El cardenal George Pell, quien fuera consejero directo del papa Francisco, considerado el “número tres” del Vaticano, y superministro de Finanzas, ha sido declarado como culpable de abusos sexuales a dos niños durante los años 90 por el tribunal de Melbourne. Algo se sospechaba desde el pasado 11 de diciembre, cuando se supo que Pell ya había sido imputado por cinco casos de conducta sexual inapropiada. Hoy se ha conocido que los afectados fueron dos menores de 13 años que pertenecían al coro, a uno de ellos incluso llegó a violarle. George Pell se convierte así en el integrante más alto del Vaticano en ser condenado, según informa el diario El País.

El caso de Pell se hace público a la vez que finaliza la cumbre de abusos en el Vaticano, a la que han acudido 190 líderes religiosos dispuestos a detener esta lacra, en donde se solicitó eficacia y contundencia ante estos hechos. Esta petición se contradice con la acusación al cardenal, ya que el australiano ha seguido en su cargo de economía en el Vaticano. De igual manera, se le alejó del consejo de cardenales que orienta al pontífice “por motivos de edad”, y se reunieron sin Pell el pasado diciembre.

El trato a Pell durante toda la acusación también es contraria al que han recibido otros cardenales, como Theodore McCarrick, a quien expulsaron del sacerdocio hace pocas semanas.

Hasta ahora, el cardenal australiano estaba en libertad condicional, aunque podría ser arrestado a partir de mañana, que será cuando se inicien las vistas para establecer una condena que podría llegar hasta los diez años de cárcel.

Aunque el cardenal ya tenía un pasado en Australia, por una larga lista de acusaciones de víctimas, el Papa siempre le atribuyó la presunción de inocencia, y creyó su versión, ya que el propio Pell negó en varias ocasiones lo sucedido.

En Melbourne tuvo cinco cargos entre 1996 y 1997, entre los que se denunció la penetración a una menor justo después de que el entonces arzobispo de Melbourne celebrara una misa. Los otros cuatro cargos fueron por actos indecentes a otros dos menores. En el juicio se dijo que, en 1996, Pell se cruzó con los dos menores en la catedral después de una misa, les increpó que se habían metido en un lío por beber vino de la misa, y seguidamente abusó de ellos. Después de estos hechos, un año después, volvió a abusar de uno de los menores.

Según medios locales, que recogen el comunicado emitido, una de las dos víctimas asegura que es solo “un tipo trabajador común y corriente que mantiene y protege a su familia lo mejor posible”, y que quiere que se le etiquete como un portavoz de las víctimas por pederastia: “Necesito espacio y tiempo para soportar el proceso judicial en marcha”. También señaló que sufrió “vergüenza, soledad, depresión y una lucha (interna)”, algo común en víctimas de abusos, y que le costó “años en entender el impacto” que esos hechos tuvieron en su vida. En cuanto a la otra víctima, falleció de sobredosis hace cinco años, en 2014.

Antes de ingresar en el Vaticano, Pell fue sacerdote en su localidad natal, Ballart, desde 1979 hasta 1984, cuando se sucedieron decenas de acusaciones de abusos hacia otro cura, Gerald Ridsale, quien fue condenador a ocho años de cárcel, y hechos de los que Pell dijo no saber nada. Tampoco sabía nada, según declaró, de las 4.444 denuncias entre 1980 y 2015, y muchos se produjeron mientras él estaba en el arzobispado de Melbourne, entre 1996 y 2001. Emiliano Fittipaldi, periodista en L’Espresso y escritor del libro Lujuria, que narra estos hechos, dice que en Australia se llegaron a pagar ocho millones de euros a las víctimas para no volver a mencionar esos asuntos.