Los antibióticos son un medicamento crucial para la eliminación de las infecciones. Sin ellos, cualquier intervención médica o cuadro diagnóstico puede complicarse significativamente. Desde su descubrimiento y utilización, los patógenos han ido evolucionando para sortear esta barrera de defensa creada por la medicina, llegando a constituirse nuevas bacterias superresistentes que causan más de un millón de muertes al año. En este sentido, 2024 ha nacido con una gran noticia: científicos de la farmacéutica Roche han publicado en la revista Nature el descubrimiento de un nuevo tipo de antibiótico que puede hacer frente, precisamente, a estas bacterias de gran resistencia: la zosurabalpina.

Las bacterias grammnegativas, que cuentan con una doble membrana muy complicada de atravesar para muchos antibióticos, como la Acinetobacter baumannii, son uno de los grandes desafíos a los que se enfrentan los hospitales. La OMS las ha calificado como una nueva amenaza urgente para la que se requiere el desarrollo de nuevos antibióticos más potentes. La zosurabalpina viene a solucionar este problema

Este nuevo antibiótico supera las defensas que suelen hacer resistente a esta bacteria valiéndose de un mecanismo diferente. En concreto, bloquea el transporte de una molécula, el lipopolisacárido, hasta la superficie de la bacteria, donde es necesaria para crear la membrana exterior de estos microorganismos. Un hito que se alcanza superando solo una de las dos membranas que tienen las bacterias grammnegativas. Sin esa membrana exterior, la A. baumannii ve sus probabilidades de sobrevivir muy reducidas y se vuelve vulnerable a otros antibióticos, que podrían ser utilizados en combinación con este nuevo medicamento para hacer frente a estas infecciones.

El equipo de investigación, liderado por Michael Lobritz y Kenneth Bradley, rastreó una base de datos con unos 45.000 péptidos sintéticos, moléculas distintas de las que suelen ser la base de la mayoría de los antibióticos, obtenidos de la naturaleza. De todas ellas, identificaron varias moléculas con actividad antibacteriana, de las que seleccionaron una que después optimizaron para aumentar sus niveles de eficacia y su seguridad. El fármaco ha sido probado exitoso en ratones y se ha empezado a utilizar en personas en un primer ensayo para evaluar sus condiciones de seguridad.

"Los péptidos se han estudiado como antimicrobianos desde hace muchos años, la misma colistina es un péptido, pero el lugar donde actúa este nuevo antibiótico, en el transporte de lipopolisacáridos, es una novedad", ha argumentado Rafael Cantón, jefe del Servicio de Microbiología en el Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid. "Es interesante que se pueda emplear contra Acinetobacter porque hay pocas opciones terapéuticas. Esa es la parte buena, pero no va a ser una panacea", ha desgranado también. "Hay algo que me deja preocupado, porque ven que existe una probabilidad de que desarrollen mutantes resistentes no despreciables", ha concluido el también portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

"Un nuevo antibiótico que puede aportar mucho"

Por su parte, Bruno González Zorn, director de la Unidad de Resistencias Antimicrobianas de la Universidad Complutense de Madrid, ha opinado que este nuevo antibiótico "puede aportar mucho porque las infecciones de A. baumannii son importantes y van en aumento".

Solamente en España, un 50% de las muestras analizadas son resistentes a los tratamientos habituales, así que es preciso el desarrollo de "nuevas herramientas". "Requiere mucho tiempo trabajar con péptidos como los que han rastreado los científicos de Roche, y las bacterias los utilizan para luchar unas contra otras. También son un arma de los fagos, los virus que atacan a estos microbios y que también se utilizan frente a infecciones resistentes a los antibióticos", ha añadido González. Sin embargo, en el trabajo que hoy publica Nature se argumenta haber superado los problemas de toxicidad y distribución, por lo que la zosurabalpina parece ser la clave de un avance muy importante.

"Además de lo rápido que evolucionan las bacterias, el problema es que el mercado de los antibióticos casi ha desaparecido, porque después de lo que cuesta lanzar una línea de investigación y de desarrollar ensayos clínicos, si se consigue llegar al final y tener un nuevo antibiótico, es muy difícil de rentabilizar", ha aportado Daniel López, experto en superbacterias del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC. A su vez, la propia naturaleza de los antibióticos hace que los nuevos fármacos se deben guardar mientras los antiguos, que hace décadas no tienen patente, aún funcionen.

A su vez, en un segundo estudio también publicado en Nature, se desgrana todavía más la forma en que funciona el sistema de transporte del lipopolisacárido hasta la superficie de la célula para generar la membrana exterior y cómo la bloquea el nuevo antibiótico. Unos conocimientos que van a servir de base para desarrollar nuevos compuestos para enfrentar estas resistencias bacterianas.