El pasado miércoles 8 de junio celebramos el Día Mundial de los Océanos. Una fecha que en 2009 declaró la Asamblea General de las Naciones Unidas con el fin de crear conciencia sobre la importancia del agua, que cubre dos terceras partes de la superficie de la Tierra y regula el clima, produce oxígeno, es hábitat de una gran variedad de seres vivos y constituye una fuente de recursos, como alimentos, energía y recursos minerales.

Océanos sanos, un planeta sano

El lema de este año ha sido "Unos océanos sanos, un planeta sano", para intentar remover conciencias pues, pese a la importancia de estas masas líquidas, potencias económicas y políticas, e incluso los propios ciudadanos, parecen percibirlas como depósitos de desechos. Plástico, mercurio, hidrocarburos, pesticidas o pesca ilegal son solo algunos de los invitados indeseables en nuestras aguas. Según informa Greenpeace, en 2020 un 10% de los océanos debería estar protegido, conforme a un compromiso internacional, aunque, menos del 5% lo están por ahora. Respecto al Atlántico, que baña una parte de la costa española, en 2011 se publicaron estimaciones científicas calculando que unas 2.600 toneladas de basura plástica se acumulaban en su área sudoccidental, y el océano Índico padece un grave descontrol de la pesquería de atún, una de las más lucrativas del mundo. Y uno de los problemas más graves, claro, está en el Ártico, que el deshielo está haciendo más y más vulnerable.

Vertidos del Mar Menor

En España, entre los principales problemas de nuestras costas figuran la merma de stock de especies marinas, la pesca ilegal, los efectos negativos de plantas de gas, astilleros o papeleras, y, sobre todo, en las últimas semanas, los vertidos en el Mar Menor.