Antonio Díaz, también conocido como El Mago Pop, es uno de los magos más prestigiosos tanto en España como en el resto del mundo. Con su impresionante habilidad para transformar lo imposible en realidad, el 'ilusionista' catalán ha conquistado audiencias de todos los rincones del planeta. De hecho, él mismo asegura estar viviendo en un sueño, y no es para menos, ya que ha logrado conquistar al público norteamericano con su triunfal salto a Broadway y la compra de un teatro en Branson, en el estado de Missouri.

Este sueño americano de Díaz ha quedado recogido con pelos y señales en El Mago Pop Lands in USAdocumental disponible en Movistar Plus+. ElPlural.com ha podido hablar con su protagonista antes del lanzamiento sobre su intensa trayectoria, próximos desafíos que tiene en mente o cómo ha logrado mantenerse en la cúspide de la magia.

Pregunta (P): ¿Cómo se fraguó toda la aventura americana?

Respuesta (R): Se va dando de manera paralela. El interés de Broadway nos llega en 2019, en 2020 lo cerramos, pero viene la pandemia. Al final ese retraso de tres años resultó vital. Estoy convencido de que no hubiera ido tan bien si hubiéramos ido en 2020 porque el espectáculo no era tan potente y el equipo todavía no estaba tan fuerte como estaba en 2023, y era imprescindible para el desafío. Cuando nos llega la propuesta me asaltan todas las inquietudes porque sé que el desafío de América era un salto importante.

Empieza a tener mucho sentido lo de tener una base de operaciones en América. Yo me iba a dormir todas las noches buscando teatros en Estados Unidos, pero claro, después ya comienzas a hablar con agencias y yo estaba muy obcecado en la búsqueda de una casa en la que hacernos al público americano, en la que poder tener una base de operaciones. Nuestro taller, escenografía y espectáculo son muy grandes, entonces requiere de una estructura gigante. Después de reuniones súper complejas de muchos meses de trabajo, se acabó dando de la mejor manera que se podía dar. Pero sí que durante todo el proceso lo vives con la incertidumbre de que cualquier cosita que se desmonte por el camino puede resultar vital.

 Puedes quedarte siendo prisionero de tu éxito, que una mañana te despiertes y digas 'ostras, no soy feliz, ¿no?'

P: Os llegasteis a convertir en el primer título nacional en llegar a Broadway. ¿Llegaste a soñar algo así?

R: La verdad es que hasta los 20 años ni siquiera me permitía soñar con algo así. Para mí, ya era un privilegio enorme poder vivir de esto. Si en aquel momento alguien me hubiera dicho que acabaríamos en Broadway, me habría reído como diciendo: “¿Pero qué me estás contando? ¿Cómo vamos a ir a Broadway?”. Con el tiempo, cuando empezamos a llegar a nuevos públicos y a ver que el boca a boca funcionaba tan bien, empecé a pensar que quizá sí estábamos preparados para retos mayores. Ahí fue cuando Broadway empezó a parecer algo posible. Durante tres años, vinieron entre 15 y 20 productores a vernos, y aunque fue muy complicado, al final lo conseguimos.

Fue un momento de celebración, sí, pero también de decisiones difíciles. Porque dijimos: “Vale, vamos a ir… pero no en las condiciones que nos estáis proponiendo”. No podíamos estar allí cinco años seguidos. Si funciona haciendo 300 o 400 funciones al año, tenía que ser en periodos cortos, compatibles con nuestras giras, para seguir siendo libres. Al final, cuando entras en el circuito de Broadway, puedes acabar siendo prisionero de tu propio éxito. Y un día te despiertas y te preguntas: “¿Soy feliz con esto?”. Por eso era importante mantener la libertad de seguir eligiendo nuevos desafíos, no solo para mí, sino para todo el equipo. Porque sí, Broadway es lo más grande, un sueño y un privilegio… pero también hay que saber cómo vivirlo sin perder lo que te hace feliz.

P: Cuando llegáis allí, hablas de la posibilidad de crear una nueva marca. ¿Tenías claro que querías replicar el éxito de todo lo que estaba sucediendo aquí o querías, en cierta manera, adaptarlo al público y espectáculo norteamericano?

R: La mayor duda era esa, si lo que hacíamos aquí podía gustar allí sin una gran adaptación. Ese fue el mayor desafío por cuestiones idiomáticas y culturales. Por eso, nuestras primeras funciones allí resultaron súper importantes para ver cómo reaccionaba el público. Yo he actuado muchas veces en mi vida en Estados Unidos y muchísimas veces sientes que sientes al público que conoces… pero un espectáculo es otra cosa. Es un engranaje que te lleva por sitios y que durante una hora y media te tiene que transportar y que no haya bajada hasta entonces. Hasta que no hicimos la primera función no tuvimos esa certeza. Y ver que cuando la hicimos el público acabó en pie, una ovación de muchos minutos… eso nos dio la fuerza para toda la temporada. A pesar de que en nuestra primera función en Estados Unidos no acabé contento, el público salió entusiasmado y eso nos dio la confianza para todo lo que vendría después.

En Branson acabé muy tocado porque no salió como esperábamos pese a todo el esfuerzo que hicimos juntos

P: Sobre la primera actuación en Branson, en el documental se ve que no fue un buen momento para vosotros ¿Llegaste a sentir decepción en algún momento?

