Por primera vez, una jueza ha indemnizado a la dueña de un perro a la que su expareja le prohibió el contacto con él durante al menos diez meses. Tenían la custodia compartida de un husky siberiano de cuatro años, pero a principios del pasado año, el individuo decidió unilateralmente apropiarse de él en exclusiva e interrumpir el cuidado por turnos acordado sin consultarlo. Hasta ahora, cuando una sentencia pionera, dictaminada por la jueza Carmen Martínez, titular del Juzgado de Primera Instancia 68 de Madrid, expone que el daño moral que ha sufrido la dueña del can ha de ser indemnizado con 600 euros, condenando a su expareja a sufragar las costas del proceso judicial al entender que le privó del contacto con el perro.

En declaraciones a El País, la dueña del animal, que se identifica con las iniciales M.V., que ahora cuida a la mascota de manera alterna con su expareja tras la resolución de la magistrada, asegura que el perro es como su hijo. “Para mí, que no tengo hijos, es paret de la familia, una de las cosas más importantes de la vida. Pedí la indemnización porque los 10 meses sin Heman (nombre de la mascota) proporcionales por la esperanza de vida, de 10 a 15 años, es mucho tiempo”, reflexiona la mujer, quien expone que fue la única manera de sentar precedente y, así, que cualquiera que piense incumplir una custodia compartida con un animal le “salga gratis”.

La pareja adoptó al perro en 2020, pero al finalizar la relación, decidieron de mutuo acuerdo tenerlo dos semanas cada uno en sus respectivas casas, incluso abriendo la mano por cuestiones laborales. Sin embargo, hace casi dos años, “él decidió romper el acuerdo verbal y escrito” por una tercera persona que “no consigue entender el vínculo común”. “Por suerte, tras 10 meses, la jueza acordó medidas cautelares para recuperar la custodia compartida”, desliza la mujer a las preguntas de El País, apuntando que el chip del perro está a nombre de su pareja, aunque la inscripción no incide sobre el acuerdo entre dos adultos para la cría de un animal.

Sienta jurisprudencia

Así, la Justicia sienta precedente sobre materia de custodias en animales y mascotas, con un pronunciamiento similar a cuando la disputa es sobre los hijos, primando el interés y bienestar del animal e intentando mediar con ecuanimidad en caso de que no exista acuerdo. En este supuesto, la pareja compartirá tanto gastos de alimentación, peluquería, veterinario y vacunas que requiera el can el resto de su vida.

La sentencia, fechada el pasado 19 de septiembre, expone lo siguiente: “M. se vio privada de la posibilidad de cuidar de Heman, de tenerlo en su compañía, de participar en la toma de decisiones relevantes, sin justificación objetiva, en un periodo en el que, además, tuvo problemas de salud, lo cual no cabe duda de que le generó tristeza, desasosiego, incertidumbre, sobre si volvería a estar con Heman y en qué condiciones”, zanja la magistrada sobre los 10 meses que el hombre impidió a su expareja acercarse al perro. “El tiempo que permaneció en esta situación, por la decisión unilateral e injustificada de A. (…) existe un daño moral indemnizable”.

Por lo tanto, recuerda que entre la mujer y el perro existe un fuerte vínculo sentimental al haber “convivido juntos desde que era un cachorro”. De hecho, la pareja convivía con otro perro más además de Heman. Ambos cuidaban a éste y a Gona, aunque resulta “indiferente” que el demandado aparezca como “único titular de Heman en la documentación administrativa, registros públicos o en el contrato de compraventa”. En este sentido, resuelve que “basta examinar la grabación aportada en la vista de juicio verbal, que recoge el encuentro” entre la mascota y su dueña tras más de un año sin tener contacto atenuado para “comprobar la emoción de M. y la alegría de Heman”.

Por su parte, la abogada de la demandante, Lola García, reflexiona sobre por qué la resolución judicial supone un punto de inflexión, a pesar de que la cantidad económica requerida es simbólica. Y es que, lo “novedoso” en esta causa es que reclaman indemnización por la pérdida de tiempo que le reportó la demanda a la otra persona “por hacerle daño”. “Todo el tiempo que perdió con su animal no lo va a recuperar. Es tiempo perdido de compañía que ha sido reconocido por primera vez y no sale gratis”, subraya.

En los supuestos de custodias compartidas de mascotas, cada una de las partes reivindica su titularidad o bien en base al nombre que figura en el chip o en el registro, aunque se suele acordar un reparto equitativo. No obstante, puede que lleguen a la vida de cada uno parejas o hijos que torpedeen ese pacto. Así, expone la letrada, “la persona que no tiene el animal tiene que demandar a la otra y teniendo en cuenta que un juicio tarda entre uno y dos años, el daño moral es importante por la tristeza que genera”.

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