La cultura ha vuelto a verse amenazada por la coalición de las derechas. Con el escenario resultante de las elecciones del 28 de mayo, cuando se consolidaron multitud de ayuntamientos de coalición entre el Partido Popular y Vox, se dieron numerosos ejemplos de censura de obras de teatro y películas que no gustaron a los consistorios. Ahora, cabe sumar uno más a esta lista.

En Talayuela, un pueblo de Cáceres, el gobierno municipal, con apoyo de la formación regionalista Extremeñistas, han aupado la cancelación de la obra de teatro El señor puta o la degradación del ser, basada en la violencia machista. La adaptación del libro Pedro Luis López, llevada a cabo por Irene Hernández y que pone en escena D’liria Producciones, presenta como sinopsis que “las violaciones que se cometen y ejercen contra las mujeres, la permisividad de las instituciones y comparaciones” frente al problema de la violencia machista.

Pese a que estaba programada para el próximo 28 de octubre, lo cierto es que ya se interpretó el 4 de marzo y, debido a la buena acogida, la empresa ya había logrado cerrar otras citas a lo largo de este otoño en otras localidades extremeñas tales como Plasencia y Montehermoso.

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El Ayuntamiento se desmarca de las palabras de Guardiola

En el caso de Talayuela, la concejala de Cultura, Olga Bravo, del PP, se ha negado en rotundo advirtiendo a la compañía de que no se le podrá dar cabida a la representación dentro del programa cultural por no ser “idóneo” para los vecinos.

Escudándose en que el contenido de la obra “no es apto para menores” y contiene un alto nivel de “violencia con violaciones, asesinatos y escenas no aptas para todos los públicos”, el ayuntamiento, a través de un comunicado, ha justificado su decisión de no dejar que se represente. Para no dejar caer la programación, la concejala ha ofrecido a la compañía poder llevar a cabo una obra apta para todos los públicos.

Esta postura dista en consideración con las recientes palabras de la presidenta de Extremadura, María Guardiola, quien defendió la libertad en el ámbito cultural sin matices. “La cultura es la expresión más sagrada e irreemplazable de la humanidad. Ni se censura ni moldea”, defendió dentro del marco de la celebración del Festival de Mérida, prometiendo a la par que, desde el Gobierno autonómico, trabajará para impulsar una cultura “absolutamente libre, sin censuras, irreverente, ácida, crítica y que nos haga vibrar”.

Ante la postura de Talayuela, la portavoz del Gobierno de Guardiola y consejera de Cultura, Victoria Bazaga, ha achacado todas las responsabilidades al consistorio: “El ayuntamiento es libre de hacer lo que quiera”, ha señalado.

Soraya Vega, portavoz de los socialistas en la Asamblea de Extremadura, ha lamentado que esta censura se deba a "una consecuencia más de facilitarle la entrada a las instituciones a la extrema derecha", unas circunstancias que, según ha sostenido, se comprenden en todo el territorio autonómico. Una postura por la que ha instado a Guardiola a dar explicaciones.

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Los intentos de silencio de la derecha a la cultura

Después de conformarse decenas de ayuntamientos y gobiernos autonómicos conformados por la derecha y la extrema derecha, en pleno mes de julio tuvo lugar una serie de cancelaciones en distintos puntos del mapa nacional que pronto hicieron saltar las alarmas. El primer caso fue una de las obras cumbre de la literatura clásica: Orlando, de Virginia Woolf en Valdemorillo (Madrid), en adaptación teatral. Otros ejemplos fueron La villana de Getafe, de Lope de Vega, o la película Lightyear, de Disney, en Santa Cruz de Bezana (Cantabria) esta última por incluir un beso entre dos mujeres.

La librería madrileña de Berkana, en el emblemático barrio de Chueca, plantó cara a esta oleada de cancelaciones de la derecha organizando una lectura pública del aclamado título de la escritora británica y a la que acudió medio centenar de personas.

Uno de los casos más recientes fue el protagonizado por la periodista mexicana Lydia Cacho, de cuya obra La infamia, también fue censurada por el nuevo gobierno municipal del PP en Toledo, una representación teatral en la que narra cómo fue secuestrada al denunciar la corrupción de su país, a la par del uso de la violencia de aquel gobierno. En sendas entrevistas en pleno auge de la polémica, Cacho señaló a PP y Vox por estar “censurando otras obras y libros que afectan a las buenas costumbres, unas buenas costumbres consideradas por la sociedad que son el silenciamiento de la pederastia, la violencia contra las mujeres, de la tortura, desapariciones y la opresión de las mafias aliadas de los gobiernos”.