R: Sí, en Branson acabé muy tocado porque me supo muy mal que no saliera como habíamos esperado pese a todo el esfuerzo que habíamos hecho. El público salió muy contento, pero esa cosa de ser consciente de que podía haber ido mejor te deja con un sabor agridulce, que después nos quitaríamos en Nueva York. En Branson vivimos momentos de pena y frustración, además venía el gran desafío de Nueva York, que ya no solamente era el espectáculo, sino todas las promociones, todas las apariciones públicas, todas las reuniones, la unión en un mundo de la técnica del montaje ya que es lo más difícil de ese espectáculo. Venían un montón de cosas muy difíciles y no habíamos aprobado el primer examen. Entonces eso nos hizo estar unos días flojitos.

P: Después de Branson empieza a fraguarse la aventura de Broadway. Para promocionar el espectáculo apareces en el exitoso programa The Today Show haciendo un número y en el documental llegáis a decir que es el momento más importante de esta aventura americana.

R: Fue un antes y un después. Otra duda que yo tenía era la preventa. Los números de Broadway son siderales, los gastos, todo es tremendo. Que nuestra preventa fuera muy modesta era una cosa esperable porque compites con los grandes musicales del mundo y llega Antonio Díaz a hacer “truquitos de magia”. Yo tenía claro que era el Today Show, sobre todo porque en directo lo ven cinco o seis millones de personas, pero luego tiene muchísimo alcance. Que ese juego saliese tan bien como salió y que lo viese tantísima gente, generó una atracción del resto de los medios. Eso nos dio la posibilidad de tener una campaña promocional que no hubiéramos podido pagar porque fue una barbaridad todo el alcance que pudimos tener. Eso se vio traducido en la preventa que, de repente, llegó a una gran cifra. Las primeras funciones fueron muy bien de público y empezó a venderse, hicimos sold out todos los días. Ahora nos abren todas las puertas.

P: Los espectadores pueden ver cómo fue el proceso de adaptar vuestro espectáculo al modelo de trabajo norteamericano. Se os ve desesperados en muchos momentos.

R: Fue un poco desesperante, sobre todo porque es una cuestión cultural. Allí los sindicatos tienen muchísimo poder, incluso por encima de los productores, los directores o las propias necesidades artísticas. Nosotros estamos acostumbrados a organizar el trabajo según lo que necesita el espectáculo, no según lo que dictan los protocolos formales. Por ejemplo, a las 12:00 o a las 13:00 entran los bomberos en el teatro, y da igual si estás volando en medio de un ensayo. Literalmente me ha pasado estar suspendido en el aire y ver cómo empezaba a entrar gente al escenario sin más. Eso al principio nos desesperaba a todos. Recuerdo un día en el que solo pudimos ensayar 17 minutos. Tuvimos que aprender a ser más flexibles y decir: “Vale, terminamos esta escena y luego hacemos una pausa más larga, o nos vamos directamente a casa”. Es una forma muy distinta de trabajar, pero también hemos aprendido mucho. Al final, no hay que olvidar que muchos de los mejores profesionales del mundo están allí.

Tenemos un desafío muy grande entre manos que es nuestro gran reto ahora

P: ¿Cuáles fueron tus sensaciones al acabar los shows en Broadway?

R: No era consciente de todo lo que había pasado, el teléfono sonando todo el día… Nos costó frenar esa ola y respirar un poquito todo lo que había pasado, me tomé dos semanas en las que pude desconectar. Fueron días de nostalgia, de una mezcla de subidón, pero también con ese bajón que te da cuando estás agotado y emocionalmente lo has dado todo y existencialmente te cuestionas: “¿Y ahora qué?”, ¿qué ha pasado con mi vida en los últimos meses?”.

P: ¿Notaste muchas diferencias con respecto al público español?

R: Sí. Nuestro público es más exigente. Aquí, en España, la gente suele dar una oportunidad a uno o dos espectáculos al año, como mucho. Así que, cuando se sientan a ver un musical, no te regalan el aplauso: esperan que los sorprendas, y solo entonces te lo dan. En cambio, allí —en Estados Unidos— el público es culturalmente mucho más agradecido desde el primer momento. Los aplausos que recibimos fueron los más grandes que he vivido en mi carrera. Eso nos ayudó muchísimo, porque teníamos muchos miedos e inseguridades, y ver esa reacción tan positiva desde el principio nos dio mucha tranquilidad.

P: Otros magos te han atacado asegurando que realizas "trampas". ¿Cómo lo vives? ¿Lo sientes como una campaña de desprestigio?

R: Lo vivo con naturalidad y con perspectiva, sabiendo que muchas personas que están expuestas se tienen que enfrentar a ello, aceptándolo, siendo consciente de que lo intentamos hacer lo mejor posible y que hemos dedicado los mejores años de nuestra vida a hacer un espectáculo que le guste a la gente. Esa es nuestra mayor inquietud, sé que hay muchísimos profesionales y compañeros de profesión que le encanta lo que hacemos y probablemente hay algunos que no les gusta y es súper respetable y acepto todas las opiniones, las buenas y las malas con naturalidad.

P: Como tú mismo decías: ¿Y ahora qué? ¿Cuáles son tus objetivos?

R: El sueño es seguir creciendo, ponernos desafíos que nos ilusionen. Tenemos un desafío muy grande entre manos que es nuestro gran reto ahora, pero todavía no lo podemos decir. Quiero seguir sorprendiendo, ya no solamente en la magia, sino en nuestros próximos movimientos. Vamos a intentar hacer un desafío a la altura de todo lo que hemos hecho hasta ahora.

Súmate a El Plural

Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos.

hazte socio