque no quiero problemas. Gracias a ello pagamos la hipoteca y mantenemos una vida digna”.

Pero Teresa es muy inquieta, y viendo que no salía ningún trabajo o sólo cosas eventuales decidió que el alquiler vacacional tiene futuro decidió hablar con varios familiares ya mayores que tienen casas en zonas turísticas y que por motivos de salud ya no utilizan con tanta asiduidad, se dio de alta como autónomo y montó su pequeña empresa de alquiler turístico al tiempo que se ponía a estudiar idiomas, mediante varias apps, “ahora soy la reina de Internet, la verdad es que me manejo muy bien”.

O alquilar, o la calle

Reconoce que algunas veces ha tenido problemas con algunos inquilinos pero no por molestias a otros vecinos de su bloque si no,  por sentirse demasiado en su casa y pasar algunos límites, pero se muestra satisfecha de su futuro. Pero lo que no entiende Teresa es  todo el revuelo que se está formando contra esta modalidad de alquiler, ya que “es mi casa que con mi trabajo he pagado y si quiero alquilar o no, no creo que nadie pueda quitarme ese derecho. Cuándo me quedé en paro y lo pasábamos tan mal, ¿Acaso alguien vino a decirme no te preocupes no perderás tu casa, porque el banco si no pagas la hipoteca se queda tu casa y tu acabas en la calle”.

Teresa se muestra muy molesta con este sector crítico, y se pregunta: ¿qué pasa que sólo molestan los turistas de alquiler?, ¿y los de los cruceros?, ¿Y los millones que vienen a los hoteles?, ¿Qué pasa, que sólo los grandes hoteleros pueden beneficiarse del turismo? No veo que estos beneficios repercutan en la mayoría de la ciudadanía, así que yo pienso seguir haciéndolo, pese a quien pese porque yo y mi hija tenemos facturas que pagar.

Le preguntamos a Teresa si los vecinos de su bloque se quejan o han sufrido molestias por sus inquilinos, “más nos molestan las terrazas de los bares y restaurantes de la calle Fábrica y los follones que se monta con el tardeo en esta zona. Pero, contestando a tu pregunta, la respuesta es no, ningún vecino se ha molestado con que alquile una habitación a turistas,  al revés están contentos de ver que mi hija y yo hemos salido del pozo de angustia en el que estuvimos tanto tiempo”.

Teresa especifica que ella pone las normas a sus inquilinos y que deja claro en sus anuncios que nada de fiestas ni molestias a los vecinos “además están controlados, yo vivo en la casa”.

Finalmente, Teresa se muestra muy molesta de que un gobierno de izquierdas que es el que tendría que mirar por el bien de todos sus ciudadanos, haga más caso de las quejas de los hoteleros que en preocuparse e informarse de porqué muchas familias nos hemos visto abocadas a alquilar nuestras casas para poder llegar a final de mes y no perderlas”.

“Sinceramente, yo pago Hacienda, no molesto a nadie, trabajo dignamente, pero déjenme en paz. No me ayudaron cuando lo necesité, no me pidan ahora que no trabaje por mi bien. Se pliegan a las quejas de los grandes lobbies hoteleros” afirma Teresa.

“Me voy,  tengo una entrada mañana, gracias por preocuparte en conocer nuestra opinión, pocas veces alguien nos pregunta, no ponemos anuncios en los medios de comunicación, no interesamos”. Teresa se despide con media sonrisa en la cara pero con la tranquilidad que puede pagar su hipoteca y tiene un trabajo.