Irán e Israel tienen una historia compartida compleja. Las bombas están volviendo a caer en territorio iraní por su enriquecimiento nuclear, Irán se está revelando contra varios países europeos por impulsar sus propias “agendas políticas” tras la alerta del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) por violar su acuerdo de no proliferación y la comunidad internacional está en alerta máxima.

Israel ha lanzado ataques aéreos que, según su gobierno, se han dirigido al “corazón” del programa nuclear iraní en Teherán y su ejército, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), ha afirmado que “continuarán atacando objetivos en territorio iraní”, sin proporcionar detalles sobre su objetivo final. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha rechazado esta escalación en sus relaciones durante meses y, antes del inicio de la ofensiva israelí este jueves, habló con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, varias veces, pero los detalles de estas conversaciones no se han hecho públicos.

Irán, en el punto de mira

El IDF ha confirmado la continuación de sus ataques en Irán este viernes porque supone “una amenaza global” y que “Israel no es su objetivo final, es solo el principio”. Netanyahu, por su parte, ha afirmado que estos ataques fueron parte de unos preparativos iniciados hace seis meses y que no tenía más opción que lanzar los bombardeos porque estaban más cerca que nunca de fabricar un arma nuclear -armamento nuclear no implica una bomba nuclear-.

Además, ha confirmado en un discurso a la nación este viernes que Estados Unidos conocía los planes del ataque, algo que fue revelado por fuentes de NBC News hace la madrugada de este jueves, pero que ahora los siguientes pasos los ha dejado “en manos” de Trump. "Trump toma sus propias decisiones, y no pretendo hablar por él. Lo hace de forma muy convincente y contundente, y ya dijo en su momento que Irán no debe tener armas nucleares, un punto de coincidencia entre nosotros y la política norteamericana", ha asegurado el primer ministro.

Pese a conversaciones estancadas entre Estados Unidos e Irán, la reunión de este domingo podría ser significativa para mantener la estabilidad de la región. El IDF no ha proporcionado información sobre la duración de su ofensiva y la respuesta de irán frente a la denuncia de la comunidad internacional por su enriquecimiento nuclear ha sido, además de lanzar un ataque, convocar el ministro de Exteriores de Suiza, representante de los intereses de Estados Unidos en Teherán, para protestar el apoyo de la administración de Trump al “acto de agresión” de Israel.

Un cambio de panorama envalentona a Israel

En un ataque a principios del año pasado, similar al de la madrugada de este viernes, este periódico habló con Daniel Bashandeh, un analista político especializado en Oriente Medio. Este explicó que: “Netanyahu buscaba este escenario [atacar a Irán] por razones de política nacional. Necesitaba colocar en la agenda internacional la amenaza iraní para desviar la atención de los últimos acontecimientos en Gaza. Su estrategia para acabar con el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) no lo estaba consiguiendo, por tanto, necesita volver al comodín de Irán. Con ello, busca apoyo diplomático y reafirmar el apoyo de Estados Unidos”. Sin embargo, el escenario actual ha cambiado.

La OIEA ha declarado por primera vez en 20 años que Irán está violando el derecho internacional por superar los límites establecidos para su enriquecimiento de uranio y el aliado de Irán en el continente, el antiguo régimen sirio – aunque ideológicamente los países tenían poco que ver, tenían el interés compartido de limitar el flujo de terroristas por sus fronteras- ha caído. Esto no solo ha debilitado la posición de Irán, sino que ha fortalecido a Israel dado que uno de sus principales contrincantes en la región ya no puede apoyar a Hezbolá y ya no puede ejercer poder sobre sus aliados para presionar a Israel. Esto puede ofrecer una explicación parcial de por qué Israel desveló una política agresiva en enero, sin intención de ceder en negociaciones y que ha sido fuente de preocupación para actores como Estados Unidos.

Este contexto puede señalar un cambio en el rumbo del poder de una región inestable actualmente. Estados Unidos ha emitido una orden estos últimos días para evacuar su personal no esencial de sus embajadas en Iraq, Kuwait y Bahrein porque “puede ser un sitio peligroso”, pero al mismo tiempo está intentando conseguir un acuerdo nuclear con Irán.

Sin embargo, el conflicto directo entre ambos países, en la cual Irán ha afirmado que “el régimen [israelí] debe esperar un castigo severo”, ha provocado respuestas cambiantes del presidente estadounidense. Este miércoles señaló en un podcast del New York Post que tenía cada vez “menos confianza” en poder llegar a un acuerdo con Irán -lo que podría suponer el cese a los ataques intercambiados entre Israel e Irán- y que “nada está finalizado” a pesar de la previsión de la sexta ronda de negociaciones este domingo. No obstante, este viernes ha señalado en su red social, Truth Social, que hace dos meses, le dio a Irán “un ultimátum para ‘llegar a un acuerdo’”, que “hoy es el día 61”, pero que “ahora tienen, igual, ¡una segunda oportunidad!”, refiriéndose a la paz.

La animosidad israelí-iraní

Una de las motivaciones más recientes para la relación tensa entre Irán e Israel es el apoyo del país persa a Hamás y a Hezbolá, pero también comparten una historia turbulenta. Contrario a la tendencia de muchos componentes de Oriente Medio, Irán compartía intereses estratégicos con Israel que incluía la contención del panarabismo -que proliferaba en sus países vecinos como Siria- y el rechazo a la influencia soviética en la región. Sin embargo, este entendimiento fue derribado por la Revolución Islámica de 1979, liderada por el Ayatolá Jomeini, porque empezó a introducir una perspectiva extremista en la política exterior iraní.

El nuevo gobierno iraní se basó en los principios de la revolución islámica y rechazó con contundencia las influencias de las potencias occidentales, por lo que el país disolvió sus relaciones diplomáticas con Israel e inició la animosidad entre ambos. Irán se unió a los países de la región, como el Líbano, Arabia Saudí, Afganistán, etc., que consideraban y que siguen considerando el estado judío un país ilegitimo.

Desde el lado israelí, el programa nuclear iraní supone un “riesgo existencial” para el país, argumento que está aplicando actualmente, y su falta de reconocimiento de su estatus como Estado. Además, el apoyo del país persa a grupos armados que rechazan contundentemente el estado israelí, como los hutíes o Hamás, en forma de guerras proxis también supone un punto de fricción para el estado judío.

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