La terapia ocupacional es una profesión sanitaria poco conocida y a la no se ha dado la importancia que requiere, pero que, sin embargo, contribuye de manera muy importante a la mejora de la salud, ya que su objetivo es capacitar a las personas para que puedan realizar las actividades de la vida diaria.

En lo que respecta a los ancianos, su papel es incuestionable y por ello el Hospital Universitario Infanta Elena, integrado en la red sanitaria pública madrileña, lo ha incorporado a su cartera de servicios. “Tiene un papel fundamental”, explica a ELPLURAL.COM la doctora María Herrera, jefa del servicio de Geriatría “porque durante el ingreso evita que el paciente se quede inmovilizado, que es lo peor para que empeore el pronóstico”, recalca. “Le ayuda a mantenerse como estaba: caminar, vestirse, peinarse, asearse, ir al baño, comer solo, etc”. Y si por su patología -por ejemplo, una rotura a raíz de una caída- hay alguna función que ha perdido “le enseña cómo compensarlo para no perder la autonomía”, apunta.

El objetivo fundamental es que el paciente sea autónomo. Pero el trabajo del terapeuta ocupacional aquí no solo se ciñe a las funciones básicas. “Enseña también alguna actividad más lúdica para esa parte de depresión que suele tener el paciente mayor”, subraya la doctora Herrera.

Del mismo modo, al alta, hace su propio informe y facilita, tanto al paciente como a la familia, una serie de pautas a seguir. “Se encargan de enseñar a los cuidadores cómo hacer los ejercicios con el paciente, cómo moverle, cómo cambiarle el pañal, cómo acompañarle al baño. La familia lo agradece mucho, no hay que olvidar que es la primera interesada en que su pariente sea autónomo, y, a veces, con pequeñas pautas se logra mucho. Asimismo, evita que se hagan daño cuando mueven al anciano”, indica.

Ella tiene claro que “todos los servicios de geriatría deberían contar con un terapeuta ocupacional”. Hasta el momento la rehabilitación en esta especialidad estaba pensada a nivel de fisioterapia (cuando hay una fractura, una lesión, …), pero no desde este punto de vista, y el cambio “ha sido extraordinario”. No es habitual que los hospitales dispongan de este servicio y en aquellos centros en los que no hay geriatría “es impensable”, lamenta.

En el Hospital Infanta Elena, centro que cuenta, además con un ‘Programa del Paciente Frágil’, centrado en la atención a mayores y en que su situación funcional sea lo más parecida posible a la que tenían antes de la hospitalización, reconocen que “estamos encantados”.

La espiral del error

A la hora de abordar la atención al paciente mayor es fundamental tener en cuenta las características del mismo. “Hay cosas muy básicas que pueden llegar a ser muy contraproducentes”, advierte la doctora Herrera, que pone como ejemplo el tan socorrido uso de pañales. “Un pañal puesto en la urgencia, que es lo más frecuente, no se quita y”, afirma tajante. Además, “es muy humillante, cuando uno no lo necesita, y muy incómodo”, sostiene. “Esa incomodidad puede acabar provocando que el anciano se confunda más, la confusión puede acabar en delirium y el delirium lleva a que le aten”. “Es una espiral”, enfatiza. "Y la contestación relativamente habitual de: ‘hágaselo en el pañal que lo tiene puesto’, es tremenda”. Estas formas de proceder hacen que los pacientes mayores “se vuelvan incontinentes, que se queden inmóviles y que se depriman”.

Las estadísticas son innegables. La esperanza de vida aumenta y con ella crece también el volumen de ingresos de ancianos.  

“Muchos salen muy deteriorados”, mantiene esta especialista. Tras el alta, “tienen que ir a una residencia, contratar a alguien o acaban reingresando”, destaca.  Pero “la figura del terapeuta ocupacional mejora esto y, en buena medida, lo evita”.

Supone una inversión en todos los términos, incluidos los económicos. Cuanto mejor esté el mayor, “menos recursos va utilizar, menos veces va ingresar, menos derivaciones a centros de media estancia o residencias”, detalla la doctora Herrera, que añade que “desde que tenemos la terapeuta no hemos derivado a nadie a hospitales de media estancia, donde se rehabilitan algunos deterioros funcionales”.

Una asignatura pendiente

Sin embargo, aunque cada vez son más los ingresos de ancianos, la geriatría sigue siendo una asignatura pendiente. Es necesario que haya unidades de esta especialidad en todos los hospitales y que especialistas como los internistas, cuyos pacientes son casi todos mayores, tengan formación al respecto.  “Lo que se aprende en las facultades y en el MIR es un protocolo para un adulto, independientemente de su edad”, sostiene la doctora Herrera. “Para una neumonía: antibiótico, nebulizaciones, corticoide. Eso es lo que sabemos hacer, pero falta formación en cómo hay que tratar de forma integral a los ancianos”, alega. A día de hoy, no en todas las facultades se incluye la asignatura de geriatría. Por ello es preciso hacer un cambio, desde la universidad hasta el hospital.

En este tipo de casos nunca puede eludirse que “estamos ante una persona mayor que está en riesgo de quedarse dependiente”, puntualiza esta geriatra. “Si dejas encamado a un anciano durante una neumonía, a los cinco días te encuentras con otra persona”, alerta. “Es muy diferente a una neumonía que ingresa con un geriatra, porque es fundamental en estos pacientes hacer una valoración geriátrica integral y saber qué tipo de mayor tenemos en nuestras manos, qué riesgos tiene y qué capacidades”. En este sentido es imprescindible recordar que “los mayores en cuanto pierden una función no hay manera de recuperarla”.

Ningún mayor sin regalos

Al margen de las otras patologías que puedan presentar, hay una muy común entre la población mayor, la soledad. “Los ancianos son los que más solos están”, reconoce la doctora Herrera. “Lo que les queda de proyecto de vida es mucho más pobre. Tienen cada vez menos ilusiones”, aclara. Esto hace especialmente importante otra de las iniciativas de este centro ‘Ningún mayor sin regalo’. Se trata de una actividad que se desarrolla con motivo de la Navidad y que es similar a la que se realiza en las unidades de pediatría.  

“La del año pasado fue una maravilla”, recuerda la jefa de Geriatría del Hospital Universitario Infanta Elena. “Estuvo fenomenal. Hubo gente que lloró de emoción, otros decían que era lo mejor del año” y todo el equipo de geriatría también disfrutó de forma especial ese día de trabajo. No hay que olvidar que este tipo de proyectos hace que tengan “otra cosa en la que pensar”, sobre todo teniendo en cuenta que “las horas en el hospital se hacen muy largas”, concluye.