Los precios han encadenado dos meses consecutivos de subidas. Sin embargo, la presión ya no es ni de lejos la que se vivió en 2022, cuando todo parecía incendiarse y la inflación alcanzaba cifras inéditas en cuarenta años. En julio, el Índice de Precios al Consumo (IPC) subió un 2,7%, muy lejos de aquel 10,8% que marcó exactamente tres años antes. Y es que un análisis de la cesta de la compra básica realizado por El País refleja que, en cuatro años, el coste ha subido un 16%.

El alivio en la cartera también se ha notado en los alimentos, siguiendo la tendencia de la inflación general, donde los comestibles se encarecieron un 2,7% en julio. Sin embargo, productos como los huevos sí subieron por encima de la media, mientras otros, como el aceite de oliva o el azúcar, dieron un respiro. Asimismo, también se encarecieron ciertos alimentos y bebidas no alcohólicas un 33% según el INE debido a la invasión rusa de Ucrania, que desató la tormenta inflacionaria. Y aunque los consumidores han aprendido a esquivar parte del golpe reduciendo cantidades y afinando lo que meten en el carrito, el impacto sigue ahí.

Cestas más pequeñas, marcas blancas y muchas promociones

Para llegar a esas cifras, la simulación de compra se hizo partiendo de la cesta básica diseñada en su día por el Ministerio de Consumo y con datos reales de gasto en alimentos del Ministerio de Agricultura. Y la conclusión que han dejado los ciudadanos es clara: el consumo per cápita ha bajado, las cestas son más reducidas, las marcas blancas ganan terreno y las promociones se buscan casi como un deporte, según la consultora Kantar.

De las 24 categorías de alimentos que forman esa cesta reducida, que engloban los productos que se compran con más frecuencia, 20 subieron de precio en julio respecto al mismo mes del año anterior, y 17 de ellas lo hicieron por encima del 2,7% de inflación general.

Con los precios de 2024, esa cesta costaría 1.014,9 euros. El sobrecoste respecto al año pasado es de 45,78 euros por persona, lo que se traduce en 144,75 euros para una familia de tres miembros o 183,12 euros para un hogar de cuatro. En 2021, ese mismo carrito salía por algo más de 873 euros, llegando a un aumento del 16,2%.

Asimismo, si se analiza el gasto total en alimentación (no solo contando con la cesta básica), el incremento es más contenido. Según Agricultura, el año pasado cada persona gastó de media 1.786,97 euros en comida. Si a esa cifra se le aplica el aumento del 2,7% registrado en julio, la factura anual crecería en 48,24 euros, es decir, unos cuatro euros más al mes.

En 2021, el gasto por persona era de 1.610,3 euros, lo que supone un incremento del 14% desde entonces. La diferencia respecto a la cesta básica se explica porque esta última incluye productos de primera necesidad, mucho menos flexibles a la hora de reducir el consumo.

El gasto real no refleja todo lo que subieron los alimentos en los últimos cuatro años. Los comestibles, junto con la energía, fueron protagonistas de la crisis inflacionaria desatada por la guerra en Ucrania. Las subidas mensuales de dos dígitos a partir de la primavera de 2022 forzaron al Gobierno a intervenir, con una reducción al 0% el IVA de productos como pan, leche, frutas y verduras, y al 5% el de aceites y pastas. La medida empezó en enero de 2023 y se retiró poco a poco hasta desaparecer por completo en enero de este año.

Menos consumo en el aceite de oliva pese al alivio fiscal

El aceite de oliva, símbolo de la dieta mediterránea, llegó a encarecerse más de un 40% durante la crisis. A día de hoy, aunque se ha moderado, sigue cerca de un 30% más caro que en 2021. El alivio fiscal fue clave cuando el Gobierno lo incluyó en el grupo de alimentos básicos con IVA superreducido del 4%, frente al 10% anterior.

Sin embargo, los consumidores respondieron reduciendo su consumo, pasando de 4,01 litros anuales per cápita en 2021 a 2,78 litros en 2024, según Agricultura.

“El consumo de alimentación y bebidas acumulado dentro y fuera de los hogares, durante todo el año de análisis, evidencia estabilidad respecto al año 2023, con una ligera variación a la baja 0,2%, donde debemos poner en contexto el aumento de la inflación”, señala el último informe anual del ministerio.

Dentro de la cesta básica, el aceite de oliva fue el producto que más se abarató en julio, con un extraordinario -44,3% interanual. Si se aplica ese descenso al gasto per cápita, el ahorro sería de 15,9 euros anuales.

En el extremo opuesto, los aceites distintos al de oliva subieron un 20,4%, lo que llevaría el gasto anual por persona de 16,3 a 19,6 euros. El café, con una subida del 19,8%, ocupa el segundo puesto en encarecimientos, arrastrado por la escasez global de grano.

Muy cerca quedan los huevos, otro imprescindible en las cocinas, con un alza del 18,3%. La gripe aviar en EE. UU. y Europa redujo la oferta y, si el consumo se mantiene, el gasto anual por persona alcanzará los 34,2 euros, unos 5,3 más que el año pasado.

Las frutas frescas y refrigeradas, con gran peso en la dieta, subieron un 8,8%. El año pasado cada persona gastó 196,5 euros en ellas, por lo que la factura crecería en casi 15 euros con la inflación de julio. Finalmente, las legumbres y hortalizas siguieron un patrón similar, con un 8,4% de subida.

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