La propagación del coronavirus en todas sus variantes, especialmente la Delta, ha hecho saltar las alarmas en todos los países y ha llevado a las comunidades autónomas a incrementar sus restricciones. 

De no conseguir frenar el índice de contagios, no sería extraño que a la vuelta del verano nos situáramos en un nuevo estado de confinamiento. Pero, ¿Cómo hacer frente de nuevo a esta situación? Un reciente estudio, llevado a cabo por la Universidad de California (UCLA), afirma que la realidad virtual (RV) puede mejorar el aprendizaje, la memoria, nuestras relaciones y la adaptación emocional. Es decir, la RV se convertiría en la nueva forma de comunicarnos con el mundo. Algo impersonal.

De hecho, con la llegada de la pandemia han aumentado los casos de ansiedad, estrés o depresión. El ser humano, no está preparado para vivir de forma aislada ya que somos seres sociales como fundamentó Aristóteles. Además, la sensación de incertidumbre invade por completo todas las áreas de nuestra vida, ya sea la personal, la laboral o la social. Por ello, y teniendo en cuenta la RV como una opción, algunos especialistas sugieren que esta tecnología podría minimizar estos efectos físicos y psíquicos. 

¿Cómo paliar los efectos del confinamiento?

La realidad virtual, hasta donde la conocemos, permite a las personas crear entornos alternativos para comunicarse e interaccionar. Según el estudio, publicado en la revista científica Nature, el entorno, la adaptación emocional, los recuerdos y todo ello gracias a la estimulación de una zona del cerebro denominada hipocampo. “La realidad virtual va más allá del mundo del entretenimiento, nos permite crear espacios virtuales que nos provocan activaciones cerebrales y motoras, y todo sin salir de nuestro hogar. Activaciones neuronales que nos protegerán, reduciendo los efectos negativos de situaciones incoherentes para nuestra fisiología como seres humanos, como es el caso de la una pandemia y un confinamiento, situaciones que podremos volver a vivir en el futuro”, explica a PR Noticias Antonio Ruiz, experto en Neurociencia Aplicada e Integración Biotecnológica.

De hecho, en un futuro en el que los confinamientos podrían ser más habituales, la neurociencia podría cumplir un rol fundamental en lo que a nuestros hábitos de vida y consumo se refiere. “En el caso de la realidad virtual, las ondas Theta son el quid de la cuestión. Se trata de ondas relativamente lentas que se disparan en el cerebro mientras se sueña despierto, o en medio de una gran carrera, o en la ducha con la mente totalmente relajada. Las ondas Theta, que bañan el hipocampo, desencadenan un estado en el cerebro que es propenso a un flujo de ideas, conocido como la ducha de pensamientos. Este estado es fundamental para nuestra capacidad de aprender y memorizar, así como para la plasticidad, que es la capacidad del cerebro de adaptarse a algo extraño y nuevo”, señala el experto.