Como bien dice el refrán, las mentiras tienen las patas muy cortas. Pero a veces estas se pagan caras, no solo para el que la ejerce, sino también para la víctima. Así ha sucedido en un matrimonio que se casó recientemente en Indonesia.

Lejos del profundo amor que ambos mostraron desde un principio y de la convicción del novio en casarse dado el enamoramiento en el que se encontraba, bastaron 12 días después de la boda, para destapar algo que rompería el corazón del joven: la mujer con la que contrajo matrimonio era realmente un hombre.

Ya desde los principios de la relación, el joven aseguró que notaba ciertas actitudes extrañas por parte de su supuesta mujer, como sus constantes intentos por ocultar su rostro con un velo o hiyab, pero lo relacionó con el carácter tímido de esta. De hecho, la mujer, que se hacía llamar Adinda Kanza Azzahra, le pidió que no se registrara el matrimonio porque su madre había fallecido hace años y su padre estaba en paradero desconocido. Sin embargo, no solo no quería registrar el matrimonio, sino que tampoco se quería relacionar con la familia del novio. Fue entonces cuando empezaron a investigar y descubrieron que la mujer realmente era ESH, un hombre que, según las autoridades que han estudiado el caso, tenía como objetivo robarle dinero a la víctima.

Así, han señalado a los medios locales que “cada vez que ESH pedía dinero, siempre lo conseguía. Ahora el autor ha sido acusado en virtud del articulo 378 del Código Penal y se arriesga a pasar hasta cuatro años en la cárcel”.

Pese a lo peculiar del suceso, no es la primera vez que algo así sucede en Indonesia. En 2022, una mujer descubrió que su marido era una mujer después de 10 meses de matrimonio. Ambos se conocieron a través de una app de citas y, en un principio, él se llamaba Ahnaf Arrafif y estaba graduado en neurología en Nueva York. Sin embargo, después de casarse, las sospechas comenzaron por parte de la familia de la novia y por causas muy similares a las de la anterior pareja. El supuesto marido nunca llegó a presentar a su familia y, según la madre de la novia, Ahnaf nunca se quitaba la ropa y se bañaba con la ropa puesta cuando había más gente en casa.

Ante las presiones de la madre de que se desnudara, Ahnaf sucumbió a la presión y acabó confesando que era una mujer llamada Erayani. Cuando se destaparon los hechos, la víctima señaló que las veces que habían intentado mantener relaciones sexuales “él” le había pedido utilizar solo las manos.

La mujer fue juzgada en la corte provincial del Distrito de Jambi, pero no por su falsificación en cuanto al género, sino por mentir con su formación, ya que también se descubrió que ni era neurocirujano ni empresario del carbón.